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Amalia, En cambio para otros críticos Amalia es una novela histórica


Enviado por   •  12 de Noviembre de 2017  •  Ensayos  •  2.850 Palabras (12 Páginas)  •  208 Visitas

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INTRODUCCION:

Toda lectura contiene una labor hermenéutica, en cuya base está la actitud que toma el lector frente al texto. Y si bien nos acercamos a cada obra como a un individuo literario con rasgos peculiares, el hecho de que se nos ofrezca como perteneciente a uno u otro género provoca ciertas expectativas que condicionan su lectura. No es posible realizar una lectura óptima de Amalia sin haber dilucidado con anterioridad los problemas genéricos que suscita.Ademas la tarea se torna más difícil si se considera que el tópico en cuestión ha tomado distintas posiciones al respecto.

En este trabajo tratare de analizar las dos posiciones que se presentan .En base al estudio detenido de ellas, escoger solo una como verosímil adoptando sus fundamentos y justificando mi elección tratando de elaborar mis propios argumentos.

DESARROLLO:

A más de un siglo de publicada sigue cuestionándose la condición de novela histórica de Amalia.

Existe una tendencia predominante a juzgar la obra desde una rígida perspectiva, elaborada a partir de los rasgos de la novela histórica que inició Walter Scott y fue cultivada con variable fidelidad al modelo por sus seguidores. Uno de los rasgos fundamentales de este tipo de novela consiste en la reconstrucción de realidades  absolutamente pretéritas. Amalia presenta, en cambio, una realidad vivida por el autor y sus contemporáneos: la novela de Mármol queda, desde esta perspectiva, fuera del género. Otro factor -y no el menos importante- que torna cuestionable el carácter Histórico de la novela es la evidente parcialidad del autor con respecto a Rosas y su política: Mármol ha cargado las tintas en cuanto pudiera servirle para atacar al gobernante y su régimen.

Según Amado Alonso, en su clásico ensayo sobre la novela histórica, se pronuncia taxativamente por la exclusión del género: «No cuento como históricas novelas que pinten los tiempos del autor, aunque contengan episodios reales, ya de la vida privada como de la pública, como en Amalia de Mármol». Lo mismo ocurre con Enrique Anderson Imbert: «Caso típico de novela política, no histórica, es la Amalia, del argentino José Mármol».

Amalia será así, en la opinión de autores diversos, «arma literaria», «crónica apasionada de sucesos vividos por el autor-narrador imaginario», «novela militante y documentaria», «documento histórico de valor autobiográfico y social», «novela política, con una dirección y un sentido hasta de propaganda», obra que «expresa y trasunta  la pasión de las almas y el cuadro de la época con autenticidad», «ante todo un testimonio», «relato auténtico de la atmósfera política y social del Buenos Aires de entonces», etc.

En cambio para otros críticos Amalia es una novela histórica.

Según Arturo Giménez Pastor, «Esa novela nació histórica; no necesitó, para serlo, que el tiempo llegara a revestirla de tal carácter; fué congénitamente histórica, porque fué engendrada por cosas y con cosas que tenían sangre de historia; entre éstas, la pasión, que fué y es su agente dinámico-moral, la pasión con que el alma del proscripto escribió esa denuncia de la tiranía Rosista lanzada al mundo bajo las formas de un drama novelesco».

Jorge Max Rohde afirma que «podemos considerar a Amalia como una novela histórica sui generis».

Para Díez-Echarri y Roca Franquesa, se trata de «un tipo intermedio entre lo histórico y lo político».

Arturo Berenguer Carisomo la reconoce como «novela histórica , en rigor la primera de las letras argentinas».

También la consideran histórica Arturo Sergio Visca, Alberto Blasi Brambilla y -aunque no de modo explícito- Marguerite Suárez-Murias y Cedomil Goic.

Bueno es no sujetarse a paralizantes criterios extrínsecos y valorar la obra desde el propio texto y su circunstancia. Se comprobará así que en la raíz misma de Amalia está presente el género «novela histórica» como carril conductor que ha guiado la pluma de Mármol.

 Amalia fue -inútil negarlo- un arma de lucha contra el Rosismo. Pero no es reductible a mera arma de lucha: Mármol eligió para su prédica un cauce, el de la novela histórica europea, a la manera de Walter Scott o de Alejandro Dumas.

Afirma el autor que Amalia es su «primer romance histórico, y el primero también que se ha escrito en la América del Sur». Admite que en su origen Amalia -al igual que Agustina y Las noches de Palermo-, tuvieron un fin político contra Rosas; pero agrega: «no es menos cierto que tienen también una trama y una faz literaria . Y en ese carácter no nos despojaremos jamás de esas obras que son las mejores hojas de nuestra humilde corona de poeta».

Para Mármol Amalia es una novela histórica y esto condiciona de modo definido la elaboración del texto. La novela se publicó por primera vez en 1851-1852, por entregas, y fue completada y editada definitivamente en 1855. De las numerosas variantes que existen entre ambas ediciones, buena parte responde -como se verá- a la intención de Mármol de que su novela fuera histórica.

En 1855, por su parte, los editores de Amalia aseveran: «la pluma del romance  no es incompatible con la verdad de las relaciones históricas. Este sistema, tan común en la literatura moderna de la Europa, es nuevo entre nosotros. El Señor Mármol ha sido el primero que lo ha empleado, y todavía es el único

Entonces, no sólo hay en Mármol una pasión política arrolladora que tiñe con particulares colores el mundo configurado, sino una actitud historicista, propia de esa etapa de la vida intelectual argentina.El devenir histórico es visto como un progreso constante, sujeto a leyes específicas para cada pueblo y gobernado por el designio de la Providencia, que se cumple a pesar de eventuales retrocesos.

La novela evalúa el período Rosista en todas sus manifestaciones, indaga los momentos del proceso histórico que lo han hecho posible y proclama la caducidad futura de Rosas y su gobierno. Rosas aparece como una fuerza obstaculizadora del progreso que, una vez superada, deberá ser conocida y juzgada por las generaciones venideras.

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