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CUENTO LA JIRAFA


Enviado por   •  16 de Septiembre de 2012  •  1.824 Palabras (8 Páginas)  •  630 Visitas

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Dedicado para

todos aquellos que desean viajar por medio de la imaginación

Por : Hillary Álvarez

Rita la Jirafa

Caminaba con paso vacilante y a veces hasta retrocedía un poco, la cabeza gacha y las pequeñas orejas caídas. Sus patas flacas de repente no quisieron seguir mas, cayó desfallecida y perdió el conocimiento. Así la encontró su pequeña amiga Fira, como pudo estuvo dándole empujones, tratando de despertarla. Una vez que Rita abrió los ojos y estos se clavaron en Fira, preguntó:

¿Por qué me has despertado?, no ves que quiero descansar.

¡Oh! Disculpa, creía que te sentías mal.

Efectivamente, me siento mal, por eso quería seguir dormida. Bien sabes que no soy aceptada y ya no aguanto más.

-¡Bah! No hagas caso, vamos a jugar y a comer hojas frescas.

- ¿Comer?, eso es lo que menos puedo hacer, fíjate bien y ve si acaso hay hojas tan bajas que yo las pueda alcanzar, no hay nada, si hubiera no me sentiría tan cansada.

- Hay Rita, yo te ayudo, te bajo las ramas y comemos, después nos vamos a jugar.

- Está bien, haré un esfuerzo y espero no tengas problemas con tu madre, lo de menos es que me diga zotaca, enana, tachuela y demás adjetivos descalificativos, pero recuerda los cabezazos que te ha dado cuando te ve conmigo.

Así, Fira y Rita decidieron buscar acacias y alimentarse, una vez saciadas y con renovada energía, empezaron sus juegos de carreras y saltos.

Agitadas todavía, se pararon bajo la sombra de una acacia. De pronto Fira dijo:

- Oye Rita, tengo una excelente idea para que tu cuello crezca.

- ¡Imposible! Mi cuello no tiene remedio- objetó Rita.

- Espera, aún no te digo el plan, es fácil.

-A ver dímelo y además convénceme. –dijo Rita.

- Mira, recuerdas aquellos humanos que se estaban bañando en el río.

-Sí, lo recuerdo.

- Pues a que no te fijaste en lo que tenía en el cuello uno de ellos.

- Pues la verdad no.

- Entonces eres mala observadora

-Mira, traían unos anillos y he oído a mi madre y a mi tía que lo usan para alargar su cuello, hasta dijeron que tú deberías usarlo. Pienso que tienen razón, vamos junto a sus casas y buscamos anillos. Veras como tu cuello se alarga.

- No creo que sirva de algo, es mejor que me quede así y no hacerme ilusiones.

-Vamos, nada pierdes con intentarlo.

Sigilosas salieron de la selva y se acercaron a un chocerío. Husmearon por todos lados y no vieron nada. Fue Fira la que los encontró, estaban cerca de una ventana sobre una mesa, alargo su cuello, abrió la boca y tomó los anillos y corrió seguida por Rita.

Una vez dentro de la selva, Fira con muchos trabajos le puso a Rita los anillos, le lastimaban un poco el cuello pero no dijo nada, solo pensaba en tener su cuello mas largo.

Con sus anillos de colores caminó airosa frente a sus congéneres y éstas al verla rieron un poquito, luego otro poco y después no pudiendo contenerse rieron a carcajadas, tanto que les dolió la barriga y una de ellas hasta llegó a echar un chorro de pipí, así de mucho se rieron de la pobre de Rita.

Rita estaba preparada para ello, pues de sobra sabía lo ponzoñosas que eran. Siguió adelante sin hacer caso de sus carcajadas y orines.

Al día siguiente Fira le contó que todas las jirafas estaban muy emocionadas y preparaban una gran fiesta para una visita que venía de tierras muy pero muy lejanas, eso sí nadie la conocía, ni siquiera la jirafa más vieja.

- Dicen que es una jirafa que ostenta el rango de princesa- dijo Fira

-Pues así sea reina, yo en que salgo beneficiada, de todas maneras no he de verla, quien me va a dejar acercarme y además ni me importa.

Pasó el tiempo y llegó el día del arribo de la princesa jirafa, todas se fueron a bañar al arroyuelo y lucían limpias y relucientes, de vez en vez una que otra practicaba algún saludo inclinando la cabeza y doblando una pata, había quienes decían:

- ¡A sus órdenes majestad ¡

-¡ A las patas de usted su excelencia!

En fin el ambiente era de gran algarabía y suspenso.

Más tarde, a lo lejos se divisó una gran polvareda, y entre el polvo se divisó un carruaje custodiado por enormes elefantes indios.

Todas las jirafas se emocionaron, gritaban y no sabían hacia donde correr, era tal el desconcierto que hasta chocaban unas contra otras, dándose cuenta de ello la jefa jirafa gritó:

- Orden, orden por favor, que acaso van a exhibir su falta de modales en este momento tan importante.

Las jirafas se miraron unas a otras y en segundos tomó cada una posición del lugar asignado con anterioridad.

El carruaje se paró, bajaron una rampa que rechinó y el ruido se escuchó en toda la selva, enseguida se miraron unas patas flacas pisar la rampa. Apenas si tuvo tiempo el elefante Heraldo de anunciar la aparición de la princesa Aba.

El asombro no fue menor que el que causó la noticia del derrumbe de las torres gemelas de Nueva York.

Las jirafas se quedaron con la boca abierta, como si estuvieran tomando hojas de acacia, la figura que vieron salir era igual a Rita, salvo por la capa roja de terciopelo que cubría el lomo de la princesa. Las exclamaciones en voz baja no

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