Crisis En El Este Asiatico
a0521784821 de Abril de 2013
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Capítulo IV: La crisis del este asiático. De cómo las políticas del FMI llevaron al mundo al borde de un colapso global (Pp. 133-189)
El 2 de julio de 1997 se hundió el bath tailandés, y así quedo inaugurada la crisis económica más grande luego de la gran depresión de 1930. La crisis se extendió a los países más cercanos y amenazó a América Latina y los Estados Unidos. Por desagracia, las políticas que quería implementar el FMI, y que de hecho implementó, sólo ayudaron a recrudecer y empeorar la situación. Esto llevó a miles de personas en el mundo a exigir la revisión no sólo de las políticas del Fondo sino también de la efectividad de la propia organización.
En perspectiva, las políticas del FMI no sólo exacerbaron los problemas en el este asiático sino que, de hecho, fueron las responsables de que aparecieran. Sin embargo, los países de la región se recuperaron con tal rapidez que se conoció al hecho como "el milagro del Este asiático".
En el informe donde se explicaba este milagro se llegó a la conclusión de que los países asiáticos se habían recuperado por no aplicar ciertas políticas del Consenso de Washington. Muy por el contrario, esta recuperación se debía en gran parte al accionar de los estados. El "milagro" era en realidad ficticio; todo lo que habían hecho los estados del este asiático fue ahorrar e invertir correctamente.
La crisis no pareció afectar demasiado a Occidente, y la postura de Clinton fue la de restarle importancia al grave problema y, consecuentemente, no asistir económicamente para aliviar la situación. Esto provocó un descontento generalizado, sobre todo en Tailandia que en la Guerra de Vietnam había ofrecido un intenso apoyo a los Estados Unidos.
Por otro lado, los líderes del BM y el FMI compartían la postura de Clinton, mientras que los líderes de los países asiáticos con graves problemas estaban aterrorizados. Sabían qué medidas tomar para recuperarse pero, de ser tomadas, el Fondo los condenaría con la retirada del capital internacional.
Malasia fue el único país que se atrevió a enfrentar al Fondo y, "sorpresivamente", la recesión de dicho país fue la más breve y menos profunda.
El problema en Corea fue prácticamente mediático (comenzaron a expandirse los rumores de que Corea no poseía reservas y los bancos extranjeros no les renovaron los préstamos), pero el problema en Tailandia fue algo peor. Los especuladores (que advirtieron la devaluación de la moneda local –el bath–), comenzaron a comprar U$S. Lo que sigue se sabe: el valor del bath cayó, y para esto el gobierno comenzó a vender sus reservas en U$S para evitar la devaluación de la moneda local. Pero llegó el momento en que el gobierno se quedó sin la divisa norteamericana e, inevitablemente, la moneda local se devaluó considerablemente.
A todo esto el problema se acrecentaba. A modo de respuesta, la comunidad internacional destinó 95.000 millones de dólares (55.000 millones para Corea, 33.000 para Indonesia y 17.000 para Malasia), con el propósito de que dichos países sostuviesen su tipo de cambio. Además, el dinero fue utilizado en parte para pagar las deudas de las empresas de estos países para con los prestamistas internacionales. Desgraciadamente, los más ricos comenzaron a comprar U$S a un cambio favorable y comenzó lo que se denomina salida o fuga de capitales, es decir, los más ricos sacaron sus grandes sumas de dinero para depositarlas en bancos internacionales.
Pero, claro está, estos préstamos traían consigo "condiciones" impuestas por el Fondo: en primer lugar se debían elevar los impuestos y, seguidamente, recortar el gasto público. Asimismo, se obligó la abolición de los monopolios y a una mayor transparencia. En fin, a cambio de ayuda, se debía renunciar a gran parte de la soberanía económica.
Pero la situación no parecía mejorar y las divisas siguieron perdiendo valor. El FMI culpó a dichos países de no aplicar seriamente las políticas recomendadas y, como era de esperarse, los inversores huyeron. Paralelamente, el PBI se desplomaba y los bancos cerraban. Los paros se multiplicaban y los índices de desempleo llegaban a porcentajes altísimos. El crecimiento de la pobreza era incontrolable.
De cómo las políticas del FMI y el Tesoro de EE.UU. condujeron a la crisis
Stiglitz sostiene que fue la liberización de la cuenta de capital lo que condujo a más de cien crisis económicas alrededor del mundo. Dicha política fue impulsada y recomendada por el Fondo pero, lo que es peor aún, es que fue fomentada a pesar de que contaban con escasas –o nulas– pruebas de que, con su aplicación, se lograba el desarrollo económico.
Para el Fondo, el mercado "debe" saber más que nadie y, lo que él dice, es palabra sagrada. Poco importa si un país se hunde en el subdesarrollo o si sus pobres se hacen más pobres... El mercado es el que manda.
Claro que en este punto y en el de la liberización de los mercados, el Tesoro de los Estados Unidos, es su fiel y mayor aliado...
La primera ronda de errores
En 1997, el error inicial fue comparar al este asiático con América Latina. Las realidades no podrían ser más diversas. En primer lugar, los países del este asiáticos no sufrían de inflación y en segundo lugar gozaban de superávit. El problema residía en el gran endeudamiento de las empresas.
En pocas palabras, los países asiáticos tenían muchos elementos para ponderar... y pocos para criticar.
Políticas contractivas <<hooveritas>>: una anomalía en el mundo moderno
Al despuntar la crisis, el este asiático estaba prácticamente en macro equilibrio –con reducidas presiones inflacionarias y presupuestos públicos en equilibrio o superávit–. Esto tenía dos consecuencias obvias. Una: el colapso de los mercados cambiarios y bursátiles, la explosión de la burbuja inmobiliaria, con una caída de la inversión y el consumo, precipitarían una recesión. Dos: el colapso económico derivaría en un colapso recaudatorio, con la consiguiente brecha presupuestaria. Desde Hoover, ningún economista responsable ha sostenido que haya que concentrarse en el déficit actual y no en el estructural, esto es, el déficit que se registraría si la economía operase en pleno empleo. Pero esto fue justamente lo que recomendó el FMI.
Política de <<empobrecerse a uno mismo>>
De todos los errores cometidos por el Fondo, al más difícil de hacerle frente fue al hecho de que la entidad no reconociese las importaciones internacionales entre los diversos países. Así, cada país se debilitaba y reducía sus importaciones a sus vecinos, arrastrando a éstos hacia abajo. Los países del este asiático exportaban la recesión.
La única, aunque lamentable solución al problema, fue reducir las importaciones. Y sucedió: se produjeron frenazos económicos masivos, rebajando las rentas, a pesar del superávit comercial que sobrevino debido a las exportaciones. Así se puedo pagar a los acreedores extranjeros, pero los países estaban devastados. Si el objetivo era éste, fue un éxito. Pero el costo social fue muy caro. Ésta fue la mayor traición del FMI a su razón de ser.
Estrangular la economía con altos tipos de interés
Elevar los tipos de interés alrededor de un punto porcentual es preocupante. Y justamente, las políticas fiscales del FMI no recomendaban elevar más de un punto porcentual... ¡recomendaban elevarlo veinticinco puntos porcentuales!
El razonamiento parecía simple: al subir los tipos de interés, un país se volvería más atractivo para que el capital fluyese. A mayor entrada de capital, se sostendrá el tipo de cambio y la moneda se estabilizaría.
Pero el Fondo sabía que el problema del este asiático radicaba en instituciones financieras débiles y empresas excesivamente endeudadas. Sin embargo, se presionó en pro de aplicar una política de altos tipos de interés, y que luego de ser aplicadas, sólo exacerbaron estos problemas
El 75% de las empresas en Indonesia se encontraron en problemas, y en Tailandia el 50% de los créditos contraídos fueron impagos. Empero, el FMI demostró no tener la voluntad de ayudar a la región. De hecho quedó probado cuando, en 1997, Japón ofreció cerca de 100.000 millones de U$S para la creación de un Fondo Monetario asiático que financiara las medidas de estímulos necesarias. El Tesoro de los Estados Unidos se empeñó en aplastar la idea y el FMI, lo secundó. La idea era clara: ellos buscan generar competencia en los mercados, pero no soportarían una competencia para su institución.
Sin embargo, cuando ya la crisis era desesperante, Japón volvió a ofertar el dinero para la creación de la institución asiática, pero esta vez sólo ofreció 30.000 millones de U$S. Pese al desacuerdo de los Estados Unidos (que preferían que con ese dinero se salvara a sus bancos), se fundó el Fondo Monetario Asiátivo. Desgraciadamente, su ahogo fue inmediato: los intereses de los norteamericanos eran precisamente los contrarios a los propuestos por el FMA.
Muchos funcionarios locales quedaron resentidos para con los Estados Unidos. Por ello hay iniciado un organismo similar, cuyo nombre, Iniciativa Chang Mai, nos recuerda a la ciudad tailandesa donde fue lanzado.
La segunda ronda de errores. La reestructuración chapucera
A medida que la crisis se agravaba, la
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