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Programas de Intervención social


Enviado por   •  10 de Junio de 2015  •  2.220 Palabras (9 Páginas)  •  277 Visitas

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ANTE el insólito despliegue actual de Programas de Intervención social, el título de mi conferencia, la Evaluación de Programas, pretende responder a una pregunta elemental: ¿sirven estos programas para algo, para que sirven, está justificada la inversión de recursos que ellos suponen?.

Recientemente, los representantes gubernamentales de los 16 países que integran el Grupo Pompidou del Consejo de Europa, tras dos días de sesiones, aprobaron un Plan de Acción de lucha contra la Droga, que implica diferentes niveles de intervención social. Estiman estos representantes, preocupados, que la droga constituye un "problema social de primera magnitud en Europa Occidental". El Secretario General del Consejo de Europa, D. Marcelino Oreja, señaló escandalizado la relación existente entre tráfico de drogas y terrorismo internacional, y lamentó apesadumbrado que los traficantes de drogas pueden llegar a poner en peligro la existencia misma de los regímenes democráticos y que pueden infiltrarse en las mismas fuerzas armadas. La preocupación del señor Oreja no deja de estar fundamentada, pues si las honorables fuerzas armadas pueden, por ejemplo, disparar a quemarropa y acribillar a balazos a los campesinos en Manila, imaginen Vdes. lo que serían capaces de hacer estando bajo los efectos de la droga.

No deja de ser chocante este interés a tan alto nivel por desarrollar sin demora programas de intervención, por ejemplo en el área de las drogodependencias. El gobierno norteamericano, cuyo máximo representante promueve, junto a su activa esposa, bondadosos programas contra la droga, participa activamente, no obstante, en el sucio comercio del narcotráfico, apoyando, a través de él, las operaciones de la "contra" nicaragüense. Cabe esperar que las democráticas preocupaciones de D. Marcelino Oreja y del Consejo de Europa les inspiren el suficiente espíritu de cruzada para desarrollar programas de intervención contra el narcotráfico del gobierno de los Estados Unidos de América.

Es claro que asistimos en este momento a un auge, hasta ahora desconocido, de programas de intervención social, auspiciados, ya no por instituciones como Cáritas, Acción Católica, sino por organismos gubernamentales, municipales, nacionales e internacionales. La misma secta MOON viene desplegando, con un enorme poderío económico y con su red de influencia internacional, con el apoyo de prestigiosos políticos de todo el mundo, con las bendiciones del Papa Juan Pablo II, y con los parabienes del propio Rey de España, una intensa actividad de programas dirigidos a enderezar a los jóvenes inmersos en la droga, y a cumplir, ante todo, el mandato divino de impedir, a toda costa, que las naciones de la tierra sean devoradas por el dragón comunista. Son todos ellos planes y programas de acción puestos de manifiesto en una conferencia internacional celebrada en octubre pasado en Madrid por la Asociación Aula, afín a la secta Moon.

Obviamente con otras intenciones y con otros propósitos, estamos estos días aquí para hablar de programas de intervención social. ¿Por qué este interés?. Retengan esta pregunta, pues me gustaría retomarla en el coloquio posterior.

Al intentar desarrollar el tema de la conferencia para Vdes., lo haré desde la perspectiva de un profesional que trabaja en un equipo de intervención social. Sería, por otra parte impensable, querer desarrollar con la debida extensión todo el proceso técnico de la evaluación de programas en todos y cada uno de sus componentes. Descartado ese propósito, me voy a ceñir a una serie de reflexiones en las que trataré de subrayar aspectos que a mí me parecen relevantes en el proceso de evaluación de un programa de intervención. Y serán precisamente aquellos aspectos que ponen de manifiesto la necesidad de evaluar, y de alguna manera, la necesidad y el deseo de someter a contrastación los principios, los modelos y las estrategias que configuran la Psicología de la Intervención y la Psicología Comunitaria.

Desearía que estas reflexiones, además de referir aspectos del proceso técnico de evaluación de programas, nos sirvieran a todos los que estarnos hoy aquí para evaluar las propias acciones de intervención social en las que podamos estar actualmente implicados.

I. ¿QUE ES UN PROGRAMA DE INTERVENCION SOCIAL?

Desde la perspectiva del Modelo de Competencia que inspira la Psicología Comunitaria, un programa de intervención social es un sistema organizado de acciones para lograr cambios conductuales, organizacionales y sociales a través de la distribución de recursos. Los recursos (humanos, tecnológicos, económicos, de salud ... ) se distribuyen en una organización o comunidad de acuerdo con diferentes reglas formales e informales. Es perfectamente constataba que el poder, el control y la influencia son recursos que no están equitativamente distribuidos entre los ciudadanos. Nuestras políticas y programas de intervención se establecen idealistamente sobre el olvido de esta constatación y sobre la base de una inexistente igualdad en la distribución de los recursos. Este engaño explica a menudo su ineficacia.

Por otra parte, los programas de intervención social no han de pretender tan sólo redistribuir los recursos, sino que han de dirigirse a la modificación de las reglas que indefinidamente determinan la desigual distribución de los mismos.

II. ¿QUE ES LA EVALUACION DE PROGRAMAS DE INTERVENCION SOCIAL?

En definitiva, la evaluación pretende averiguar cómo se han distribuido los recursos que el programa comporta y cómo se ha logrado el cambio conductual y organizacional que el programa se proponía.

La evaluación es, como dice la OMS, "un medio sistemático de aprender empíricamente y de utilizar las lecciones aprendidas" para:

a) el cambio o mejoramiento de las actividades del programa.

b) el fomento de una planificación más satisfactoria y una toma de decisiones más racional para el futuro.

La evaluación es, dicho de otro modo, un instrumento que nos permite verificar el proceso de planificación y programación. Resulta obvio decir que la evaluación es un proceso vacío sí, como a veces ocurre, nuestros programas de intervención social no han sido planificados ni, paradójicamente, programados. Parece a veces como si el temor a enfrentarse a los resultados de una rigurosa evaluación hubiera hecho descuidar a propósito la fase de planificación de los programas, a sabiendas de que si no se ha planificado, no se puede evaluar o se puede evaluar sólo

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