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Guerra Del Chaco

MartinCantero1231 de Julio de 2014

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Guerra de la Triple Alianza

La Guerra de la Triple Alianza o Guerra del Paraguay llamada por los paraguayos Guerra Grande o Guerra contra la Triple Alianza y por los brasileños Guerra do Paraguai, fue el conflicto militar en el cual la Triple Alianza —una coalición formada por el Brasil, el Uruguay y la Argentina luchó militarmente contra el Paraguay.

Existen varias teorías respecto de los detonantes de la guerra. En esencia, el revisionismo argentino y la visión tradicional paraguaya atribuyen un papel preponderante a los intereses del Imperio británico. La visión alternativa pone el acento en la agresiva política del mariscal Solano López respecto de los asuntos rioplatenses.

El conflicto se desencadenó a fines de 1864, cuando el mariscal Francisco Solano López, presidente paraguayo, decidió acudir en ayuda del gobierno ejercido por el Partido Blanco del Uruguay, en guerra civil contra el Partido Colorado, apoyado éste militarmente por el Brasil. López advirtió a los gobiernos de Brasil y la Argentina que consideraría cualquier agresión al Uruguay "como atentatorio del equilibrio de los Estados del Plata", pero tropas imperiales invadieron territorio uruguayo en octubre de 1864.

El 12 de noviembre de 1864, en represalia por la invasión brasileña a Uruguay, el gobierno paraguayo se apoderó de un buque mercante brasileño y del gobernador de la provincia brasileña de Mato Grosso, dando inicio a la Guerra y declarándola al día siguiente. La primera etapa consistió en la invasión del Mato Grosso, en diciembre de 1864, durante la cual fuerzas paraguayas ocuparon y saquearon gran parte de esa provincia.

Sin haber recibido aún ayuda externa, y atacado por las tropas de Venancio Flores, los invasores brasileños, la escuadra imperial y un importante apoyo logístico del gobierno argentino, el gobierno uruguayo se vio obligado a rendirse.

Solano López solicitó autorización al presidente argentino Bartolomé Mitre para atravesar territorio argentino rumbo al Uruguay con sus tropas, solicitud rechazada por Mitre. Haber permitido que tropas beligerantes atravesaran por su territorio hubiese constituido un abandono de la posición hasta entonces públicamente neutral de la Argentina; por otro lado, el gobierno argentino simpatizaba con el Partido Colorado del Uruguay. En respuesta, tropas paraguayas ocuparon la ciudad de Corrientes en abril de 1865, forzando a la Argentina a entrar en la guerra, aliada con Brasil y el nuevo gobierno uruguayo. A partir de ese momento ya puede hablarse de «Guerra de la Triple Alianza».

Fuera de Buenos Aires y Rosario (donde la prensa hacía fuerte propaganda política a favor de Brasil), la entrada argentina en el conflicto fue impopular, hasta el punto de que gran parte de las tropas enviadas lo fueron forzadamente.

La guerra terminó en 1870 con una derrota de Paraguay, que conllevó también un desastre demográfico: según las distintas fuentes, el país perdió entre el 50 % y el 85 % de su población y quizá más del 90 % de su población masculina adulta.

Paraguay perdió gran parte de los territorios que tenía aún en disputa diplomática con Brasil —334 126 km² y fue condenado a pagar una abultada indemnización de guerra, si bien el pago se fue atrasando a través de diferentes gobiernos de post-guerra y no se llego a efectuar. Sin embargo, el préstamo de post-guerra de £ 200 000 recibido del Reino Unido se saldó con sucesivas refinanciaciones, llevando la suma a £ 3 220 000.

Antecedentes

EL PARAGUAY Y SUS VECINOS

Según el testimonio del ministro americano acreditado en Asunción, el Señor Charles Ames Washburn en su libro: "Historia del Paraguay con Notas de Observaciones Personales y Reminiscencias de la Diplomacia en Dificultades", se describe a Francisco Solano López como desafiando a muerte a Brasil, Argentina y Uruguay, que se unieron en legítima defensa contra el demente que, a semejanza del viejo de la montaña, el primer "asesino", aterrorizó a su propio pueblo para reducirlo a la sumisión abyecta, y luego lo explotó en una expedición depredadora contra sus vecinos.

El hecho patente de que la figura de Francisco Solano López se destaque heroicamente a través de las fugaces llamaradas de la incomparable resistencia opuestas por el Paraguay a las fuerzas abrumadoras de la Triple Alianza, a prestado color a esta manera de ver la gran lucha. Apenas se necesita decir que, como todas las interpretaciones puramente personales de la historia, ésta no puede resistirse a la prueba de un examen cuidadoso.

Los orígenes de la guerra del Paraguay arrancan del crecimiento y constitución de la Argentina y el Brasil, dos estados que van ahora en rápida ascensión hacia el nivel de las grandes potencias. Puede considerarse dicha guerra como un episodio de la constitución de la nacionalidad argentina, o puede considerársela como una fase del desenvolvimiento económico del Brasil, lo cierto es que se trata de un suceso inmensamente significativo para la historia de las tierras situadas al este de los Andes y al sur del Amazonas.

LA DOCTRINA DEL EQUILIBRIO

Solano López introdujo innovaciones fundamentales en la política exterior. Hasta entonces el Paraguay se había cuidado de participar en los asuntos del Río de la Plata, fiel a la doctrina de la no intervención. En el concepto del nuevo gobernante, había llegado el momento de abandonar esa táctica en cuanto los conflictos afectaran los intereses fundamentales del Paraguay, sobre todo la conservación de su independencia. Ésta dependía en gran parte al equilibrio de fuerzas entre los dos poderosos vecinos, el Imperio del Brasil y la República Argentina. Si ese equilibrio se rompía en favor de uno de esos países o si los dos se ponían de acuerdo, la independencia paraguaya estaría en mortal peligro. En consecuencia el gobierno del Paraguay proclamó como norte de su política exterior el mantenimiento del equilibrio en el Río de la Plata y su propósito de impedir cualquier atentado contra el mismo. La ocasión de hacer valer la nueva doctrina se presentó, cuando, con motivo de un movimiento armado iniciado en el Uruguay en 1863, intervinieron primero los argentinos y luego los brasileños en apoyo de los revolucionarios y el gobierno de Montevideo les atribuyó propósitos contrarios a la independencia uruguaya. López invocó como base de su protesta el mantenimiento de dicho equilibrio político del Río de la Plata, por lo que fue vivamente ridiculizado por los "aliados" ( históricamente no se había hablado de ninguna alianza) llamándolo "equilibrista", ninguno que estudie desapasionadamente los acontecimientos políticos que más de una vez han agitado a las Repúblicas del Plata, podrá negar que allí existe una cuestión de equilibrio político.

El gobierno de Asunción, por la voz del ministro de Relaciones Exteriores José Berges declaró, que de ninguna manera consistiría el avasallamiento de la autonomía uruguaya pues consideraría violatorio del equilibrio del Río de la Plata y amenazante para la independencia del Paraguay.

CUESTIÓN DE LÍMITES CON LOS PAÍSES VECINOS

En el año 1862 vencían los plazos de 6 años fijados por los tratados Berghes-Paranhos con el Brasil y Vásquez-Guido con la Argentina. No se había podido llegar a un acuerdo definitivo sobre la cuestión de los límites con ambos países y el entredicho se agrava mediante el transcurrir del tiempo. Algunos hablaban desembozadamente de una guerra como el único medio e salir del punto muerto en que se encontraban las negociaciones.

Los brasileños fundaron las colonias de Dorados y Miranda en la margen derecha del Río Apa. Esta zona estaba neutralizada por el tratado de 1856.

En el Río de la Plata los acontecimientos se precipitaban rápida y peligrosamente para el Paraguay, obedeciendo a combinaciones de intereses políticos en pugna en ambas orillas. Los paraguayos exiliados residentes en Bs. As. alentaban las pretensiones porteñistas

como un medio de apoderarse del poder en su patria, aún a costa de los grandes sacrificios que ineludiblemente acarrea una guerra.

LA OPINIÓN PÚBLICA

El deterioro de la situación del Río de la Plata, en coincidencia con el fenecimiento de los plazos para la solución de las graves cuestiones de límites con el Brasil y la Argentina llevó a una crisis grave en la que la República jugaba su destino. El país no fue informado de la situación sino ya al borde de la guerra. No hubo ocasión de debatir los problemas, pues no existía prensa, tribuna, ni parlamento donde la discusión fuera posible. El pueblo debía atenerse a la palabra oficial. Dentro del régimen estatal, todo pendía del juicio y la decisión del presidente. No cabía controvertir opiniones, ni escuchar consejos, ni analizar los motivos sobre los cuales estaba actuando el gobierno. A nadie le estaba permitido el menor reparo. Tampoco había el modo de investigar si el Paraguay se hallaba en condiciones de afrontar un conflicto bélico. Era evidente que, pese a la cuantía bélica del ejército, sus armas eran anacrónicas, la marina de guerra prácticamente no existía, se carecían de jefes y oficiales en número suficiente y no estaban organizados los grandes servicios de estado mayor y de administración militar. Pero nadie podía señalar las deficiencias ni los errores que se pudieran cometer en la conducción diplomática. No obstante el pueblo en masa acompañó a López en su política. Intuía que estaba en juego su suerte y que nuevamente era llamado a los cuarteles para defender la sagrada causa de la independencia nacional. Se confiaba plenamente en el patriotismo y la clarividencia del gobernante.

Aparte

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