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Cuento Infantil – El ave fénix


Enviado por   •  28 de Octubre de 2014  •  Síntesis  •  5.667 Palabras (23 Páginas)  •  521 Visitas

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Cuento Infantil – El ave fénix

cuentos infantiles fenixEl ave fénix renace de sus cenizas cada cien años, o al menos eso cuenta la leyenda…

En el jardín del Paraíso, bajo el árbol de la sabiduría, crecía un rosal. En su primera rosa nació un pájaro; su vuelo era como un rayo de luz, magníficos sus colores, arrobador su canto.

Pero cuando Eva cogió el fruto de la ciencia del bien y del mal, y cuando ella y Adán fueron arrojados del Paraíso, de la flamígera espada del ángel cayó una chispa en el nido del pájaro y le prendió fuego. El animalito murió abrasado, pero del rojo huevo salió volando otra ave, única y siempre la misma: el Ave Fénix. Cuenta la leyenda que anida en Arabia, y que cada cien años se da la muerte abrasándose en su propio nido; y que del rojo huevo sale una nueva ave Fénix, la única en el mundo.

El pájaro vuela en torno a nosotros, rauda como la luz, espléndida de colores, magnífica en su canto. Cuando la madre está sentada junto a la cuna del hijo, el ave se acerca a la almohada y, desplegando las alas, traza una aureola alrededor de la cabeza del niño. Vuela por el sobrio y humilde aposento, y hay resplandor de sol en él, y sobre la pobre cómoda exhalan, su perfume unas violetas.

Pero el Ave Fénix no es sólo el ave de Arabia; aletea también a los resplandores de la aurora boreal sobre las heladas llanuras de Laponia, y salta entre las flores amarillas durante el breve verano de Groenlandia. Bajo las rocas cupríferas de Falun, en las minas de carbón de Inglaterra, vuela como polilla espolvoreada sobre el devocionario en las manos del piadoso trabajador. En la hoja de loto se desliza por las aguas sagradas del Ganges, y los ojos de la doncella hindú se iluminan al verla.

¡Ave Fénix! ¿No la conoces? ¿El ave del Paraíso, el cisne santo de la canción? Iba en el carro de Thespis en forma de cuervo parlanchín, agitando las alas pintadas de negro; el arpa del cantor de Islandia era pulsada por el rojo pico sonoro del cisne; posada sobre el hombro de Shakespeare, adoptaba la figura del cuervo de Odin y le susurraba al oído: ¡Inmortalidad! Cuando la fiesta de los cantores, revoloteaba en la sala del concurso de la Wartburg.

¡Ave Fénix! ¿No la conoces? Te cantó la Marsellesa, y tú besaste la pluma que se desprendió de su ala; vino en todo el esplendor paradisíaco, y tú le volviste tal vez la espalda para contemplar el gorrión que tenía espuma dorada en las alas.

¡El Ave del Paraíso! Rejuvenecida cada siglo, nacida entre las llamas, entre las llamas muertas; tu imagen, enmarcada en oro, cuelga en las salas de los ricos; tú misma vuelas con frecuencia a la ventura, solitaria, hecha sólo leyenda: el Ave Fénix de Arabia.

En el jardín del Paraíso, cuando naciste en el seno de la primera rosa bajo el árbol de la sabiduría, Dios te besó y te dio tu nombre verdadero: ¡poesía!.

Fin

Hans Christian Andersen

This entry was posted in Cuentos infantiles on 15/10/2014 by newborn.

Obra de teatro – El árbol de los zapatos

Título: El árbol de los zapatos.

Autor: Adaptado del cuento de los hermanos Grimm.

Personajes: Narrador, María, Juan, Señor Martín, Señora Martín, Señora Gómez, señoras con bebés, señora Blanco, señor Blanco, Pepe,

Curioso 1, vendedor, curioso 2

Escenario: una casa humilde, un molino, unas montañas y un castillo.

(Escena I)

Un hombre cava en el jardín, mientras sus hijos lo ven.

Narrador: Juan y María miraban a su padre cavando en el jardín. Era un trabajo muy pesado así que fueron a animarle.

María: Mira, papá ha encontrado una bota vieja.

Juan: ¿Qué harás con ella?

Señor Martín: Podemos enterrarlo aquí. Dicen que si se pone un zapato viejo debajo de un cerezo crece mucho mejor.

María:

(Riendo) ¿Qué es lo que crecerá? ¿La bota?

Señor Martín: Bueno, si crece, tendremos bota asada para comer.

Narrador: Así juntos, enterraron la bota. Y ya entrada la primavera, un viento fuerte derribó el cerezo. Cuando se acercaron para recoger las ramas caídas vieron una planta nueva. Y decidieron dejarla creer para ver que era, porque no se parecía a las que ellos conocían, tampoco pudieron encontrarla en los libros de jardinería.

Juan: Jamás vi una planta como ésta.

(Escena II)

La planta ha crecido, y ahora tiene unos frutos grisáceos extraños.

Narrador: La planta era bastante interesante, así que la dejaron crecer. A la primavera siguiente, era casi un arbolito. En otoño, aparecieron frutos, pero estos eran muy raros estaban llenos de bultos y tenían una forma muy curiosa.

Señora Martín: (intrigada) Ese fruto me recuerda algo…(pensativa)…¡Parecen botas!

Juan: (tocando el fruto con asombro) ¡Es verdad! Parecen botas.

Señora Gómez: (asomándose)¿Dijeron botas?

María: ¡Sí, crecen botas!

Señora Gómez: ¿Puedo acercarme a mirarlas?, Pedrito ya es grande y necesitará botas.

Señora Martín: Claro que sí. Pase y véalas con sus propios ojos.

Narrador: La señora Gómez se acercó, con el bebé en brazos. Lo puso junto al árbol, cabeza abajo. Juan y María acercaron un par de frutos a sus pies.

Juan: Aún no están maduras. Vuelva mañana para ver si han crecido un poco más.

Narrador: (Pronuncia su discurso, mientras en el fondo las mamas prueban botas a sus hijos) La señora Gómez volvió al día siguiente, y el próximo, uno más, hasta que al final de la semana, descubrieron un par que parecía justo el número

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