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“UN DUELO DE ARTILLERÍA EN LA GUERRA DEL CHACO”


Enviado por   •  2 de Abril de 2017  •  Apuntes  •  1.643 Palabras (7 Páginas)  •  570 Visitas

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DEPARTAMENTO VI EDUCACIÓN Y DOCTRINA

ESCUELA SUPERIOR TECNOLÓGICA DEL EJÉRCITO

“MARISCAL JOSÉ BALLIVIAN”

BOLIVIA

ENSAYO

“UN DUELO DE ARTILLERÍA EN LA GUERRA DEL CHACO”
VISCACHARAL, SECTOR PILCOMAYO, 15 DE ENERO DE 1935 

  1. INTRODUCCIÓN.

Esta Batalla se produjo en el marco de la Guerra del Chaco, el año de 1935 y fue parte de las acciones de combate de la Defensa de Villamontes cuando el ejército paraguayo había casi llegado a los límites geográficos del Chaco, habiendo hecho retroceder al ejército boliviano casi 700 kilómetros en algunos puntos, desde que se iniciara la guerra en setiembre de 1932.

La Artillería paraguaya del sector estaba al mando del entonces mayor Fulgencio Yegros (luego general) comandante del grupo de artillería 2 paraguayo, que estaba desplegado en la zona norte del Pilcomayo, frente al Grupo de Artillería de la Cuarta división boliviana, comandado a la sazón por el coronel de artillería chileno Aquiles Vergara Vicuña. Este, recibido en el Colegio de Guerra en España y ex-miembro del gabinete chileno, era parte de un grupo de jefes y oficiales (105 en total) contratados en junio de 1934 por Bolivia, con gran consternación del gobierno paraguayo. Vergara Vicuña se integró al Primer cuerpo de ejército boliviano en octubre de 1934.

  1. DESARROLLO.

El 15 de enero de 1935 la artillería boliviana del sector, a la sazón comandada por el coronel Aquiles Vergara Vicuña, de reciente nombramiento, se hallaba ocupando un lugar llamado “Viscacharal”- en la explanada del río Pilcomayo donde moría la pendiente del extremo norte de la Serranía de Caiza- en cuyas inmediaciones tenía establecido su emplazamiento, la batería del sub teniente Bernardo Soria Galvarro, equidistante uno 5 kilómetros de otras que le flanqueaban; hacia el norte la del teniente Pastor Quiroga, situado en un punto llamado “Resistencia” y en dirección sur cerca del sitio llamado “Convento”, la del teniente Manuel Vaca Roca.


Frente a esta unidad, se encontraba el Grupo 2 de Artillería paraguayo “General Roa”, comandado por el mayor Fulgencio Yegros, que tenía como misión mantener una vasta cobertura a lo largo del Pilcomayo, desde Cururendá hacia el sur, tocándole ocupar el Talud de Piquyrendá situado entre Ybybobo y Palo Marcado, y enfrente de Viscacharal, a la 3ª batería a cargo del teniente Juan A. Monges. 

Los Oficiales Bolivianos iniciaron la planificación de sus fuegos a tempranas horas de la mañana con el Plano Director, con el transportador y la regla graduada en manos, trazaron las rectas de los tres rumbos, desde los asentamientos respectivos y su coincidencia con los objetivos fue perfecta.

Una vez listos los elementos necesarios para iniciar la acción; se realizó la coordinación de los fuegos con las restantes baterías, y el plan y régimen a que debían ceñirse. Esta se determinó de la siguiente manera, hacer tiro progresivo y regresivo escalonado con un consumo de 160 granadas, aproximadamente.


Con la pauta señalada, se elaboró el siguiente plan: 160 granadas de la batería de 65 mm (Soria Galvarro); 60 la de 75 mm (montada); 20 de la 75 mm (montaña) material éste último que tenía en esos días una expectativa de municionamiento muy escasa. El fuego debería desenvolverse en 20 minutos, a razón de 8, 3 y 1 tiros por minuto, de cada batería, respectivamente. Cada batería estaba compuesta de 4 cañones, con sus dotaciones respectivas.

A las 8 de la mañana, el Coronel Vergara acompañado por el teniente Soria Galvarro y el suboficial Zaconetta, se dirigieron al observatorio, que se encontraba en un árbol esquelético, de pobre ramaje, de forma achaparrada, situado en un montículo a 100 metros de la batería, a un costado.


Desde este lugar, donde la visualidad era magnífica, instalaron el anteojo antena, entregándose por algunos minutos, de lleno, a la tarea de escrutar en dirección al punto en que debía encontrarse el enemigo.

Luego el comandante de la batería impartió las órdenes. Rápidamente llegó por el hilo a voz: Pieza lista!; Fuego! contestó el teniente.

Se observó la caída del proyectil, oculto en los primeros segundos dentro de la espesa maraña y quedaron esperando el disparo inicial de la batería Quiroga.

Se sintió la detonación de salida y casi simultáneamente de llegada (a distancias medias, en ese material tipo rasante, el proyectil llega al objetivo conjuntamente con el sonido).

Observando atentamente sobre el punto batido pudieron comprobar que la nube de polvo y humo del calibre superior, quedaba inmediata a la anterior, ya en pleno desvaimiento.

Cabalito! - exclama Soria Galvarro.

Puede pasar al fuego de eficacia, si lo cree oportuno – ordena el Cnl. Vergara.

Se repitió las órdenes por teléfono, ahora con distancias escalonadas.

Batería lista! – una ráfaga! y luego, moviendo las distancias, y concentrando o repartiendo sobre cualquiera de las piezas: una ráfaga! dos ráfagas! y vuelta a comenzar.

Espectáculo formidable; tronadera ensordecedora de estampidos cercanos y explosiones lejanas que venía a aumentar el fuego de efecto a que también había pasado la batería Quiroga. La caída de los proyectiles se iba sucediendo con exactitud, gracias a las correcciones que se ordenaban.

Durante aproximadamente veinte minutos, los cañones, casi automáticos, continuaron vomitando activamente su granizo candente. Luego los Oficiales que se encontraban en el observatorio se dieron cuenta que la batería Quiroga había cesado de disparar, seguramente por conclusión de la ración acordada.

En este momento el Coronel Vergara ordeno: -Basta por ahora-.

Cuando se restituyeron al puesto de comando, distante 150 metros adelante, en una especie de explanada, lisa y despejada de árboles, cuyos puntos más visibles eran, acaso, el pahuiche utilizado como vivienda por el teniente y un cerco de ovejas de la inmediación más contigua. Era indudable que ese manchón ocre podía resaltar como rosetón de la guirnalda verde.

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