Santa Anna

la independencia

Los españoles de las indias tienen los ojos de su patriotismo vueltos en Europa. Más de dos años hace que tropas francesas, enviadas por Napoleón a través de la península ibérica para llevar hasta los puertos lusitanos el bloqueo continental contra Inglaterra han colocado en el trono de Fernando VII a José Bonaparte, “el intruso”. Pero España es el único país de Europa que en el pueblo no acepta los gobernantes impuestos por Napoleón ni tolera la presencia de sus tropas: se levanta en Madrid el dos de mayo; hace capitular Dupont a la orilla de Guadalquivir; resiste en Zaragoza a Levevre primero y a Moncey después; y contra el mismo Napoleón y sus mimados de la victoria mantiene, en la península, la guerra y en las Indias, la fe.

Un jovencillo, de pie junto a una ventana, con ojos tan vivos que parece que no tiene párpados, mira hacia el patio de la fortaleza, donde unos granaderos practican el manejo del fusil y la esgrima de la bayoneta.

Cuando el sacerdote Miguel Hidalgo inicia la lucha por la independencia de Nueva España, el cadete Santa Anna va repitiéndose por el camino:

- Esta es mi guerra… mi guerra… mi guerra…

Se convierte en ayudante de José Dávila donde solo se dedica a leer y toma a Bonaparte como modelo.

Dávila llega a estimarlo, a considerarlo como un hijo.

Mina es vencido y muerto. Terán capitula. Rayón y Bravo están presos; Guerrero, en las montañas; Victoria, en las cuevas. Pero la miseria aumenta a causa de la guerra tan prolongada.

La revolución surge.

En iguala, el 24 de febrero de 1821 formula su plan: absoluta independencia, gobierno monárquico bajo Fernando VII; creación del «Ejercito de la Tres Garantías» (religión, independencia, unión).

Dávila comprende que debe luchar. Santa Anna se emociona y ofrece cumplir «hasta la última gota de su sangre».

Iturbide y el «Jefe superior político de la Nueva España» firman los «Tratados de Córdoba», reconociendo la independencia de la nación.

El Imperio:

Poco antes del motín del Pío Marcha, Iturbide, que quiere conquistar simpatías, envía a Santa Anna a su despacho de «brigadier con letras« y el nombramiento de comandante general de la provincia de Veracruz.

Cuando Santa Anna, hundido en los asientos e la diligencia, abandona la capital del imperio, va echando lumbre por todos los poros. Si en esos momentos encontrara a Iturbide le brincaría apretarle el pescuezo.

Santa Anna dice a Echávarri haber engañado a Leamur, prometiéndole entregar la ciudad. Vendrán de Ulúa 200 hombres, para desembarcar silenciosamente a la media noche y apoderarse de la plaza, confiando en que no habrá resistencia.

Una carta privada de Echávarri al emperador, le cuenta toda la verdad de lo sucedido el 26 de octubre: la promesa de los 50 soldados para escolta, el hecho de que el ayudante Castrillón llevara a un piquete de realistas precisamente al lugar donde en que se encontraba, casi indefenso.

Al grito de «Viva la república», que repercute en toda la costa, sale con su cubil don Guadalupe Victoria

La Republica

En los pocos días en el que el trono de Iturbide se tambaleaba, los generales del plan de Casamata escriben a Victoria, expresándole su deseo de que un ejército sostenga en el interior de la republica los propósitos del derrocamiento.

Un día que esta de mal humor, el brigadier Leamur dispara una docena de cañonazos, de Ulúa en la republica a los bastiones de Veracruz. Y, en respuesta, el gobierno de México declara la guerra de España, suspendiendo el comercio entre los puertos de las dos naciones y las colonias.

El pleito con el gobernador Tarrazo es tan fuerte que este dimite, y el congreso local, para alagar a Santa Anna y atraerlo definitivamente a su lado, lo nombra gobernador.

El país permanece tranquilo. Las intriguillas entre y contra ministros, los pleitos entre los funcionarios de los estados, la libertad de imprenta aprovechada por los partidos políticos en campañas soeces, no interesan al pueblo.

La elección del segundo presidente se aproxima. Debe hacerse el primero de septiembre den 1828.

El General Guerrero es declarado presidente. El general Anastasio Bustamante vicepresidente.

Y cuando don Vicente ocupa la presidencia, don Antonio vuelve a su puesto de go0bernador de Veracruz nombro, también, comandante militar de provincia.

La expedición de barradas

El primeo de agosto Santa Anna recibe la noticia del desembarco.

El primer día consigue $20,000 pesos de préstamo forzoso, y embarca a toda su infantería.

Cuando se sabe en México que el comandante militar de Veracruz ha exigido un préstamo forzoso de $20,000 pesos y está organizando un ejército, don Carlos María Bustamante escribe en la voz de la patria «la invasión es un cuento, una invención del general Santa Anna para reunir tropas a fin de pronunciarse.» Consecuencias de la mala fama.

Barradas ve esfumarse su última esperanza. El cerco de las tropas mexicanas se va estrechando, se terminan los comestibles, aumentan los enfermos de las fiebres. Según parte de Salas, hay 905 de tropa y 10 oficiales.

La noticia llega a México el 20 por la noche. Los capitalinos pasan la noche tras las músicas militares y las improvisadas, aplaudiendo y vitoreando a Guerrero, a Santa Anna, a Mier y Terán.

Federalismo y Centralismo.

La situación del gobierno es satisfactoria. «La anarquía amenaza al estado, porque Guerrero no adopta un sistema y fijo y combinado, vacila en todas su providencias y desaprueba al día siguiente lo que ha hecho el anterior.»

Cuando Guerrero sabe de la sublimación de Quintanar, la noche del 25 de diciembre, «se consideró eternamente perdido y consumo su derrota,» retirándose con una pequeña escolta a Tixtla, lugar de su nacimiento y, abandona su ejército que no tiene otro camino que unirse a l plan de Bustamante.

Para subir al poder, ambicioso supremo sin otra preocupación que convertirse en amo absoluto de la república, Santa Anna «proclama adhesión absoluta al federalismo, al progreso y a la libertad»

Se vincula con Valentín

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