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DERECHO, LEYES Y SOCIEDAD


Enviado por   •  17 de Marzo de 2015  •  2.435 Palabras (10 Páginas)  •  261 Visitas

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INTRODUCCIÓN

En los tiempos actuales, resulta ser que queremos ser primer mundo (si es que no ya se cree ser), se tiene la buena intención de querer toda la población sepa leer y escribir, e incluso hasta en otro idioma (ingles), actuar como lo hacen los norteamericanos, país al que alaban muchos en nuestro interior, pero se “aborrece” delante de todos para no ser tachados de nepotismo, o imperialistas o yanquis. Nos olvidamos de nuestras lenguas madre, las originales indígenas, y resulta que ahora nuestro idioma ha perdido incluso sentido, puesto que todo lo queremos decir o modificar para estar en la onda hablando “spanglish”, para poder ser tomados en cuenta como estudiados.

Hay voces actuales que se han dado cuenta que esa tendencia estaba olvidando por completo del verdadero legado que recibimos, no de los conquistadores, sino de nuestras raíces indígenas. Los que hemos tenido la oportunidad de salir a estudiar fuera de nuestro entorno, hemos podido palpar que en realidad nos siguen viendo como un país aún en “vías de desarrollo”, por decir lo más, ya que la verdad es la que reflejan los noticieros internacionales, y no las historias azules que nos venden día con día, dentro del país.

Seguimos, quizás por nuestra herencia cultural española, sumidos en querer buscar nuestra propia identidad, sin darnos cuenta que estamos perdiendo muchas cosas en el olvido. No es sino por medio de la educación que un país puede superarse. Y no es educación en las escuelas, únicamente. Es toda la cultura. No se puede avanzar si no se está seguro de que cultura tenemos o que cultura debemos de resguardar, proteger y presumir. Sólo hay que voltear a ver a los futuros maestros, los famosos normalistas, para darnos cuenta hacia donde nos dirigimos.

Por todo esto, es importante señalar lo que en su momento señaló el poeta y filósofo español Jorge Agustín Nicolás Ruiz de Santayana, también conocido como George Santayana, en su obra “La Vida de la Razón, Volumen 1: La razón en el Sentido Común", “Aquellos que no recuerdan el pasado, están condenados a repetirlo" . En ese sentido, es importante hacer un paréntesis en todo lo que ha llevado a tener una historia tan rica, pero tan compleja, la cual no ha servido, en mi particular punto de vista, a lograr una coyuntura real en todos los contextos reales.

Resulta ahora que estamos inmersos en múltiples cambios sociales, pero sobre todo con esta vieja “nueva”, la historia de las reformas que van a cambiar el rumbo del país. Sería conveniente buscar cuantas veces hemos escuchado la misma frase, para darnos cuenta en donde estamos y hacia dónde vamos.

Con el presente trabajo, solamente se pretende hacer señalamientos, quizás vagos algunos, pero que conllevan un gran mensaje: tenemos realmente que aprender de dónde venimos para saber hacia dónde queremos ir. La frase es correcta. No se puede decir hacia dónde vamos, si no se sabe de dónde proviene uno. Este sencillo trabajo puede ser base un estudio más profundo, que durante los siguientes meses y materias se deberá de esclarecer. Es decir, es un principio.

DERECHO, LEYES Y SOCIEDAD.

Dentro de las discusiones y textos de apoyo entregados para el inicio del presente curso doctoral, nos hemos topado con varias discusiones entrepeladas, derivadas de los conceptos que cada uno de nosotros, como abogados y estudiosos del derecho debemos de tener en cuenta, enfocados en el quehacer diario de nuestras obligaciones laborales, nos topamos con la situación de las reformas a nuestra Carta Magna. En realidad, si bien es cierto el tema podría servir para una tesis, completa y analizando todos sus contextos, el presente trabajo no pretende entrar en un estudio exhaustivo como ese, sino únicamente utilizar ese contexto para hacer determinadas observaciones respecto a temas que están en boga actualmente.

Quisiera tratar, dentro de la humilde óptica de un servidor, los extremos de la aceptación, efectividad así como la legitimidad y legalidad de nuestro sistema jurídico , definido por Tarello como “el conjunto de reglas normativas de que consta una organización jurídica, así como el ordenamiento jurídico vigente en nuestro país, entendiendo a éste como el conjunto organizado de autoridad, poder, organización, normas, dotado de objetividad, que trasciende a los individuos singulares y coactivo .

Sin más preámbulos, me permito señalar que nuestro país está inmerso en una maraña de cambios, que la propia incipiente real “democracia” ha traído consigo. La verdadera democracia en México comienza con la llegada de la “alternancia” en el Poder. Esto trae consigo nuevos retos y paradigmas para la clase política mexicana, acostumbrada durante la democracia unipartidista a seguir las mismas reglas. Al llegar el cambio, y darse cuenta que se tienen compromisos adquiridos desde mucho tiempo antes, y que hubo quienes no quisieron verlos o quienes incluso los acrecentaron, que ahora han llegado los tiempos pactados, y resulta que tenemos que hacer tantos cambios como sean necesarios, para cumplir con nuestros “socios” extranjeros en primera instancia, pues ellos han dotado de inversión para que se realicen los mismos, así como acostumbrar a la gente a pensar de diferente manera. Conste que se dijo pensar. Pero, ¿y cómo van a pensar de manera diferente si no ha cambiado el sistema educativo? ¿si son los mismos vicios que se arrastran desde tiempos atrás? ¿si no estamos dispuestos a pagar el precio, pues es mejor ver a quien se le “echa la culpa” en lugar de comenzar con un trabajo que puede durar al menos dos generaciones? Hablaremos entonces únicamente de la reforma al sistema penal, convirtiéndolo en acusatorio oral y adversarial, sin hablar de las reformas energéticas, de telecomunicaciones y demás “grandes reformas” actuales.

LA LEGALIDAD DE LA LEY

Nuestro sistema jurídico se encuentra en una etapa de cambios radicales, pero nadie se ha tomado a la tarea de ver si la gente lo ha aceptado como el sistema correcto. Se nos ha vendido como la gran panacea, que va a cambiar a todos, comenzando con los Ministros de la Suprema Corte, pasando por los legisladores, diputados y senadores, jueces, policías, Fiscales y aún Procuradores de Justicia, Ministerios Públicos, Presidentes Municipales, Gobernadores, Presidente de la República y terminando con los mismos delincuentes, pero sobre todo, la sociedad. Los ciudadanos comunes y corrientes

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