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Crónicas de avalon


Enviado por   •  10 de Agosto de 2021  •  Apuntes  •  1.028 Palabras (5 Páginas)  •  107 Visitas

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Crónicas del viaje a  Avalon.

1.

El viaje de investigación geológica a Avalon es parte de un estudio regional de suelos,  estas son las notas del viaje, un pueblo entre fiordos al norte del mundo.

Tras horas de carretera en diferentes transportes y autobuses finalmente llegue a un embarcadero donde podría tomar un barco que me llevara al pueblo de Avalon, bastante remoto y de clima frio.  Un pueblo con servicios mínimos y una economía basada en autoconsumo con pocos ingresos  adicionales, tampoco hay mucho que ver y los únicos turistas ocasionales son fotógrafos de naturaleza.

Llegamos al puerto de Avalon en medio de llovizna y un cielo gris, descendí del pequeño barco con mi equipaje y con aspecto de montañista, un joven de nombre Kristof me esperaba  era quien me arrendaría un lugar donde vivir los próximos meses y habíamos tenido llamadas telefónicas previas, de aspecto amable me ofreció ayudarme a cargar mis cosas pero no hacía falta –le dije con una sonrisa, caminamos cuesta arriba en el pueblo y me iba comentando sobre los lugares donde comer, algunas historias de las calles y me pregunto sobre el molitivo de mi viaje, le dije que era geólogo y tomaría datos de rocas y sedimentos a lo que solo asintió con la cabeza. Finalmente tras caminar unos 30 minutos llegamos a una cabaña vieja, me comento que era de su abuela pero que ahora estaba vacía que no me preocupara por lo vieja que estaba que era muy resistente y seca. Intentamos encender las luces pero nada funcionaba a lo que un poco apenado fue a revisar los fusibles y tardo muy poco en arreglarlo. Yo revise y todo parecía estar limpio y en orden parecía que lo habían preparado para mi llegada. Kristof se despidió y comencé a desempacar algunas cosas y me di una ducha porque estaba cansado y solo quería dormir.

A la mañana siguiente desperté con un frio intenso, ni siquiera me daban ganas de quedarme en la cama, necesitaba moverme, camine descalzo y el piso de madera crujía de una manera agradable mientras caminaba hacia la cocina, calenté un poco de agua y algunas bolsas de te que tenía en mi mochila, con la taza caliente y cubriéndome con una cobija salí al pórtico de la cabaña y lo que vi me dejo fascinado un paisaje verde y con un cielo sumamente azul brillante que contrastaba con el intenso frio que sentía, sentí el aire limpio y fresco como menta recorriendo mi garganta no pude evitar sonreír y sentarme al pie de la puerta y contemplar el paisaje mientras bebía de la taza humeante.

Ese primer día decidí ser vago y no tomar temas laborales sino salir a explorar el pueblo. Entre las calles viejas y cabañas de piedra y madera había tabernas, tiendas, oficios diversos, un servicio postal etc. Era a un temprano y se veía mucho movimiento en el puerto, pescadores, mercancías y gente caminando de un lado al otro. Desayune en un local con vista al fiordo, me senté en una mesa que se veía sumamente antigua, parecía que tenía una gruesa laca pero no era así al tocarla supe que era madera cruda y que el paso del tiempo y el uso la había pulido cual toca de rio sus suaves curvas al tacto y su color oscuro no eran artificiales, esa mesa debía llevar ahí generaciones y me sorprendió mucho. Una señora de edad avanzada atendía el lugar,  me sirvió una sopa de aba muy caliente un trozo de pan y te, evidentemente no había menú solo una comida por día, todo era muy rico en realidad aunque con el paso del tiempo descubriría que todo se hacía con habas, pan de aba, bebidas de haba, dulces de haba, estofado con  habas, sopa de haba, puré de haba, pero en aquel momento me parecía novedoso y muy rico. La señora se santo conmigo porque no había clientes y me acompaño con una taza de té, me platico de su negocio y aproveche para preguntarle sobre la mesa, ella me dijo que estaba ahí desde que tenía memoria que quizá era de sus abuelos pero no sabía si ellos la construyeron o la habían traído de otro lugar y me dijo que nunca se lo había preguntado porque no sentía que fuera importante, yo le sonreí y pensé la poca importancia que yo también le daría a una mesa en la ciudad, nunca me preguntaría de su historia tampoco, pero aquí una antigüedad tallada a mano por hombres o mujeres que vivieron hace quizá cien años me parecía fantástico y quizá era algo ridículo para ella, el valor de los objetos es sumamente subjetivo, quizá como el de las personas me dije a mi mismo con cierta nostalgia.  

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