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Apuntes Accion Humana

5 de Junio de 2014

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Apuntes de la acción humana.

Instituciones: comportamientos pautados, y seguidos por colectivos sociales.

También puede definirse como toda construcción social.

La vida humana es una ininterrumpida secuencia de acciones individualizadas. Ahora bien, tales individualizadas acciones no surgen nunca de modo aislado e independiente. Cada acción es un eslabón más en una cadena de actuaciones, las cuales, ensambladas, integran una acción de orden superior, tendente a un fin más remoto. Toda acción presenta, pues, dos caras. Por una parte, supone una actuación parcial, enmarcada en otra acción de mayor alcance; es decir, tiéndese mediante aquélla a alcanzar el objetivo que una actuación de más amplio vuelo tiene previsto. Pero, de otro lado, cada acción constituye en sí un todo con respecto a aquella acción que se plasmará gracias a la consecución de una serie de objetivos parciales. (pag 81)

EL ASPECTO INDIVIDUALIZADO

Y CAMBIANTE DE LA ACCIÓN HUMANA

El contenido de la acción humana, es decir los fines a que se aspira y los medios elegidos y utilizados para alcanzarlos, depende de las particulares condiciones de cada uno. El hombre es fruto de larga evolución zoológica que ha ido modelando su estructura fisiológica. Es descendiente y heredero de lejanos antepasados; el sedimento, el precipitado, de todas las vicisitudes experimentadas por sus mayores constituye el acervo biológico del individuo. AI nacer, no es que irrumpa, sin más, en el mundo, sino que surge en una determinada circunstancia ambiental. Sus innatas y heredadas condiciones biológicas y el continuo influjo de los acontecimientos vividos determinan lo que sea en cada momento de su peregrinar terreno. Tal es su sino, su destino. El hombre no es «libre» en el sentido metafísico del término.

Constríñele el ambiente y todos aquellos influjos que tanto él como sus antepasados experimentaron. La herencia y el entorno moldean la actuación del ser humano. Sugiérenle tanto los fines como los medios. No vive el individuo como simple hombre in abstracto; es, por el contrario, siempre hijo de una familia, de una raza, de un pueblo, de una época; miembro de cierta profesión; seguidor de determinadas ideas religiosas, metafísicas, filosóficas y políticas; beligerante en luchas y controversias. Ni sus ideas, ni sus módulos valorativos constituyen propia obra personal; adopta, por el contrario, ajenos idearios y el ambiente le hace pensar de uno u otro modo. Pocos gozan, en verdad, del don de concebir ideas nuevas y originales, que desborden los credos y doctrinas tradicionales.

El hombre común, personalmente, descuida los grandes problemas. Prefiere ampararse en la opinión general y procede como «la gente corriente»; constituye tan sólo una oveja más del rebaño. Esa intelectual inercia es precisamente lo que le concede investidura de hombre común. Pero no por ello deja ese hombre común de elegir y preferir. Acógese a los usos tradicionales o a los de terceros únicamente por entender que dicho proceder le beneficia y modifica su ideología y, consecuentemente, su actuar en cuanto cree que un cambio determinado va a permitirle atender a sus intereses personales de modo más cumplido.

La mayor parte de la vida del hombre es pura rutina. Practica determinados actos sin prestarles atención especial.

Muchas cosas las realiza porque así fue educado, porque del mismo modo otros proceden o porque tales actuaciones resultan normales en su ambiente. Adquiere hábitos y reflejos automáticos. Ahora bien, cuando sigue tales conductas es porque las correspondientes consecuencias resúltanle gratas, pues tan pronto como sospecha que el insistir en las prácticas habituales le impide alcanzar ciertos sobrevalorados fines, rápidamente cambia de proceder. Quien se crio donde el agua generalmente es potable se acostumbra a utilizarla para la bebida o la limpieza, sin preocuparse de más. Pero si ese mismo individuo se traslada a un lugar donde lo normal sea la insalubridad del líquido elemento, pronto comenzará a preocuparse de detalles que antes en absoluto le interesaban. Cuidará de no perjudicar su salud insistiendo En la anterior conducta irreflexiva y rutinaria.

El hecho de que determinadas actuaciones practíquense normalmente de un modo que pudiéramos denominar automático no significa que dicho proceder deje de venir dictado por una volición consciente y de una elección deliberada. El entregarse a cualquier rutina, que quepa abandonar, implica, desde luego, actuar. La praxeología no trata del mudable contenido de la acción, sino de sus formas puras y de su categórica condición. El examen del aspecto accidental o ambiental que pueda adoptar la acción humana corresponde a la historia. (85-86)

Quienes manejan los sucesos históricos como armas dialécticas en sus controversias no son historiadores, sino propagandistas y apologistas. Tales expositores no buscan la verdad; sólo aspiran a propagar el ideario de su partido. Son combatientes que militan en favor de determinadas doctrinas metafísicas, religiosas, nacionalistas, políticas o sociales. Reclaman para los correspondientes escritos investidura histórica con miras a confundir a las almas Cándidas.(86)

La historia económica es posible sólo en razón a que existe una teoría económica, la cual explica las consecuencias económicas de las actuaciones humanas. Sin doctrina económica, toda historia referente a hechos económicos no sería más que mera acumulación de datos inconexos, abierta a las más arbitrarias interpretaciones. (90)

Inciden en grave error aquellos economistas que pretenden sustituir por una «economía cuantitativa» la que ellos denominan «economía cualitativa». En el mundo de lo económico no hay relaciones constantes, por lo cual toda medición resulta imposible. Cuando una estadística nos informa de que en cierta época un aumento del 10 por 100 en la producción patatera de Atlantis provocó una baja del 8 por 100 en el precio de dicho tubérculo, tal ilustración en modo alguno prejuzga lo que sucedió o pueda suceder en cualquier otro lugar o momento al registrar una variación la correspondiente producción de patatas. Los aludidos datos estadísticos no han «medido» la «elasticidad de la demanda» de las papas, únicamente reflejan un específico e individualizado evento histórico. (96)

la economía en modo alguno es una disciplina atrasada por no ser «cuantitativa». Carece de esta condición y no se embarca en mediciones por cuanto no maneja constantes. Los datos estadísticos referentes a realidades económicas son datos pura-mente históricos. Ilústranos acerca de lo que sucedió en un caso específico que no volverá a repetirse. Los fenómenos físicos pueden interpretarse sobre la base de las relaciones constantes descubiertas mediante la experimentación. Los hechos históricos no admiten tal tratamiento. (98)

Fue un error fundamental de la escuela histórica de las. Wirtschaftliche Staatswissenschaften, en Alemania, y del Institucionalismo, en Norteamérica, el considerar que la ciencia económica lo que estudia es la conducta de un cierto tipo ideal, el homo oeconomicus. La economía clásica u ortodoxa —asegura dicho ideario— no se ocupó del hombre tal y como en verdad es y actúa, limitándose a analizar la conducta de un imaginario ser guiado exclusivamente por motivos económicos, impelido sólo por el deseo de cosechar el máximo beneficio material y monetario. Ese supuesto personaje jamás gozó de existencia real; es tan sólo un fantasma creado por arbitrarios filósofos de café. A nadie impele, de modo exclusivo, el deseo de enriquecerse al máximo; muchas gentes ni siquiera experimentan esas materialistas apetencias. Impertinente resulta, al estudiar la vida y la historia, perder el tiempo ocupándose de tan fantasmal engendro (107)

La economía no utiliza el método de la lógica ni el de las matemáticas. No se limita a formular puros razonamientos apriorísticos, desligados por completo de la realidad. Plantease supuestos concretos siempre y cuando su análisis permita una mejor comprensión de los fenómenos reales. No existe en los tratados y monografías económicas una separación tajante entre la pura ciencia y la aplicación práctica de sus teoremas a específicas situaciones históricas o políticas. La economía formula sus enseñanzas entrelazando el conocimiento apriorístico con el examen e interpretación de la realidad. (112)

Tan erróneo es el suponer que la vía histórica permite, por sí sola, abordar el estudio económico, como el creer quepa la existencia de una economía pura y exclusivamente teórica. Una cosa, desde luego, es la economía y otra la historia económica.

Nunca ambas disciplinas deben confundirse. Todo teorema económico resulta válido y exacto en cualquier supuesto en el que concurran las circunstancias previstas por el mismo. Desde luego, ninguno de los aludidos teoremas tiene interés práctico cuando en el caso no se dan los correspondientes presupuestos. Las doctrinas referentes al cambio indirecto carecen de todo valor si aquél no existe. Ahora bien, ello nada tiene que ver con la exactitud y certeza de las misma.

El deseo de muchos políticos y de importantes grupos de presión de vilipendiar la economía política y difamar a los economistas ha provocado confusión en el debate. El poder embriaga lo mismo al príncipe que a la democrática mayoría. Aunque sea a regañadientes, todo el mundo ha de someterse a las inexorables leyes de la naturaleza. Sin embargo, los gobernantes no piensan lo mismo de las leyes económicas. Porque, ¿acaso no legislan como les place? ¿No disponen de poderío bastante para aplastar

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