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Sobre la brevedad de la vida


Enviado por   •  7 de Diciembre de 2021  •  Ensayos  •  1.819 Palabras (8 Páginas)  •  168 Visitas

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Sobre la brevedad de la vida

Daniela Meza Coray

UNAM. Colegio de Pedagogía

Historia Pedagogía y Educación I

SOBRE LA BREVEDAD DE LA VIDA

 SÉNECA

Por Daniela Meza Coray

Lucio Anneo Séneca fue un filósofo y escritor hispanorromano que data del siglo 5 a.C. Durante su educación fue influenciado por los estoicos, logrando así desarrollar su doctrina.[1] Si bien no fue profesor como tal, dejó un legado filosófico sobre su pensamiento pedagógico, el cual estuvo diseñado para cultivar la vitalidad del ser humano: “Aprendemos para la vida, no para la escuela”. Proponía que la enseñanza y la educación tuvieran un fin práctico, el cual era formar a las personas conforme a la virtud, por medio del equilibrio, orden y prudencia, pues acusaba a los seres humanos de no tener ningún interés en vivir una vida plena y de usar su escaso tiempo para objetivos mediocres como adquirir riqueza tras riqueza, proteger sus propiedades o la búsqueda del poder. Ese era el principal objetivo de sus escritos: encaminar a los hombres hacia la virtud, mediante el conocimiento de la naturaleza del mundo y su propio lugar en este para que así pudieran lograr llevar una vida en acorde a la voluntad divina, desde la responsabilidad hasta la plenitud.

 Así, desde esta perspectiva, la pedagogía es una forma de comunicación moral: toda persona debe emprender su propio viaje de supervivencia y estar preparados para equiparse con las armas morales, afrontando la vida desde la coherencia -que consiste en la unidad de pensamientos y comportamientos-, vivir con uno mismo y con su propia profesión de manera verdadera y fiel, y finalmente, ser solidario con la sociedad. Pero ¿cómo sabremos aprovechar el tiempo y alcanzar la virtud para vivir plenamente?[2]

Partiendo de esta premisa, el filósofo Séneca nos trae un texto Sobre la brevedad de la vida, que fue escrito para su cuñado Paulino y se marca dentro de Los Diálogos de Séneca, el cual está compuesto por varios tratados más. Siendo producto de una reflexión, en esta obra Séneca analiza el cómo los seres humanos nos dedicamos a vivir la vida, otorgando recomendaciones que, si somos capaces de seguir, nos ayudarán a llevar una vida más provechosa y amena.

Estoicismo

Antes de adentrarme a la obra mencionada, comenzaré abordando brevemente la doctrina filosófica a la que fue fiel Séneca: el estoicismo, fundada por Zenón de Citio tres siglos antes, donde desde muy joven, se adscribió a la tradición, la cual practicaba el dominio de las emociones y pasiones que perturban la vida valiéndose de la virtud y la razón, siendo el objetivo más importante alcanzar la felicidad y la sabiduría, prescindiendo de las comodidades, los bienes materiales y la fortuna.[3] 

A partir de esta corriente, Séneca destaca su carácter práctico, aplicable a la vida cotidiana, cuyo objetivo es acercar al hombre a la virtud -como lo mencioné anteriormente-. Y, como Marco Aurelio, rigió su vida por los principios de la ética, la moralidad y la rectitud.[4]

Para Séneca, el hombre es un individuo de naturaleza racional (idea que también comparten Boecio y Tomás de Aquino). En otras palabras, el filósofo cree que lo que distingue a los humanos de los objetos, las plantas y los animales, es la mente.

  1. El valor del tiempo

La vida es breve pero no lo suficiente cuando se aprovecha.

Los seres humanos nos quejamos de la naturaleza breve de nuestra vida, pensando que se nos da poco tiempo para vivir, sin embargo, el filósofo considera que esto no es así: no tenemos poco tiempo, desaprovechamos y derrochamos el tiempo, ya que este sólo responde a sus propias leyes y sigue adelante. Se nos olvida que el tiempo es ilimitado. Vivimos como si nunca fuésemos a morir, despilfarrando nuestro tiempo como si fuese un hilo infinito. ¿Cuántos no creemos que la razón de las canas y arrugas de alguien significan que ha vivido mucho? Estamos completamente equivocados, esas sólo son características de quien ha estado presente mucho tiempo; estar en el mundo es diferente a vivir en el mundo.

»3. Repasa contigo mismo en tu memoria cuándo has estado seguro de tus planes, qué jornada entre tantas ha resultado como proyectabas, cuándo has estado a disposición de ti mismo, cuándo la expresión de tu cara ha sido la que debiera, cuándo el ánimo estuvo sin miedo, qué labor tienes acabada en tan largo periodo, cuántos y cuántos han despedazado tu vida sin darte tú cuenta de lo que perdías, cuánto te ha quitado el resentimiento vano, la alegría estúpida, el deseo ansioso, las relaciones lisonjeras, qué poco de lo tuyo se te ha dejado: comprenderás que vas a morir prematuramente»[5]

A lo largo de nuestra vida, suceden cosas que nos hacen luchar con nuestros propios intereses; a veces perdemos nuestro tiempo en cosas que en realidad no nos satisfacen. Todo ser humano se llega a preocupar por saber administrar el dinero: diseñando planes de acción, en inversiones o en ahorros. Sin embargo, nadie se preocupa por gestionar el tiempo; desperdiciamos el presente mediante los vicios, los placeres, los ambientes que no nos dejan nada bueno o de provecho y el esfuerzo inútil de conseguir más fortuna, siendo las esperanzas que dependen del mañana el mayor impedimento para vivir, pues nos perdemos del hoy, de lo que se dispone ahorita y que todavía se encuentra en nuestras manos para luego perder todo cuando llegue la muerte a desprendernos de esos intereses intrínsecos.

Según Séneca, la vida más breve y agitada será la de aquellos que se olvidan de los tiempos pasados, desprecian los presentes y tiemblan ante el futuro, lo cual me lleva a pensar que el pasado es inapelable y que el futuro es incierto, sin embargo, para no perder este recurso tan valioso llamado tiempo, se necesita dejar de estar ocupados en cosas inútiles para dedicarnos al presente, a contemplar el pasado para ejecutar el ahora, que es lo único que tenemos para poder seguir adelante.

  1. Se aprende a vivir cuando se aprende a morir

“A vivir hay que estar aprendiendo toda la vida y, algo que te va a extrañar más, toda la vida hay que estar aprendiendo a morir.”[6]

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