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Tres Colosos, Una añoranza


Enviado por   •  20 de Noviembre de 2013  •  1.455 Palabras (6 Páginas)  •  249 Visitas

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TRES COLOSOS, UNA AÑORANZA

Autor: Elio Mambell

Cuando la arboleda frondosa, entretejida por la diversidad de plantas, se conjugaba con el viento y el sol para hacer de la montaña un Edén terrenal, donde el cantar de las aves y el ruido de las chicharras, formaban una simbiosis para entonar melodías de loas al Creador del mundo, en agradecimiento por tener la fortuna de ser parte de tan pintoresco paisaje. Ahí, en esos momentos de existencia de riachuelos y quebradas, que en sus remansos, trasladaban por doquier semillas de diferentes especies de árboles, diseminando la simiente de estos gigantes a lo largo de sus recodos, para que fueran brotando y formándose como guardianes protectores de sus cauces. Es en ese lugar, donde prorrumpió el germen de los TRES COLOSOS.

Así es, como en la imaginación de los habitantes de la población de Uveral, parroquia del Municipio Esteller del Estado Portuguesa, se pinta el nacimiento de tres colosales samanes, tal cual, como el pintor le da pinceladas al lienzo en su empeño de armar la estructura estética con forma y color; así lo hace el tiempo en las mentes de estas personas con la firme intención de obviar el olvido. Seguramente, tuvieron una longevidad aproximadamente de 300 ò 400 años tal vez, pero, se desconoce la precisión del momento de sus inicios en la vida. A lo mejor, pasaran los siglos unos tras otros, pero nunca se sabrá exactamente como, y cuando nacieron estos árboles que alguna vez fueron iconos de este pueblo. Mas sin embargo, si se sabe cuándo y de qué modo terminaron sus días, en virtud que muchas personas vivimos aún para dar fe de su desaparición.

Estos tres samanes, se encontraban ubicados, El primero: al lado del tanque de suministro de agua, el segundo: en la calle conocida como “la Cueva del Perro”, al final del solar de la casa de un señor que era lisiado, a quien todos conocían como “ADOLFÌTO” (+) , y donde actualmente reside el señor Otoniel Arroyo, el tercero: en el finito de esta misma calle. Así, formaban con sus posiciones una figura piramidal, como queriendo dejar un mensaje que todavía no se ha entendido. Así, algunos ancianos del lugar que aún se aferran a la vida, cuentan que vieron esos árboles con sus hojas verdes, dejando claro que cuando llegaron a estas tierras, eran selvas y que estos samanes protuberaban ante los demás árboles. De modo que estos relatos han sido y siguen siendo inspiración de muchos juglares de este caserío, para darle rienda suelta a su talento de narradores de historias a través de ficciones, mitos y realidades.

En el año 1.975, cuando apenas tenía seis años de edad, fui testigo del momento en que un grupo de hombres derrumbaban el samán ya seco, que se encontraba al lado del tanque de suministro de agua. Con la inocencia que caracteriza a todo niño, observaba emocionado como esos hombres ataban piedras en la punta de unas sogas para lanzarlas sobre las ramas de este Goliat, y enredarlas en ellas para halarlas tal cual, como lo hacían los liliputienses con el gigante Gulliver en la fábula de Jonathan Swit. “Halen, halen… uno, dos, tres”, era el coro que al unísono se escuchaba a aquellos hombres, cuando rama a rama desmembraban el árbol. La causa para tumbarlo, fue el peligro que representaba para la bomba de succión de agua que abastecía el tanque, lo cierto es que sus restos sirvieron de leña para los fogones de las amas de casa de esa

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