Sueño Realizado

En un asilo para gente de teatro arruinada, Langman, un empresario fracasado en el ramo del teatro, narra un acontecimiento que se pasó muchos años antes en una ciudad de provincia de Argentina, dónde una mujer adinerada le encargó una representación única de un sueño, enigmático hasta para ella. Eses son los dos lugares de acción del cuento Un sueño realizado, de Carlos Onetti que trabaja con cuestiones de la subjetividad humana como la acción de los hombres frente al dinero, la busca desenfrenada por un deseo y la muerte.

El acontecimiento narrado empieza con una pieza fracasada que dejó al empresario sin condiciones de salir de la provincia porque no tenía dinero. Un día, cuando estaba en un hotel desvencijado, viejo y barato una mujer rubia, alrededor de los 50 y muy misteriosa, le procuró pidiendo para que él organizase una representación de un sueño que ella tuvo. Langman quería recusar, pero como estaba carcomido por la necesidad de ganar dinero, por su desprecio hacia sí mismo y por su incapacidad para comprender la demanda de la mujer lo acepta. Esa escena está directamente conectada al título ya que la satisfacción del deseo solo iba a ocurrir a cambio de una cantidad suficiente de dinero, solo así el sueño sería realizado.

Langman, entonces, empieza a organizar la pieza y llama a Blanes, actor que el ya conoce y que acepta el trabajo también por el pago, ya que él siempre estaba borracho y necesitaba de plata para su vicio. Blanes, Langman y la señora hablan sobre la representación y el director termina de acertar los detalles para que ella sea posible. Blanes es un personaje poco centrado, siempre irónico que también hubiera sido fracasado, pero aún tenía sus habilidades de galán que las usa para conquistar la señora y llevarla a la cama descubriendo cual era la intención de la mujer con todo aquello y ganando dinero para emborracharse más. La señora, aunque Langman la vía como soñadora, tenía la precisión y claridad de lo que quería: revivir en la realidad la evanescencia del sueño y varias veces ella hace con que el estereotipo común de los géneros cambie: la mujer aquí es la que paga para satisfacer sus deseos y el hombre el que hace cosas para satisfacerla.

Cabe destacar que la presencia de la citación de la obra de Shakespeare, Hamlet, no es ingenua ya que el prototipo de la mujer es lo mismo del personaje principal de la obra: solitario y lleno de angustia que no puede dejar de cuestionar, reflexionar.

Todo estaba pronto, solo restaba que la pieza ocurriese. Durante la representación, todos los personajes en sus debidos papeles hacen lo que la mujer describió y al fin, cuando ella era acariciada – lo que sería la última escena del sueño – la mujer muere. Sólo aquí, delante del cuerpo muerto de la señora es que Langman sale de su racionalidad y comprende la sencillez del deseo de la mujer: recubrirse con las máscaras del teatro para

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