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EL BILLETE MEXICANO

jooooana9 de Noviembre de 2012

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El billete mexicano

La aparición del papel moneda no tiene una ubicación histórica específica aunque sus inicios se adjudican a los chinos. Durante los siglos XVIII, XIX y comienzos del XX, en varios países se suscitaron los primeros intentos de usar un papel moneda tal y como se conoce actualmente. En el caso particular de México, se pueden situar sus inicios a principios del siglo XIX.

Antecedentes del billete mexicano

En 1810, un grupo de mexicanos comenzó una lucha armada para poner fin al dominio español en la Nueva España. La guerra por la Independencia de México inició con el grito de Dolores el 16 de Septiembre de 1810, y finalizó el 27 de Septiembre de 1821 con la entrada del Ejército Trigarante a la Ciudad de México. Cuando esta lucha terminó, el orden político y social del Virreinato de la Nueva España quedó trastornado.

Durante la guerra de Independencia, muchos españoles regresaron a su país y los que se quedaron en la Nueva España, escondieron sus fortunas. Las minas que continuaban abiertas fueron saqueadas y su producción se redujo tanto por los trabajadores que se unían a las tropas insurgentes como por los ataques de los oponentes. Además, se redujeron las conductas de plata (traslado) que iban de los Reales Mineros a la ciudad de México por la inseguridad de los caminos. Todo esto provocó una profunda crisis económica y un desabasto de monedas metálicas.

Debido a la necesidad de contar con un medio de pago, surgieron una gran cantidad de monedas de necesidad, llamadas así porque se fabricaron para aliviar la necesidad de circulante que existía. Algunas de estas monedas eran de oro pero en su mayoría fueron de plata y cobre. También aparecieron unas curiosas piezas de cartón que fueron emitidas en San Miguel el Grande, Guanajuato. Estaban escritos a mano con tinta negra, tenían denominación de medio real (moneda de la época) con fecha de julio o agosto de 1813 y contaban con las firmas de “González”, “Malo” y una tercera ilegible. Se cree que estas firmas pudieron pertenecer a comerciantes, funcionarios u oficiales. Los estudiosos reconocen estas piezas como el antecedente más antiguo del billete mexicano.

El billete del Primer Imperio

Al consumarse la Independencia en 1821, México adoptó un gobierno monárquico encabezado por Agustín de Iturbide. Después de los once años que duró la lucha armada, el Primer Imperio Mexicano inició sus funciones con una economía en pésimas condiciones. La agricultura y la minería estaban en decadencia. La industria que apenas nacía, estaba estancada y sin inversionistas.

Para resolver la situación, Iturbide aplicó distintas estrategias. Concedió grandes facilidades a la producción minera, recurrió a préstamos forzosos, redujo los impuestos y los sueldos de militares y civiles. Estas medidas no funcionaron y lo desprestigiaron como emperador. Posteriormente, recurrió a la emisión de papel moneda (20 de diciembre de 1822). Estos billetes son la primera emisión oficial mexicana y están impresos por una sola cara, en papel blanco de forma casi cuadrada y llevan la leyenda IMPERIO MEXICANO. Se emitieron en las denominaciones de 1, 2 y 10 pesos.

Estos billetes fueron rechazados por el público, con desagrado y desconfianza. Por un lado, porque las personas estaban acostumbradas a utilizar monedas de plata; y por otro, porque su aceptación era obligatoria.

El billete republicano de 1823

Tras el fracaso imperial, México se constituyó en República Federal en 1823. El nuevo régimen trató de corregir los errores del Imperio y de ganar la confianza del público en los manejos financieros del gobierno. Entre las acciones que se tomaron se encuentran el fin de los préstamos forzosos y el retiro de la circulación del billete imperial. Sin embargo, las condiciones del país eran difíciles y se decidió emitir nuevamente papel moneda para el financiamiento estatal. Para intentar frenar el rechazo popular hacia este medio de pago, los nuevos billetes se imprimieron en el reverso de bulas papales canceladas; es decir, sobre documentos religiosos que llevaban el sello del Papa. Con esto, se esperaba obtener la aceptación del pueblo mexicano por su religiosidad. Por otro lado, también se pretendía impedir la falsificación al usar un “nuevo papel”.

Sin embargo, el nuevo billete republicano tuvo la misma suerte que el billete imperial. No se ganó la confianza del público y pronto tuvo que ser retirado de la circulación.

Los bancos privados de emisión

Después de los fracasos monetarios del Imperio y de la República, pasaron varias décadas para que regresara la emisión del papel moneda en México. En 1864, durante el Imperio de Maximiliano de Habsburgo, se retomó el proyecto pero bajo condiciones distintas. El responsable de la emisión sería un banco privado, El Banco de Londres, México y Sudamérica, y los billetes serían de aceptación voluntaria. En esta ocasión, el éxito del billete fue grande; incluso, en ciertos medios llegó a ser preferido a la moneda metálica. Esto se debió a que sus emisores familiarizaron a los mexicanos con un medio de cambio novedoso, al que lograron darle respetabilidad.

Años más tarde, la caída del Imperio y la restauración Republicana resultaron favorables para la emisión de billete; principalmente, durante el gobierno del general Porfirio Díaz (1877-1911). En ese periodo se estableció, con fundamento en diferentes disposiciones legales pero sobre todo conforme a la Ley de Instituciones de Crédito de 1897, un firme, funcional y organizado sistema bancario. Bajo este esquema, cada estado de la República contó, al menos, con un banco privado emisor de billete, además del Banco Nacional de México que estaba presente en toda la República y del de Londres y México, cuya concesión fue ratificada. Los billetes emitidos por estas dos instituciones circulaban nacionalmente, en ocasiones, revalidados en los diferentes estados.

De este modo, México adoptó al billete como medio de pago de aceptación generalizada. Los billetes de estos bancos se emitieron con el respaldo metálico correspondiente en denominaciones de 1, 5, 10, 20, 50, 100, 500 y 1000 pesos y eran fabricados por empresas extranjeras especializadas como Bradbury, Wilkinson & Company, American Bank Note Company y American Book & Printing Company. Al fin, el billete de banco fue aceptado por el público usuario.

El billete durante la Revolución de 1910

Años después, un nuevo conflicto armado alteró el orden económico y social del país. La Revolución Mexicana iniciada el 20 de Noviembre de 1910, que en un principio era una lucha con el fin de destituir al Presidente Porfirio Díaz, se convirtió en una guerra civil. Con la lucha armada se retiraron de la circulación enormes cantidades de moneda metálica y, por si fuera poco, resurgió el rechazo al billete de banco. Pasaron varios meses de conflictos políticos y militares antes de que Díaz huyera del país. Con su partida, Francisco I. Madero llegó a la presidencia. La situación del país era compleja. La vieja oligarquía porfiriana y los Estados Unidos de América no confiaban en que Madero pondría orden en el país. Fue entonces que el general Victoriano Huerta, a través de un golpe de estado, destituyó y asesinó en febrero de 1913 a Francisco I. Madero, Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos.

Huerta ordenó a los bancos privados de emisión entregar el respaldo metálico de los billetes a su gobierno y emitir cantidades desorbitadas de billetes sin ningún respaldo. Así, el billete bancario se depreció aceleradamente y el sistema bancario mexicano construido con grandes dificultades se desmoronó rápidamente.

La falta de efectivo obligó a autoridades municipales, a jefaturas militares y a comerciantes, mineros y hacendados a emitir piezas de necesidad. Así, de 1913 a 1915 reapareció en México la moneda de necesidad. Se acuñaron diversas piezas metálicas en distintos puntos de la República pero sobre todo se multiplicaron las emisiones de papel. El primero en emitir este tipo de piezas fue Venustiano Carranza, Primer Jefe del Ejército Constitucionalista y caudillo de la lucha antihuertista; quien, a su vez, autorizó a numerosos jefes revolucionarios la emisión de sus propios billetes, vales y cartones para allegarse fondos de campaña.

Las características formales de estos billetes son sumamente variables; existen algunos de gran calidad y otros de burda factura. Las numerosas emisiones y variedades, lejos de resolver el problema monetario de la República, lo complicaron. Estas piezas, a las que el pueblo mexicano denominó genéricamente bilimbiques (vocablo probablemente surgido de la contracción del nombre de William Week, pagador norteamericano de la mina Green de Cananea que acostumbraba utilizar vales de papel para pagar a los mineros y cuyo nombre resultaba impronunciable para los trabajadores mexicanos), únicamente valían en tanto su emisor ejercía el poder y la autoridad en una determinada región. A la derrota del general Huerta, la situación se complicó con el enfrentamiento entre las distintas facciones revolucionarias. Los bilimbiques se devaluaban continuamente; además, aparecieron nuevas emisiones como las del Gobierno Provisional de México emitidas en Veracruz o las de la Convención Revolucionaria de la ciudad de México (Revalidados). La falsificación masiva de estas piezas contribuyó a acrecentar el problema monetario de México y el descrédito del papel moneda.

Conforme se consolidaba el dominio de los constitucionalistas, éstos emprendieron varios

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