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La era de la revolución (Hobsbawm, E) Capítulo I: El mundo en 1780-1790


Enviado por   •  9 de Mayo de 2017  •  Resúmenes  •  2.954 Palabras (12 Páginas)  •  1.087 Visitas

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La era de la revolución (Hobsbawm, E)

Capítulo I: El mundo en 1780-1790.

La segunda mitad del siglo XVIII fue, respecto a la edad media y los siglos XVI y XVII, una era de abundantes y rápidas comunicaciones, e incluso antes de la revolución del ferrocarril, el aumento y mejora de los caminos, vehículos de tiro y servicios postales es muy notable. (Sistema de diligencias o mail-coaches). Sin embargo, el transporte por medio acuático contaba con mayores beneficios que el terrestre, ya que era más rápido, cómodo y barato.

El mundo de 1789 era preponderantemente rural, por eso, el problema agrario se constituyó en una constante del periodo. La primera escuela de economistas continentales, los fisiócratas franceses, consideraban que la tierra y la renta que esta producía, eran la única fuente de ingreso. Y que el eje del problema agrario era la relación entre quienes poseen la tierra y quienes la cultivan, entre los que producen su riqueza y quienes la acumulan.

Desde el punto de vista de las relaciones de la propiedad agraria, podemos dividir Europa en tres grandes sectores:

  1. Oeste europeo (colonias ultramarinas): en las cuales el cultivador típico era el indio/nativo, con excepción de los Estados Unidos (cultivos independientes). Estos eran labradores forzados, virtualmente siervos, por otro lado, se encontraban los negros que trabajaban como esclavos. En síntesis, el cultivador típico no era libre, ya que se encontraba sometido generalmente a algún tipo de coacción política.

El típico terrateniente era el propietario de un vasto territorio casi feudal (hacienda, finca, estancia) o de una plantación de esclavos. La economía característica de la posesión casi feudal era primitiva y auto limitada, o en todo caso, regida por las demandas puramente regionales.

  1. Este de Europa occidental (al este de la línea que corre a lo largo del Elba): esta zona contenía algunos sectores de cultivadores teóricamente libres, sin embargo, en su conjunto el cultivador típico no era libre, sino que se encontraba ahogado en la marea de la servidumbre.

La región de los Balcanes, se encontraba bajo la administración turca. El primitivo sistema agrario del pre-feudalismo turco, una rígida división de la tierra en la que cada unidad mantenía, no hereditariamente, a un guerrero turco, había degenerado en un sistema de propiedad rural hereditaria bajo señores mahometanos. Estos señores rara vez se dedicaban a cultivar sus tierras, limitándose a sacar lo que podían de sus campesinos.

  1. En el resto de la zona, el campesinado era un típico siervo que dedicaba una gran parte de la semana a trabajos forzosos sobre la tierra del señor u otras obligaciones por el estilo. Su falta de libertad podía ser tan grande que apenas se diferenciaba de la esclavitud.

Las regiones serviles de Italia y España tenían características económicas similares, aunque la situación legal de los campesinos era distinta. En términos generales, había zonas de grandes propiedades de la nobleza. El señor característico de las zonas serviles era, pues, un noble propietario y cultivador o explotador de grandes haciendas.

Solo unas cuantas comarcas habían impulsado el desarrollo agrario dando un paso a delante hacia una agricultura puramente capitalista, principalmente en Inglaterra. La gran propiedad estaba muy concentrada, pero el típico cultivador era un comerciante de tipo medio, granjero-arrendatario que operaba con trabajo alquilado. Esto cambio, aproximadamente, entre 1760-1830, cuando surgió una clase de empresarios agrícolas (los granjeros) y un gran proletariado agrario.

El siglo XVIII no supuso, un estancamiento agrícola. Por el contrario, una gran era de expansión demográfica, de aumento de urbanización, comercio y manufactura, impulso y hasta exigió el desarrollo agrario.

La principal forma de expansión de la producción industrial fue el denominado sistema doméstico (putting-out), por el cual un mercader compraba todos los productos del artesano o del trabajo no agrícola de los campesinos para luego venderlo en los grandes mercados.  El simple crecimiento de este tráfico creo inevitablemente unas rudimentarias condiciones para un temprano capitalismo industrial.

Pensamiento ilustrado: individualismo secular, racionalista y progresivo.  Su objetivo principal era liberar al individuo de las cadenas que le oprimían: el tradicionalismo de la edad media; la superstición de la Iglesia; de la irracionalidad que dividía a los hombres en una jerarquía de clases altas y bajas. Sin embargo, en la práctica, los jefes de la emancipación por la que clamaba la Ilustración procedían por lo general de clases intermedias de la sociedad, y el orden social que naciera de sus actividades sería un orden “burgués” y capitalista.

El “despotismo ilustrado”, en el cual los paladines continentales apostaban hasta 1780, supondría la abolición del orden político y social existente en la mayor parte de Europa. Pero a pesar de ser modernista e innovadora, la monarquía absoluta, no podía zafarse de la jerarquía de los nobles terratenientes, cuyos valores simbolizaba e incorporaba, y de los que dependía en gran parte. La monarquía absoluta teóricamente libre, pertenecía en la práctica al mundo bautizado por la Ilustración con el nombre de feudalidad o feudalismo.

El principal punto del cualquier programa ilustrado, hacia hincapié en la necesidad de abolir la servidumbre y los lazos de dependencia feudal que sujetaban a los campesinos.

La doble revolución iba a hacer irresistible la expansión europea, aunque también iba a proporcionar al mundo no europeo las condiciones y el equipo para el contrataque.

Capítulo 2: La revolución Industrial

“Estallido” de la revolución industrial o Take-off: entre 1780-1790, por primera vez en la historia humana, se liberó de sus cadenas al poder productivo de las sociedades humanas, que desde entonces se hicieron capaces de una constante, rápida y hasta el presente ilimitada multiplicación de hombres, bienes y servicios. Se afirma que el take-off concluyo con la construcción del ferrocarril y la creación de una fuerte industria pesada en Inglaterra en la década de 1840.

La superioridad británica no se debía a la superioridad científica y técnica. (los temores sociales frustraban la educación de los pobres).

La agricultura estaba preparada para cumplir las tres funciones fundamentales en una era de industrialización:

  1. Aumentar la producción y la productividad para alimentar a una población no agraria en rápido y creciente aumento.
  2. Proporcionar un vasto y ascendente cupo de potenciales reclutas para las ciudades y las industrias.
  3. Suministrar mecanismos para la acumulación de capital.

Otras dos funciones eran de menor importancia en Gran Bretaña:

  1. Crear un mercado suficientemente amplio entre la producción agraria.
  2. Proporcionar un excedente para la exportación que ayudase a la importación de capital.

Lo que necesitaban no era cualquier clase de expansión, sino la clase especial de expansión que generaba Manchester más bien que Birmingham.

Gran Bretaña poseía una industria admirablemente equipada para acaudillar la revolución industrial en las circunstancias capitalistas, y una coyuntura económica que se lo permitía: la industria algodonera y la expansión colonial.

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