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Compro Y Luego Existo

Celimuff1 de Mayo de 2013

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UN WEEK-END EN VALLE

A Sofía le encantaba ir al mercado de valle vestida con sus huipiles guatemaltecos todos bordados a mano. Por lo general los combinaba con faldas de algodón largas hasta el tobillo.

Durante meses leyó todo lo que se había escrito acerca de ella. Más de diez veces fue a visitar la Casa Azul en Coyoacán. Estaba convencida de que Frida Kahlo y ella tenían muchísimo en común.

Sofía era de las que dejaban la mercancía apartada durante meses. En una ocasión descubrió en una boutique de Valle un viejo huipil precioso que venía de Michoacán. Lo aparto con un cheque de $200, sobre $1,500 que costaba. Pasaron muchos meses y Sofía se olvidó por completo del huipil.

Una tarde su hija encontró la misma boutique y lo vio. Sabes, mama, hoy vi un huipil ¡de pelos! Igualito a los que te gustan. Ayer vino mi hija y vio un huipil precioso pero le dijeron que estaba apartado. ¿Podría verlo por favor? Se lo mostraron, pero Sofía era tan olvidadiza y distraída que no lo reconoció. Veinticuatro horas después, se presentó Sofía. La empleada abrió un cajón del escritorio, y entre muchos papeles y recibos que estaban en el interior de una caja de latón, saco el cheque del Banco del Atlántico.

Ay, señorita, que pena, pero fíjese que ese cheque es mío. En esos momentos Sofía no llevada la chequera, ni licencia, ni otro documento que la identificara.

Mejor venga mañana y hable con el señor. Al día siguiente, Sofía regreso con su chequera. Cuando salió de la tienda, estaba feliz; nada más había hecho otro cheque por $1,300. De alguna manera sentía que se había ahorrado doscientos pesos. Esta era una de las anécdotas de Sofía.

Rentaban una casita (2,000 dls mensuales) muy cerca del pueblo, ya que se encontraban construyendo una en el exclusivismo fraccionamiento del Club La Peña.

De lo único que se ocuparía Fernando seria de pagar semanalmente al responsable de la obra. Daniel contaba con un equipo de trabajadores esplendido. Su maestro de obras, albañiles, pintores, carpinteros, plomeros, electricistas, etc.

El estilo de la casa seria modernista rustico mexicano. Espacios amplios, patios interiores, una terraza y un porche de donde se dominarían el lago y las montañas. Fernando llego a la conclusión de que con el terreno y la construcción, el costo total de su casa de Valle seria de 500,000 dólares ($1, 600,000).

Fernando sabía perfectamente que si podía organizarse muy bien para salir temprano los jueves. En una semana tan pequeñita, ¿tendría tiempo para ocuparse con la debida atención de trabajo, familia, amiga del alma, compromisos sociales, citas con clientes y viajes de negocios? Es cosa de organizarse, le diría probablemente a la de San Borja. Y esta se pondrá como consecuencia, cada día más furiosa; fíjate cómo eres. A mí nunca me has llevado a ninguna parte a respirar oxígeno. Eres un idiota. ¿Qué crees, que voy a estar a tus órdenes? Eso me saco por meterme con un licenciado de Las Lomas. Sofía compraba la verdura, la fruta, las flores y el pollo. De México se traía todo lo demás, incluyendo la carne. Los jueves por la tarde iba al Aurrera de Ejercito Nacional. Sofía se encontraba frente al departamento de limpiadores y detergentes, (principalmente de Estados Unidos), sufría por no saber por cuál de todos decidirse. ¿Este? Ay, np, este no. ¿Qué tal estará este? Bueno, me llevo este Carpet Science, porque dice: Makes your life easier. Y también voy a comprar este new Tide Free porque huele a Estados Unidos.

La misma sensación se encontraba frente a los anaqueles de capsups, mermeladas champús, latería, jabones de tocador (para el baño de visitas siempre compraba Dove), desodorantes, pastas, gelatinas, aceites, toallas sanitarias, etcétera. En el que más padecía, por su extensísima variedad, era el de los cereales.

La familia de Sofía también era muy aficionada, durante los week-ends, a comer pastas (de importación, de Italia) en sus múltiples formas (tallarines, canelones, espaguetis, fideos, macarrones, ñoquis) y recetas (con mariscos, verduras, caviar, mantequilla, al horno, con salmón, etcétera.) Para Valle, también compraba muchos productos congelados (de importación) , pizzas, pancakes, etcétera.

Después se encaminaba al departamento donde se encontraban los refrescos y las aguas de importación. Como tenia pavor de pescar un bicho raro por el agua de la casa de Valle, no obstante que contaba con un filtro, Sofía solía comprar muchas botellas de agua mineral, ya fuera de la marca San Pellegrino, Evian o Perrier. Por último, se dirigía hacia el departamento de dulces.

Cuando Sofía llegaba a la caja, se sentía realmente agotada y abrumada. Ay, yo creo que compre mucho. ¡Híjole, va a ser un cuentón! Y eso que todavía me falta la carne y el pescado.

El congelador del Valle ya está lleno a reventar. Para que no se moleste Fer, voy a mandar la comida con el chofer y así no hay problema.

Ita se quedaba en México, bajo el cuidado de la nana de toda la vida o de uno de sus hermanos, aprovechaba para ver a sus amigas o para ir a una discoteca. ¿Sandy?... No me lo vas a creer pero te tenía que hablar para contarte. Bueno, ya te voy a decir. Salí con Lalo. No sabes lo di-vi-no que esta. No sólo hablamos de mi futura carrera en la Anáhuac, sino que también estuvimos platicando de expectativas de la vida. Él dice que yo debería estudiar Comunicaciones porque tengo facilidad para decir las cosas, además de muy amplia visión de la gente.

“En la cena estuvimos platicando de todo, y estuvo de pelos. Cuando llegó la cuenta, yo moría de los niervos, porque sabía que el Suntory no se distingue por barato, y como que de reojo la vi. Para mi sorpresa, no salió tan caro $450 una cena de dos personas con todo y Pouilly Fuissé yBailey´s.

“Llegamos a Plaza Bosques y en el estacionamiento nos encontramos a los Ruiz Landero con sus respectivas.

“Aprovechando que estábamos en el baño, nos dimos una manita de gato. Ya saben, Cynthia, ¿no?, la más cuca, saca su lipstick Christian Dior ($54), sombras Givenchy ($99), su polvo compacto y perfume de folsa Trésor ($130). O sea, yo me sentía de lo más india, nada más traía un lipstick Revlon, ya saben, los que te compras en los Walgreen´s por tres dólares y medio. Y ése es el tipo de cosas en las que Cynthya se fija mil.

“Cuando solíamos del Bandasha, me puso el brazo alrededor del hombro y me acercó a él. Y enfrente de Villani, se me acerca todavía más y me da un beso. Bueno, el caso es que entramos otra vez al Duomo (esta vez sin cover) y sus amigos ya se habían ido; parece ser que el dúo dinámico estaba atrás. Por mí, mejor. La verdad es que no tenía nada de ganas de verles la cara. En eso, Lalo me sirve un vaso con chivas y hielo y me dice: ´Ita, tenemos que brindar por esta noche.

Me quedo de hablar durante la semana para ver que hacíamos el fin. Igual nos vamos a Valle con mis papás. Me dijo que si iba allá, me alcanzaba. Ojala sí, sestaría increíble verlo allá.

UN WEEK-END EN EL D.F

Esa mañana, Ana Paula salió de su casa mucho más temprano que de costumbre. Tenía un chorro de cosas que hacer; ir al salón, recoger el juego de edredón y sábanas que había encargado, y pasar a buscar unos cuadros que había mandado a enmarcar con Rossano.

El único de la casa que no tenía plan era Óscar. Mientras manejaba su Cavalier (“Amigos, Familia, Amor y Cavalier”) blanco para dirigirse al salón Gérard Tardiff en Prado Norte, le hacía recomendaciones.

Óscar la veía con sus mismos ojos de melancolía. De toda la familia, su preferida era Ana Paula.

-Hoy me voy a hacer de todo-contestó Ana Paula, enfundada en un jumpsuit color fucsia de Chanel, comprando en la boutique María Isabe. Entonces apúntame por favor: tinte con Mari, depilación con Lety, manicure con Anita, y corte y peinado con Alain.

En una ocasión, escuchó a una clienta que llevaba una batita strapless, decirle a Anita, que estaba pintando las uñas de su ama: “pues fíjate que ya me hice la operación de las bubis ($22,000 en el Hospital Ángeles, con el doctor García Naranjo). Desde entonces, mi marido está loco conmigo”.

De todos los lugares a los que su mama lo llevaba, el que más odiaba era el salón de belleza.

“Ay, señora Ana Paula, ahora si nos había abandonado”, le dijo Mari mientras le seperaba algunos menoches de pelo decolorado y reseco, para cubrirle las raíces oscuras que delataban el verdadero color de Ana Paula.

Ana Paula tenía que quedar más guapa, Mari tenía que dejarla ¡bellísima! El lunes por la tarde había hecho cita con Pedro Menocal, un espléndido pintor y retratista. El día de su aniversario de bodas, le preguntó su marido:

-Reina,

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