Dictadura dinástica somocista
LEONCITOSALSEROEnsayo30 de Agosto de 2013
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POBREZA
Gobiernos posteriores a la “dictadura dinástica somocista”, de 45 años, al no darle continuidad al progreso y bienandanza general alcanzados en esa época, violaron flagrantemente las leyes de la evolución y del desarrollo natural de los pueblos, provocando inconsciente o deliberadamente estancamiento y atraso, cuya secuela involutiva seguimos soportando hasta ahora.
A partir de la década de los ochenta, la situación de los pobres de Nicaragua comenzó a empeorar notablemente. Baste revisar algunos índices económicos desde los años iniciales del régimen sandinista, hasta llegar a la deplorable situación actual, a pesar de que desde entonces nuestro país ha recibido, en ayuda externa, un promedio no menor de mil millones de dólares anuales, unos 3 millones diarios.
Este índicador es válido y apreciable en países desarrollados, o donde existen sociedades económicamente homogéneas, igualitarias, pero no para países subdesarrollados como Nicaragua, donde todo resulta desafortunado y peor que en cualquier parte del mundo. El llamado “crecimiento económico”, aunque necesario en la macroeconomía, oculta los índices de pobreza, desocupación y desarrollo humano, que son los que verdaderamente revelan la situación económica y social de un país y en la que Nicaragua ocupa los últimos lugares a escala mundial.
Haciendo un cálculo teórico para un Crecimiento Económico sostenido del 4 por ciento anual para Nicaragua, tomando como datos los actuales: el PIB, la población y el incremento poblacional, obtendríamos, para el año 2046, un PIB per cápita de US$4.13 por día, casi igual a US$4.00/día, cifra en que según el Banco Mundial, un país apenas está empezando a salir del umbral de la pobreza, lo cual demuestra con claridad, que lo que vale atender y combatir prioritariamente son los niveles de pobreza y desocupación acelerados que viene sufriendo el país desde la década de los ochenta.
Los gobiernos ineptos, poco visionarios, carentes de espíritu de progreso y de buena voluntad para pensar en el bien común, conducen inevitablemente al marasmo y a la involución de un país subdesarrollado cualquiera, contribuyendo naturalmente a acumular aún más la pobreza, la desocupación y la brecha entre ricos y pobres.
ALGUNAS CAUSAS DE LA POBREZA NACIONAL
1. Descuidar por completo la explosión demográfica nacional del 2.7 por ciento anual (“convertido” al 1.7 por ciento en el último censo), descuidando por completo las leyes de Malthus y sus consecuencias. Nicaragua ha tenido el más alto índice de incremento poblacional en América Latina y parece que a este hecho no se le ha dado la importancia que amerita para el Crecimiento Económico, ni se hace nada ostensible para menguar dicho incremento a través de campañas bien organizadas de educación y control de la natalidad, principalmente en las zonas rurales.
2. Los megasalarios, megapensiones y otros similares, que afectan sensiblemente a los bajos salarios, a los microasalariados, como lo revelan las constantes y recurrentes huelgas de transporte, educación, salud y trabajadores estatales en general.
3. El presupuesto nacional del país, diseñado en buena parte para fines o lastres políticos , descuidando el beneficio social de la población. El FMI se está concientizando de esta evidente anomalía y se refiere a las “rigideces del presupuesto nacional”, mencionando entre tales rigideces, lo asignado para las universidades, la Corte de Justicia y las transferencias a los municipios, que no permiten flexibilizar ni focalizar la pobreza extrema. Según algunos especialistas, Nicaragua no podrá cumplir en el año 2015 con las metas del milenio, a pesar de las colosales ayudas que para ello se han proyectado para este país.
4. El cambio brusco de vocación de un país, cuando aquella ya está bien definida tradicionalmente, como es el agro y la industria agropecuaria en el caso de Nicaragua. Los campesinos abandonados a su suerte huyen del campo a las ciudades, con ilusoria esperanza, agravando seriamente los problemas urbanos y rurales, mientras el gobierno confía y “sueña” con un turismo prometedor a largo plazo.
5. Los depredadores conscientes y algunas autoridades exorables que supuestamente controlan el inmisericorde holocausto animal y vegetal, no parecen comprender que están condenando a corto y mediano plazo a la degradación, a la miseria y a la deshidratación a generaciones enteras, incluyendo las de ellos mismos, que no podrán escapar, como consecuencia de las devastadoras reacciones de la madre naturaleza.
6. La deuda interna y externa. La primera producto de los malos manejos nacionales y la segunda, de las obligaciones contraídas con países donantes, que se va acumulando hasta conseguir el perdón de la deuda, para luego volver a empezar, en un feo e interminable círculo vicioso.
7. La ingobernabilidad y demás factores políticos, sociales y económicos contemplados en el índice Riesgo País, que afectan directamente la economía, la paz social y la inversión nacional y extranjera.
8. El analfabetismo y la falta de educación básica de los pobladores, a la cual debe darse prevalencia definitiva sobre la educación superior. Para que un país se desarrolle, la educación de sus ciudadanos y su tecnificación —está demostrado mundialmente— es una condición “sine qua non”.
9. El congelamiento de las pensiones a los pobres jubilados del INSS, que indecorosamente no toma en cuenta la devaluación de la moneda, ya no digamos la inflación, degradando cada vez más la calidad de la vida.
10. Los problemas de la propiedad y sus concomitantes invasiones territoriales.
11. Las guerras, los gobernantes de facto, dictaduras retrógradas y la consabida corrupción gubernamental.
Estos serios obstáculos al desarrollo, difícilmente pueden ser removidos a corto plazo, porque la gran mayoría son de carácter político, pero repercuten grave y negativamente en el normal progreso económico y social del pueblo de Nicaragua.
Pero al menos deberíamos estar seguros y conscientes de que “sublata causa, tollitur effectus”, suprimida la causa, cesa el efecto y asimismo de que mientras permanezcan las causas, perdurarán los efectos.
http://archivo.laprensa.com.ni/archivo/2006/septiembre/13/suplementos/negocios/142587.shtml
La pobreza en Nicaragua, y en general en Centroamérica, es un problema crónico y muy complejo. La pobreza, en nuestra región, está relacionada muy estrechamente con el pasado turbulento de guerras y depresión económica profunda que vivimos a lo largo de los últimos veinticinco años. Sin embargo, en todo este tiempo la pobreza como situación cotidiana en nuestros países ha sido capitalizada en favor de intereses de muy diversa índole.
La pobreza como elemento utilitario de la clase política no ha sido el único oportunismo que hemos padecido en nuestro país. En otro sector, el de las ONG, algunas organizaciones han hecho también de la pobreza un negocio, un modus vivendi. En el país existe una cantidad impresionante de organizaciones on gubernamentales dedicadas a “trabajar” en diferentes “áreas temáticas” --uno de los tantos eufemismos que son de uso corriente en ese medio. Sin embargo, a pesar de que muchas de estas ONG declaran que su labor está orientada a solventar algún problema colateral de la pobreza, la realidad demuestra que no es así, puesto que los índices de pobreza más bien se agravan año con año en todo el país, según las estadísticas oficiales. Es cierto que esto no es culpa de las ONG, pero demuestra a qué punto los resultados que ellas obtienen son enteramente marginales a la tendencia que marca el comportamiento de este flagelo a nivel nacional.
A finales de los años noventa en Nicaragua se puso de moda el tener una ONG. Muchas de estas organizaciones “sin fines de lucro” terminaron, años más tarde, siendo rentables negocios de intermediación de recursos económicos de la cooperación internacional o de fondos obtenidos del público bajo el lema de combatir la pobreza, la exclusión social y otras nobles causas. Numerosas ONG pequeñas, medianas y grandes supuestamente se dedican a luchar contra la pobreza sin tener, al parecer, muchas de ellas una idea concreta ni mucho menos la capacidad de atacar sus causas.
A lo largo de los últimos diez años, a varios de los más pobres municipios del occidente y del norte del país llegaron distintas ONG con una serie de proyectos de todos los tipos y tamaños para tratar de solucionar una gran cantidad de problemas, sin que haya habido, al menos, una certeza de que estos proyectos, en su globalidad, pudiesen generar efectividad en el mediano plazo. Un verdadero brote de “proyectitis” a lo desordenado. Por otra parte, esto ha sido también un maravilloso negocio para algunos expertos proyectistas nacionales e incluso internacionales que hacen diferentes estudios que llegan incluso a costar varios miles de dólares, todo ello con el objetivo de vender dichos proyectos a los donantes internacionales o a sus operadores. En la inmensa mayoría de los casos sus estudios adolecen de una enorme falla estructural: andan obsesionados con los estudios de impacto, para poder ver resultados pírricos a la vuelta de seis meses o un año, cuando lo que debería buscarse es el efecto de desarrollo en las zonas de intervención.
Un problema evidente que acarrea esta proliferación de ONG es la multiplicación de costos de gestión y una merma importante de la productividad en las acciones globales que emprenden; ya que al haber tantas organizaciones, cada una con un personal administrativo de base y con costos fijos que cubrir para mantener
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