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Seminario de Investigación en Historia y Antropología.

NefertariaramiTrabajo14 de Abril de 2016

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3er Seminario de Investigación  en Historia y Antropología.

Centenario y Bicentenario.

25- 26 de agosto de 2010.

Pachuca, Hidalgo.

Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo.

Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades.

Área  Académica de Historia y Antropología.

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Mesa 2: México Prehispánico.

Miércoles 25 de agosto.

De 12:30  a 14:00 hrs.

Alondra Domínguez Angeles. (UAEH- AAHA).

SACRIFICIO HUMANO EN EL CENOTE SAGRADO DE CHICHÉN ITZÁ.

UNA COMPARACIÓN DE CASOS.

Introducción.

Con el objetivo de investigar sobre las prácticas sacrificiales entre los mayas del periodo Posclásico y su inserción en la cosmovisión mesoamericana, se comenzó la primera parte de recopilación bibliográfica para la elaboración de la tesis de licenciatura, con el título Sacrificio humano en el Cenote Sagrado de Chichén Itzá.

Durante ésta  fase se investigó sobre la naturaleza y formación de los cenotes en la Península de Yucatán después se  compararon las ofrendas, objetos y principalmente  la osamenta humana encontrada en 6 cenotes, los cuales ya han comenzado a ser estudiados arqueológicamente por las Subdirecciones en Arqueología Subacuática del INAH  en Quintana Roo y Yucatán, contrastando los informes algunos textos coloniales realizados por cronistas españoles  como Diego de  Landa y por las obras de los mayas, como son  El Chilam Balam y el Popol Vuh  así también se consultaron publicaciones acerca, de cosmovisión, religión y sacrificio humano realizadas en las últimas 2 décadas. Para poder alcanzar un conocimiento cercano a la función de los cenotes en el sacrificio humano y conocer más sobre la occisión ritual más allá de las leyendas e historias populares.

Formación de los cenotes en la Península de Yucatán.

La formación de cenotes en la península de Yucatán es consecuencia del choque de un meteorito contra la parte norte de la Península de Yucatán hace 65 millones de años, lo que provocó el proceso geomorfológico llamado karst[1]  ahora bien  el agua que contienen los cenotes es una mezcla de agua dulce y salada producto de las inundaciones del Pleistoceno y Holoceno, ya que en el 10000 a.C. las cuevas subterráneas ya se encontraban secas, con formaciones de estalactitas y estalagmitas siendo la última inundación en el 5000 a.C. Por lo tanto los mayas prehispánicos conocieron los cenotes con la misma forma geográfica que nosotros los observamos en la actualidad.[2]

¿Qué es un cenote?

 Cenote viene de la palabra maya Ts´ono´ot o d´zonot, la cual significa “caverna con depósito de agua”. Éste término se utiliza para cualquier espacio subterráneo con agua siempre y cuando este se halle abierto al exterior en algún grado. En Yucatán se considera que hay entre 7000 y 8000 cenotes, más los aun no calculados en Campeche y Quintana Roo.

Los cenotes según su forma se clasifican en; cueva anquihaliana, cenote tipo cántaro lótico, cenote de paredes verticales, cenote tipo léntico, azolve y hundimiento de paredes y cenote tipo aguada.

En la planicie norte de Yucatán donde  no hay corrientes de agua superficiales,  los cenotes se vuelven la única fuente del liquido vital, por lo tanto estos eran una pauta determinante para los asentamientos ya que donde había un cenote prosperaba un grupo de habitantes, esto no quiere decir que donde hay un cenote existe un sitio arqueológico, ni tampoco que en todos los sitios arqueológicos se encuentra un cenote.[3]

Características del Cenote Sagrado de Chichén Itzá.

Localizado a unos 300 metros al norte del Castillo, éste cenote mide 60 metros de diámetro, y su espejo de agua se encuentra a 22 metros de la boca del cenote y la profundidad es de 13.50 metros, es de paredes verticales y con el acuífero expuesto.[4]

Los cenotes en la cosmovisión maya.

 Los mayas consideraban que el universo estaba dividió en 3 niveles, un celeste uno terrestre y el inframundo, este último estaba dividió en 9 niveles y lo llamaban “Xibalba”, en el último nivel habitaba “Ah Puch” el descarnado. Como entradas al Xibalba  se consideraba, el mar, las cuevas, lo ríos subterráneos y por supuesto los cenotes, de esta manera el “Ts ´ono´ot” era el vìnculo entre el mundo terrestre y el subterráneo. Era ahí donde nació la vida además de ser los contenedores del “suhuy ha´” agua virgen, en dicha agua se recrea el momento de la creación y se procura la regeneración[5], por eso se le asocia con la fertilidad.

 Cuando se recrea el momento de la creación se hace referencia al mito cosmogónico contenido en el Popol Vuh, que dice “No se manifestaba la faz de la tierra. Solo estaban el mar en calma y el cielo en toda su extensión. No había nada junto, que hiciera ruido, ni cosa alguna que se moviera, ni se agitara, ni hiciera ruido en el cielo. No había nada que estuviera en pie; solo el agua en reposo, el mar apacible solo y tranquilo. No había nada dotado de existencia”[6]Es decir al principio solo había agua y cielo y de estos se creó la vida.

Pero además al adentrarse al agua se regenera la vida, pues en el agua se recreo la vida de los 2 gemelos divinos quiches Hunahpú e Ixbalanque, quienes tras enfrentarse a los 9 señores del inframundo son obligados a arrojarse a una hoguera sujetándose uno del otro para precipitarse al fuego, tras este hecho los señores de Xibalba molieron sus huesos y los arrojaron a un rio, pero al llegar al fondo del agua, se convirtieron en  hombres hermosos conservando sus rostros, al quinto día fueron vistos en el agua con la apariencia de hombres-peces.[7] De esta forma el agua fue el conducto de la regeneración y renacimiento de los gemelos divinos, esta es una de las razones por las cuales los mayas veían en el agua la oportunidad de una nueva vida.

         Ahora bien para los mayas el agua de lluvia estaba a cargo de la deidad Chaac asociado con el cielo y con la tierra, y ésta agua no era diferenciada de la terrestre, en ríos laguna y mares. Pues se pensaba que el agua de lluvia venía de la que se encuentra en la tierra, considerando que el agua esta en constante movimiento, cuando esta (agua terrestre) asciende forma las nubes y regresa a la tierra en forma de lluvia (agua celeste) para fecundar la tierra, esta dinámica era relacionada con los movimientos de algunas serpientes.[8] 

     Debe mencionarse que aun en la actualidad existe un ritual  conocido como “ch´a-chak” en esta ceremonia se piden lluvias, para lo cual se quema incienso, se presenta una ofrenda mientras tanto 4 hombres ubicados en 4 esquinas producen sonidos similares al trueno y arrojan agua sagrada a la ofrenda y cuatro niños en las esquinas del altar imitan el croar de las ranas, esto se debe a que desde de la época Prehispánica se creía que las ranas eran ayudantes de Chaac, las cuales al croar anunciaban el inicio de la estación de lluvias.[9] 

        Para los mayas el hogar los “chaco´ob”  dioses de la lluvia esta en el fondo de los cenotes y por lo tanto estos se vuelven un lugar digno de veneración, esta es  la razón de que desde el clásico el cenote sagrado de Chiche Itza, fuera objeto de peregrinaciones. También se piensa que los “aluxes” espíritus de los montes habitan en cavernas y cenotes además de creer que la serpiente mítica “sukan” habita en  este mismo lugar, esta creencia puede venir de la existencia de una especie de anguila que habita en aguas cavernosas y que al asociarse con el  parecido de una serpiente se relaciona con la antiquísima serpiente celeste.[10]

 Los cenotes en la mitología maya-itzae.

En la mítica migración de los itzaes en busca de su centro del universo, se cuenta que en un 8 Ahaw[11] datado entre 415-435 d.C algunos grupos mayas[12] provenientes del centro del Petén arribaron a “Siyan Can Bakhala cielo ofrendado o cielo de linaje  localizado en la costa oriental de Quintana Roo,  de ahí siguieron peregrinando hasta llegar a lo que hoy conocemos como “Chichén Itza” el pozo sagrado de los itzaes, setenta años después en un 13 Ahaw alrededor de 495-514 d.C establecen un gobierno con el cual se inicia la construcción de la ciudad. Tras habitar Chichén Itza cerca de 200 años los cual es otra ves un 8 Ahaw (672-692 d.C) dejan la ciudad en busca de otras tierras al pasar 40 años de su salida conquistan “Chakam Putún” La sabana de los putunes  en un 4 Ahaw[13] (711-731d.C) permaneciendo en este lugar por casi 220 años. En éste sitio los dichos itzaes adquieren influencia de gente náhuatl y de inmigrantes de la Costa del Golfo, lo cual los hace culturalmente muy diferente de los habitantes de Chiche Itza del Clásico.  Entre 928 y 948 d.C. que es otra vez un 8 Ahaw inician su regreso a Chichén Itzá, viaje que se prolongó por 40 años.[14]

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