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Capitulo 17: El Conocimiento Del Mundo Social

ayelen.fernandez5 de Octubre de 2014

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El mundo social: las relaciones con los otros

Cap. 17

Desde que nace, incluso antes, el niño está experimentando la influencia de ese ambiente social, sin el cual no podría llegar a convertirse en un individuo adulto normalmente desarrollado.

En el ser humano se desarrollan capacidad para responder a ese medio social y actuar eficazmente dentro de él. No se sabe en qué medida son innatas, si se llega al mundo con ellas y aparecen como resultado de un despliegue interno programado de antemano, o si necesitan del medio para ir poniéndose en marcha, o incluso si pueden no llegar a aparecer en el caso de que el medio no sea favorable. Resulta difícil aislarlas, ya que funcionan en relación con ese medio.

Una característica de los seres humanos es que están dotados más bien de disposiciones que de conductas ya hechas, y esas disposiciones necesitan desplegarse dentro del ambiente, que es el único que puede llevarlas a su pleno desarrollo, a su completamiento. Es importante esa interacción, el entretejido de lo innato y lo adquirido en el ser humano respecto a las capacidades sociales.

La influencia biológica y ambiental

La función de la madre tiene unas determinaciones biológicas pero hay en ella muchos aspectos sociales y partes de la actividad de crianza están dictadas por reglas sociales: si al niño se le debe dejar mucho tiempo en la cuna o se le debe tener en brazos, si los horarios de comidas deben establecerse de una manera rígida o cuando el niño lo pida, es decir, la conducta de los otros hacia el niño está muy determinada por normas que se han ido forjando en esa sociedad.

Por el contrario, podemos suponer que la conducta del niño hacia los otros está determinada en sus comienzos por necesidades biológicas, pero esas necesidades biológicas van a ser pronto moldeadas por ese marco social dentro del que los adultos está encaminada a conseguir que lo que el niño hace entre dentro de las normas prescriptas para los niños de esa edad. Inicialmente el niño no atenderá a esas normas y los adultos así lo esperan. Pero a medida que va pasando el tiempo la conducta del niño debe ir entrando dentro de esas pautas y las normas sociales se ven haciendo más rígidas.

Es comprensible entonces que desde el punto de vista de la evolución de la especie se hayan seleccionado conductas que faciliten la relación con los otros. Si el hombre va a tener que vivir y actuar con otros parece bastante comprensible que disponga de mecanismos que faciliten la atención, el contacto, la comunicación con los demás. Pero este puede lograrse de dos formas:

• Naciendo con disposiciones biológicas ya especializadas para atender a rasgos de otras personas

• Disponiendo de capacidades generales que pueden especializarse rápidamente para atender a estímulos que denominamos sociales.

Las capacidades sociales

Desde muy temprano y en distintos aspectos se manifiesta la capacidad que tiene el niño para interactuar con los demás y para interpretar adecuadamente la información que está implícita en la conducta de los otros, no sólo para interpretar la información que directamente le transmiten sino la que se desprende de lo que los otros hacen. El niño es capaz de inferir muchas cosas a partir de lo que los otros están haciendo, incluso cuando esa conducta no está destinada a proporcionar información. Habría pues una autentica capacidad de comunicación social. También se ha señalado que los niños muy pequeños tienen habilidades muy especiales de tipo social y reconocen diferencias de edad en las personas o tienen preferencias por mirar a otros niños, desde los primeros meses de vida.

Todo ello pone de manifiesto que desde muy temprano el niño va especializando una parte de su conducta para interaccionar con el mundo social y que está bien dotado para ello. Pero esto no nos obliga a admitir que utilice capacidades distintas que las que tiene para actuar e interpretar el mundo físico. Más bien lo que hace e utilizar sus capacidades generales para explorar distintos ámbitos de la realidad y así va descubriendo sus características.

La exploración del mundo social

El niño no sólo empieza a establecer relaciones con las personas de su entorno sino que de la misma manera explora el mundo físico, empieza a explorar el mundo social.

El niño descubre la noción de responsabilidad, de que uno tiene que dar cuenta de los propios actos que conducen a alteraciones y, como veíamos antes, a veces trata de transferir esa responsabilidad a otros, bien diciendo deliberadamente que ha sido otro el culpable.

El niño realiza así una amplia exploración de las reglas y va descubriendo cómo se aplican éstas. Las reglas no siempre se aplican a todos de la misma manera y esto constituye una de las preocupaciones del niño. Llega un momento en el tercer año en que cuando el niño se le dice que haga algo o que deje de hacerlo, pregunta por qué los demás no están sometidos a la misma regulación, por qué no se les aplica la regla de la misma manera. lo que más afecta a los niños son los conflictos sobre sus propios derechos, y esto aumenta a medida que el niño crece. No dejarle hacer lo que quiere, y obligarle a realizar determinadas cosas es lo que más le molesta. Llama la atención, por el contrario, que el daño a otros sea todavía algo que le produce más bien hilaridad y mucha menos angustia.

Posiblemente las respuestas de los adultos frente a las agresiones a otros, que son conductas regidas por reglas de carácter moral, tengan una influencia sobre la importancia que el niño les atribuye, aunque esto puede contrastar con el hecho de que lo que más le preocupe es lo que le afecta a él.

La conducta de los adultos hacia el niño no sólo está expresando las peculiaridades del adulto sino las normas más generales de la cultura. La conducta de la madre tiene en cuenta las nociones morales más básicas y le permite descubrir lo que está permitido y lo que está prohibido. En la interacción del niño con la madre se trata sobre el orden en que las actividades tienen que realizarse, sobre el orden y el lugar de las cosas, sobre las actividades sociales, sobre el respeto a los otros, sobre el lugar de cada uno en la vida familiar, sobre la verdad y la mentira, etc. todo eso se manifiesta en el lenguaje pero también en otras muchas cosas y sobre todo en las expresiones emocionales, es decir, en la manera de decir las cosas, en las caras, en los gestos, en la rapidez o la contundencia de la respuesta, en el castigo, etc. Naturalmente el niño lo que primero aprende es cómo hacer las cosas, cómo comportarse, antes que reflexionar sobre ellas, en el sentido en que este término se entenderá más tarde.

El niño aprende también mucho acerca de las relaciones familiares y la estructura de la familia y a veces trata de apoyarse en su padre contra su madre, en la madre contra su hermano, o formar con éste una alianza frente a la madre. Eso supone entonces una comprensión de esas relaciones y un saber hacer uso de ellas.

La oposición de los otros y los límites a los propios deseos y actos contribuyen profundamente a que el niño construya una noción de sí mismo y de los otros. La resistencia de los demás, su oposición, le hacen tomar conciencia de sí mismo. los adultos tratan de modelar por todos los medios la conducta del niño haciéndola adecuada a los estándares de la sociedad y reprimiendo con distinto grado de dureza las desviaciones.

El conocimiento social es posible una reflexión sobre la conducta social. La oposición que el niño encuentra a sus propios deseos le hace buscar justificaciones, indagar por qué las cosas son así y tratar de entender. Por ello conocimiento y conducta resultan difíciles de separar en la práctica. Los esquemas sociales se forman como los esquemas sobre el mundo físico. El niño aprende a hacer, a comportarse, a sacar partido de sus capacidades y al mismo tiempo va reflexionando sobre o que sabe hacer y eso le lleva a mejorar su práctica y a ampliar su campo de acción, haciéndola más eficaz.

Las relaciones con otros niños

Un aspecto muy importante del desarrollo social lo constituyen las relaciones que se establecen con los otros. Durante los comienzos de la vida los adultos, y los padres en particular, son componentes esenciales de nuestra existencia. Pero a medida que va creciendo el ámbito de relaciones se amplía. Y hermanos, amigos y otros adultos empiezan a desempeñar un papel cada vez más importante, que terminará por primar sobre los progenitores. Al fin y al cabo la vida de cada uno va a transcurrir sobre todo con los coetáneos, y luego con los más jóvenes, mientras que los mayores van teniendo un papel cada vez menor.

Sin duda, la madre desempeña un papel único en las primeras etapas del desarrollo y las conductas maternales han sido cuidadosamente seleccionadas, ya que hacen posible y facilitan la supervivencia de las crías. Pero pasado un cierto período, el animal joven y el ser humano necesitan empezar a relacionarse con otros individuos ampliándose así el ámbito de las relaciones sociales.

El establecimiento de relaciones con otros individuos hace posible la independencia de la cría y su desarrollo social, el que empiece a ocupar un papel propio dentro del grupo, y que comience a relacionarse con los individuos con los que tendrá que convivir a lo largo de su vida. Por otra parte, las relaciones con los compañeros de edad son o pueden ser mucho más simétricas que con los progenitores.

Uno de los factores del éxito de la especie humana es su capacidad para cooperar con los otros, para hacer cosas conjuntamente, y eso

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