Análisis de los libro de Niccolo Macchiavelli "Еl Príncipe"
pedrosogolosoReseña20 de Octubre de 2011
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Nicolás Maquiavelo
INTRODUCCIÓN
Con el Renacimiento, aparece en la realidad política del mundo, una nueva magnitud política: el Estado nacional que lucha por su autoridad, por su liberación de los lazos supranacionales del sistema medieval, por su unificación y organización unitaria.
A principios del siglo XVI, casi toda Europa occidental ofrece una estructuración basada en monarquías absolutas (con su poder absoluto: soberanía), que adoptan una política consciente de explotación de recursos nacionales, de fomento del comercio, tanto interior como exterior, de desarrollo del poder nacional, y de concentración de las fuerzas militares y de la administración de justicia.
También es necesario destacar, que la aparición del Estado moderno, caracterizada por los monarcas absolutos que centralizan la lucha por su primacía (en lo interior, contra los señores feudales y en lo exterior, contra el pontífice y el emperador), hubiera sido imposible sin un apuntalamiento ideológico. Así, se señalan como los tres grandes jalones del absolutismo monárquico a: Maquiavelo, con su separación de la política de la moral; Bodin, con su teoría de la soberanía; y Hobbes, con su concepto de soberanía absoluta, sin límites.
El propósito principal de este trabajo es analizar “El Príncipe” considerado como texto fundador de la Ciencia Política, aunque hoy en día, esta disciplina se ha desarrollado mucho mas allá de aquellas recomendaciones.
El poder ha seducido a los hombres desde los tiempos más remotos.
Maquiavelo se valió de sus propias experiencias, lo que se ve reflejado en la mayoría de sus obras. Su concepción y su práctica ha sido heterogénea a través de la historia de la civilización.
Pero nadie en muchos siglos se había aproximado a develar la naturaleza del poder en forma tan realista y desnuda como Nicolás Maquiavelo.
La idea que suele haber de Maquiavelo y su libro más clásico, es la del cinismo como actitud indispensable en las tares del gobierno. La suposición de que el fin justifica los medios, ha sido tenida como paradigmática, aunque él no dijo eso.
Nunca debemos perder de vista la época en que le tocó vivir, para entender su posición, sobre cómo conquistar y sostener el poder político de manera segura, en su obra más leída y discutida, exaltada y vituperada, amada y odiada de la literatura política de todos los tiempos.
Fue escrita entre julio y diciembre de 1513, en la villa llamada L¨Albergaccio, de Sant` Andrea in Perrcussina, cerca de San Casciano, donde Maquiavelo, caído en completa desgracia con los Médicis, se había retirado desde abril.
Debido a su preocupación por el destino de Florencia y de Italia, y deseoso de expresar su pensamiento madurado en muchos años de experiencia política, se ve en la obligación de interrumpir su ya comenzado comentario de Tito Livio y elaborar rápidamente este nuevo tratado, más breve.
Lo anunció el 10 de diciembre de 1513 en una carta célebre a su amigo Francesco Vettori.
Más tarde, en 1516, antepuso al tratado una dedicatoria a Lorenzo de Médicis, pero no volvió a tocar el texto.
“El Príncipe” es una obra concebida sin interrupción por la mente de su autor, y vanos han sido los intentos de algunos estudiosos por distinguir sucesivas fases en su elaboración. El título no fue bien definido por Maquiavelo, lo llamó “De Principatibus”, “De principati”, “De príncipe”. Pero la tradición ha preferido “El Príncipe”, subrayando con ello la importancia básica que para la obra, tiene la figura personal del jefe del Estado.
El libro se publicó póstumamente; la primera edición es de 1532, en Roma, por Antonio Blado y en Florencia por Bernardo Giunta. El tratado, muy breve, consta de veintiséis capítulos y es una férrea concatenación lógica, de urdimbre continua y sin interrupciones, ni disgresiones.
NICOLAS MAQUIAVELO
Su Biografía
Nicolás Maquiavelo -Niccolo Macchiavelli- nació en Florencia el 3 de mayo de 1469.
Era hijo de Bernardo dei Niccolo Macchiavelli, jurisconsulto, y de Bartolommea dei Nelli, una dama muy bella e instruida.
Fue escritor, jurista, diplomático y político. Consagró su vida a la teoría y praxis política, la que dedujo de su observación y su experiencia directa de la confusión política. Su prestigio comenzó pronto, y a los veinticinco años se le nombró secretario del gobierno Dei Dieci. Se desempeñó, luego, en distintas legaciones en algunos estados de Italia y en Alemania, misiones éstas que hubo de comentar en sus escritos.
En 1502 contrajo matrimonio con Marietta Corsini, del mismo nacieron cinco hijos.
Sus actividades como embajador duraron hasta el año de 1512, en que se le dieron responsabilidades políticas y técnicas incluyendo la organización de una infantería nacional y de una caballería.
En el año 1513 es alejado del poder y comienza una época de persecución contra él. Los Médicis lo encarcelaron y fue sometido al tormento, acusándosele de conspirador. Ya había publicado para entonces obras filosóficas y literarias, pero luego de ser prácticamente desterrado de Florencia, desde su casa de campo, intensificó sus tareas; y gracias a la atracción que siempre experimentó el gran Lorenzo de Médicis, uno de los espíritus más representativos del Renacimiento por las artes y las letras, pudo Maquiavelo obtener su favor.
Muy distinguido también como tratadista y crítico militar, publicó obras muy notables de este carácter como “El arte de la guerra”, “Ordenanza de la Infantería” y “Ordenanza de la Caballería”. En otros aspectos, destacan su “Discurso sobre las Décadas de Tito Libio”, “Discurso sobre la Lengua”, “Historia Florentina”, “Mandrágora” y “Discurso Moral”.
En todas sus obras, revela Maquiavelo su gran cultura, un pensamiento ágil y profundo y dotes extraordinarias de escritor. Maneja el idioma con personalísimo estilo y suprema elegancia. Físicamente, era Nicolás Maquiavelo un hombre enjuto, de regular estatura y rostro anguloso, expresivo y sereno.
La obra fundamental del célebre filósofo florentino, la que ha perdurado a través del tiempo, dando siempre lugar a las más encontradas opiniones, es “El Príncipe”, libro que encierra, cuanto de filosofía práctica y reglas de gobierno podría apetecer cualquier jefe de Estado de cualquier tiempo, dispuesto a no reparar en medio para alcanzar sus fines. Su índole moral es fundamentalmente recusable.
“El Príncipe” ha tenido apologistas entusiastas, como Gentile, Alfieri, Wicouefort, Gobineau y Nietzsche; y detractores implacables, a cuyo frente se hallan, en diferentes épocas, hombres como Saavedra, Fajardo, Voltaire, Federico de Prusia, Macaulay, Castelar, Tolstoi, etcétera.
Napoleón comentó el libro de Maquiavelo con discrepancia en algunos puntos, pero siempre con simpatía. En cuanto al príncipe que hubiera de tomar como modelo, para el diseño de su obra, se cita a Fernando El Católico y César Borgia.
Maquiavelo vivió algún tiempo en la corte del duque Valentinois, y en ella pudo ver muchos hechos y actitudes que aprovechó para la composición de su libro. Sea como fuere, lo cierto es que “El Príncipe” está considerado, con justicia, como una manifestación típica del espíritu del Renacimiento y una de las obras maestras de la literatura universal.
Murió el 22 de Junio de 1527, a la edad de 58 años, en Florencia. Sus restos fueron inhumados en Santa Croce.
Maquiavelo y Dios
Su pensamiento
Tener de amigo a Dios es un privilegio, decía el Florentino, que no puede tomarse a la ligera. Se supone que el amigo de los Dioses, escribe Platón en “la República”, recibe de ellos lo mejor de las cosas. Moisés, escribe Nicolás, tuvo un gran preceptor en Dios mismo y recibía de él órdenes verbales. En ningún lugar, nuestro autor, examina por extenso su concepción de Dios. Pero diseminadas en sus escritos, hay muchas referencias a Dios. Reunidas, forman un retrato inconfundible. El Dios de Nicolás es el Creador, la Divinidad Principal, Providencial, Real, Universal; el de los muchos nombres, personal, invocable, agradecible, merecedor de reverencia; un juez, justo y clemente, que premia y castiga; aterrador, una fuerza trascendente, separada del mundo pero actuante en él.
“...y el hombre ha sido creado sólo para bien y honor de Dios, quien le dio el habla para que pudiera alabarlo; le dio un rostro no inclinado hacia la tierra, como los animales, sino orientado hacia el cielo para que pudiera contemplarlo continuamente; le dio las manos para que pudiera construir templos, hacer sacrificios en su honor; le dio la razón y el intelecto para que pudiera especular y conocer la grandeza de Dios... Pensad por tanto cómo todas las cosas hechas y creadas, son hechas y creadas en beneficio del hombre...”
Carta de Maquiavelo a su amigo Vettori
Escrita en 1513
En mis tierras me estoy, y desde mis últimas desventuras no he permanecido, juntándolos todos, ni veinte días en Florencia... Me levanto con el sol y me voy al bosque mío que están talando, donde paso dos horas, inspeccionando los trabajos del día anterior y conversando con los leñadores, que siempre tienen algún pleito entre ellos o con sus vecinos...
Y dejando el bosque, me dirijo a una fuente, y de allí al sitio donde dispongo mis trampas para cazar pájaros, con un libro bajo el brazo: Dante, Petrarca, o uno de los poetas menores, como Tibulo u Ovidio. Leo de sus amores y pasiones que, al recordarme las mías, me entretienen
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