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Didáctica Magna

wichosa1 de Mayo de 2013

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CAPITULO PRIMERO

EL HOMBRE ES LA CRIATURA POSTRERA, LA MÁS ABSOLUTA,LA MÁS EXCELENTE DE TODAS LAS CRIATURAS

Nosce te ipsum, (conócete a ti mismo),

CAPITULO II

EL FIN DEL HOMBRE ESTÁ FUERA DE ESTA VIDA

Los dictados de la razón nos afirman que criatura tan excelsa como lo es el hombre, debe estar necesariamente destinada a un fin superior al de todas las demás criaturas;

Vivimos aquí una vida triple: vegetativa, animal e intelectiva o espiritual, la primera de las cuales jamás se manifiesta fuera del cuerpo; la segunda se dirige a los objetos por las operaciones de los sentidos y movimientos; la tercera puede existir separadamente, como ocurre en los Ángeles.

Todas las cosas que hacemos y padecemos en esta vida demuestran que en ella no se consigue nuestro último fin, sino que todas ellas tienden más allá, como nosotros mismos. Cuanto somos, obramos, pensamos, hablamos, ideamos, adquirimos y poseemos no es sino una determinada gradación, en la que, lanzados más y más allá, alcanzamos siempre grados superiores, sin que jamás lleguemos al supremo.

Nuestras acciones, en un principio, son tenues, débiles, rudas y en extremo confusas, y paulatinamente se desarrollan después las potencias del alma con las fuerzas del cuerpo, de tal manera que mientras tenemos vida, no nos falta qué hacer, qué proponer, qué emprender, y todo esto, es un espíritu generoso, siempre se dirige más allá, pero sin que se vea el término.

los romanos, según asegura Festo, llamaban a la muerte viaje, y los griegos empleaban frecuentemente la palabra marchar, en vez de fallecer o morir.

En el primero recibimos la vida solamente con el movimiento inicial y el sentido; en la segunda, la vida, el movimiento, el sentido con las primicias del entendimiento; en la tercera, la plenitud absoluta de todas las cosas.

CAPITULO III

ESTA VIDA ES TAN SÓLO PREPARACIÓN DE LA VIDA ETERNA

Cualquiera que sea la parte del Mundo visible que examinemos nos llevará a la conclusión de que no ha sido creado para otro fin más que el de servir de:

Generación . . . . . . . . . . . . .

Crianza . . . . . . . . . . . . . . al género humano.

Ejercicio. . . . . . . . . . . . . . .

CAPITULO IV

CONOCERSE, REGIRSE Y ENCAMINARSE HACIA DIOS, TANTO A SÍ PROPIO COMO TODAS LAS DEMÁS COSAS CON UNO MISMO, SON LOS TRES GRADOS DE LA PREPARACIÓN PARA LA ETERNIDAD.

Demente es y dañoso en gran manera el que, deseando ser hombre, se preocupa más de los adornos que de la esencia humana.

CAPITULO V

LA NATURALEZA HA PUESTO EN NOSOTROS LA SEMILLA DE LOS ELEMENTOS ANTEDICHOS (ERUDICIÓN, VIRTUD Y RELIGIÓN)

Propio es de la divina sabiduría no hacer nada en balde, o sea sin fin alguno y sin los medios proporcionados para conseguirle. Por lo tanto, todo cuanto tiene existencia existe para algo y está dotado de los órganos y elementos necesarios para obtener su determinado fin;

El hombre ha sido llamado por los filósofos microcosmo, compendio del Universo, que encierra en sí cuanto por el mundo aparece esparcido. Ya en otra parte demostramos la verdad de esta afirmación. El entendimiento del hombre al venir a este mundo ha sido comparado muy acertadamente a la semilla o germen; en el cual, aunque en el momento no exista la figura de la hierba o árbol, en realidad de verdad hay en él un árbol o hierba,

Pitágoras acostumbraba decir que era tan natural al hombre el saber todas las cosas, que si interrogamos con habilidad a un niño de siete años acerca de todas las cuestiones de la Filosofía podrá responder acertadamente a todas ellas;

Aristóteles comparó el alma del hombre a una tabla rasa, en la que nada hay escrito, pero en la que pueden inscribirse muchas cosas. Y de igual modo que en una tabla limpia puede escribirse lo que el escritor quiere o pintarse lo que desea el pintor conocedor de su arte, así en el entendimiento humano puede, con igual facilidad, fijarlo todo aquel que no ignore el artificio de enseñar. Y si esto no se realiza no será ciertamente por culpa de la tabla (a no ser que esté estropeada), sino por ineptitud del pintor o escritor. Conviene tener en cuenta que en la tabla no se pueden trazar más líneas que las que permita su extensión, mientras que por más que se escriba o grabe en el entendimiento jamás se hallará término, porque (como antes hemos dicho) es ilimitado.

Nuestro entendimiento está sediento de objetos, los desea con ansia, trata siempre de investigar, y recibe, mejor dicho devora, todas las cosas; siempre infatigable, con tal de que se le ofrezcan a su consideración ordenadamente una detrás de otra sin ofuscarle con simultánea multitud.

Dos son las razones en que nos fundamos para asegurar que son innatos en el hombre ciertos gérmenes de virtudes: primero, que el hombre se complace con la armonía, y segundo, que el mismo hombre no es sino armonía por dentro y por fuera.

El hombre mismo no es sino armonía, tanto respecto del cuerpo como del alma.

el hombre. En cuanto a su cuerpo, formado con maravilloso ingenio, su primer móvil es el corazón, fuente de la vida y de todas las acciones y del cual reciben los demás miembros el movimiento y el ritmo de este movimiento. La pesa que causa los movimientos es el cerebro, que sirviéndose de los nervios como de cuerdas, atrae y separa las demás ruedas (los miembros). La variedad de las operaciones internas y externas es la misma ordenada proporción de los movimientos.

La rueda principal en los movimientos del alma es la voluntad; las pesas que la mueven son los deseos y afectos que la inducen hacia uno u otro lado. La razón es el muelle que detiene o impide el movimiento y regula y determina qué, adónde y en qué medida debe aproximarse o separarse.

Todos los hombres tienen idea de los dioses y todos ellos asignan el lugar supremo a una cualquiera de las divinidades, escribe Aristóteles en el libro I, de Coelo.

Platón se expresa de este modo: Dios es el sumo bien sobre toda substancia, toda naturaleza y a quien todas las cosas se dirigen.

Sabido de todos es aquello del poeta venusino:

Nadie es tan fiero que no pueda amansarse,

Con tal que aplique a su cultura paciente oído.

CAPITULO VI

CONVIENE FORMAR AL HOMBRE SI DEBE SER TAL

Nadie puede creer que es un verdadero hombre a no ser que haya aprendido a formar su hombre; es decir, que esté apto para todas aquellas cosas que hacen el hombre. Esto se demuestra con el ejemplo de todas las criaturas que, aunque destinadas a usos humanos, no sirven para ello a no ser que nuestras manos las adapten. Por ejemplo: Las piedras, que nos son dadas para construir nuestras casas, torres, muros, columnas, etc.; pero que no sirven para ello a no ser que nuestras manos las corten, las tracen, las labren.

Platón (1.6 de las leyes): que el hombre es el animal extremadamente manso y divino si ha sido amansado con la verdadera disciplina; pero si no tuvo ninguna o fue equivocada, es el más feroz animal que produce la tierra.

En general a todos es necesaria la cultura. Pues si consideramos los diversos estados del hombre hallaremos esto mismo. ¿Quién dudará que es necesaria la disciplina a los estúpidos para corregir su natural estupidez? Pero también los inteligentes necesitan mucho más esta disciplina porque su entendimiento despierto, si no se ocupa en cosas útiles, buscará las inútiles, curiosas o perniciosas.

8. Los ricos sin sabiduría, ¿qué son sino puercos hartos de salvado? Y los pobres sin inteligencia de las cosas, ¿qué son más que asnillos llenos de cargas? Y el hermoso no educado, ¿qué es sino papagayo adornado de pluma o, como alguien dijo, vaina de oro que encierra arma de plomo?

No hay que guiar con voces, cárcel o azotes a la criatura racional, sino con la razón. Si se obra de modo contrario, redunda en injuria de Dios, que puso en ellos igualmente su imagen, y las cosas humanas estarán llenas, como lo están, de violencias e inquietud.

El que no aprecia la sabiduría y la disciplina es un mísero; su esperanza (es decir, el conseguir su fin) será vana, sus trabajos infructuosos y sus obras inútiles. (Sab., 3.11.)

CAPITULO VII

LA FORMACIÓN DEL HOMBRE SE HACE MUY FÁCILMENTE EN LA PRIMERA EDAD, Y NO PUEDE HACERSE SINO EN ÉSTA

Deduce claramente de lo dicho que la condición del hombre y la de la planta son semejantes. Pues así como a un árbol frutal (manzano, peral, higuera, vid) puede desarrollarse por sí mismo, pero silvestre y dando frutos silvestres también; es necesario que si ha de dar frutos agradables y dulces sea plantado, regado y podado por un experto agricultor. De igual modo el hombre se desarrolla por sí mismo en su figura humana (como todo bruto en la suya); pero no puede llegar a ser Animal racional, sabio, honesto y piadoso sin la previa plantación de los injertos de sabiduría, honestidad y piedad. Ahora hay que demostrar que esta plantación debe efectuarse cuando las plantas son nuevas.

Es conveniente comenzar a instruirnos para las acciones de la vida, no sea que nos veamos forzados a decaer antes de haber aprendido a obrar.

La condición de todo lo nacido es que mientras está tierno fácilmente se dobla y conforma; si se endurece resiste el intento.

dicho de Cicerón: Los niños recogen rápidamente innumerables cosas. Así, lo mismo las manos que los demás miembros solamente pueden ejercitarse y educarse para las artes y los trabajos durante los años de la infancia, en que los nervios están más dúctiles.

Luego no nos queda sino pensar que nuestro Creador tuvo a bien concedernos graciosamente,

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