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Cuento


Enviado por   •  2 de Octubre de 2015  •  Trabajos  •  1.551 Palabras (7 Páginas)  •  122 Visitas

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Todo ocurrió cuando tenía quince años recién cumplidos, la situación económica de mis padres era muy inestable y siendo yo su única hija y careciendo ellos de un hijo varón que saliese a trabajar para aportar al hogar, decidieron aprovecharse de mi condición de mujer y casarme con alguien, eran los setentas y practicas así eran muy comunes aun en México, cuando asistía a la secundaria siempre pasaba enfrente de una casa muy grande y justo al mismo tiempo salía un hombre para subir a su auto e ir a trabajar tenía 25 años y se llamaba Alfredo López ¿Qué cómo lose? Pues porque me case con él, todos los días al ir a la secundaria se tomaba un tiempo para saludarme y decirme uno que otro alago un día que iba con mi madre ella lo invito a comer y ahí comenzó todo en vez de una fiesta de quince años tuve una boda, la situación no mejoro mucho pero con haberse liberado de una carga para mis padres era más que suficiente y aun así Alfredo les daba algo de dinero de vez en cuando, no era que no me agradara la idea de estar casada con Alfredo pero simplemente existía el detalle de que él era un hombre bien hecho y yo apenas era una niña, aparte de que suspendí mis estudios, un día le pregunte a Alfredo si podía seguir estudiando -¿Te hace falta algo amor? O acaso ¿te gusto un vestido o unos zapatos? Puedes tomar dinero cuando quieras solo avísame- dijo con un tono desinteresado.

-No es eso lo que pasa es que cuando me case contigo interrumpí mis estudios, solo termine la secundaria y a mí me gusta estudiar quiero ser decoradora de interiores.

-Por eso no te preocupes ¿okey? Puedes remodelar toda la casa, amor conmigo no te faltara nada nunca tú no tienes que preocuparte por eso.

Aquello me dejo tranquila, solo paso un año para que tuviéramos a nuestro primer hijo, Alejandro, fue un buen año, Alfredo era muy buen padre quería mucho a Alejandro, lo nombro así porque quería que todos sus hijos tuvieran la inicial “A” después, el siguiente año tuvimos a Amelia era la niña más dulce que hubiera existido nunca y además era muy inteligente, aprendió a caminar a los seis meses y a hablar fluidamente a los nueve, para la edad de tres años ella ya sabía leer, escribir y hacer operaciones matemáticas básicas pero aun con todo eso, Alfredo era muy indiferente con ella, casi desde el instante en que nació, como hice con Alejandro deje que Alfredo también escogiera el nombre de Amelia.

-No es necesario.

-Pero estabas muy entusiasmado con la idea de las iniciales.

-Te dije que solo a mis hijos, ella es una hija.

Aquello no me importo, los dos eran sus hijos y tenían que ser iguales. Creo que siempre fui una buena madre, después de todo que más iba a hacer, no tenía una carrera aparte Amelia y Alejandro necesitaban a su madre ya que Alfredo tenía que hacer viajes a Hosuton los fines de semana para surtir productos farmacéuticos mismos que venía y distribuía a Monterrey de Lunes a Jueves, así que éramos yo y mis hijos de Jueves a Domingo, como Amelia era muy buena estudiante rara vez necesitaba mi ayuda, pero Alejandro, el, era un caso perdido la escuela no se le daba y solía tener muchos problemas de conducta, Alfredo hacia caso omiso a la problemática cada que le comentaba excusándose de que era normal su comportamiento y que así eran los hombres los años fueron pasando, Alejandro dejo la preparatoria trunca y comenzó a consumir sustancias toxicas como éxtasis tenía una novia que estaba esperando un hijo pero murieron en un accidente de coche me duele verlo así tan perdido en cambio, a Amelia le va bien acaba de terminar la preparatoria y piensa estudiar psicología y me cuenta que conocí a un muchacho llamado Alberto el Viernes ira a cenar a su casa para conocer a sus padres, cuando llego el Viernes se puso su mejor ropa y se arregló lo mejor que pudo, desgraciadamente el día no sería agradable como ella lo planeo, Alberto paso por ella en la noche en punto de las siete, su casa estaba aproximadamente a cuarenta minutos de la de nosotros cuando llegaron Amelia observo una camioneta idéntica a la de su padre estacionada fuera de la casa de Alberto y la idea de que su padre pudiese estar adentro le parecía retorcida y graciosa. Pero al darse cuenta que lo que se imaginaba era cierto no soltó ni una sola carcajada. Amelia se quedó paralizada frente a la situación, mi pobre hija huyo de la casa corriendo sin decir nada.

-¡Amelia!- grito Alberto, planeando perseguirla pero Alfredo lo detuvo antes de que lo hiciese.

-No, quédate aquí es posible que este mal de la cabeza o algo así.

-Pero como dices, podría pasarle algo está asustada.

-Te dije que te quedes aquí, y escúchame bien jamás en la vida quiero que vuelvas a ver a esa muchacha, te quedo claro?

-¿Pero por qué papa?

-Porque es claro que está loca.

-Actúas muy extraño.

Amelia llevaba corriendo aproximadamente quince minutos hasta que se desesperó y llamo a su hermano no le dijo que paso solo le dijo que era sumamente importante y le dijo como se sentía cuando paso por ella le conto todo y el exploto dio vuelta al coche, pero Amelia jamás le dio la dirección y se dio por vencido, ninguno de los dos sabia como decírmelo, por una parte Amelia sentía la necesidad de hacerlo, pero no quería herir mis sentimientos, aun así lo hicieron tres días después del incidente, no pude sobrellevar la noticia, me la pasaba los días sin comer o durmiendo demasiado. El tiempo paso yo no quería hacer el proceso del divorcio difícil, quería olvidarme pronto del problema, la pensión de Amelia se acabaría en un año y Alejandro ya no tenía derecho a una. Al poco tiempo recibí una noticia que la verdad ya no me importaba, Alfredo tenía cáncer de próstata, supongo que se lo merecía, aunque no me importaba de todos modos fui a visitarlo al hospital junto con Amelia y Alejandro, Alejandro solo quería reclamarle, estaba enojado con el cáncer, no porque mataría a su padre si no que no le permitiría matarlo a él con sus propias manos, cuando llegamos Bertha y Alberto estaban en la sala de espera, Bertha comenzó a reclamarme cosas absurdas y sin sentido a las cuales ni siquiera quería responder en cuenta llegamos Amelia se sentó en una de las sillas estaba llorando en silencio antes la discusión tratando de evitar a Alberto, Alejandro trato de entrar a la habitación

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