El Fracaso del Amor

“EL FRACASO DEL AMOR”

En mi opinión este libro me ha impactado, por lo siguiente:

A través de la información y datos que proporciona la autora respecto de los conflictos de las parejas del siglo XIX en México, así como de la investigación que realizó en el Archivo General de la Nación y del Archivo Histórico del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal, me doy cuenta que la mujer estaba completamente restringida en el ejercicio de su libertad, esto es, para hacer, para decir, para salir, para inconformarse, para relacionarse con otras personas, etc., porque dependía totalmente de su marido (económica, legal y emocionalmente), ya que al hombre (con las reformas borbónicas y sobre todo con el liberalismo, las cuales influyeron de manera predominante en nuestro país) le fue permitido tener el poder, el control y el dominio total sobre la mujer, hasta el grado de corregir a su esposa (si es que hacía algo que no le parecía, verbigracia, rebelarse, platicar con alguien, visitar a su familia, pasear, realizar compras sin su consentimiento, etc.) a través de los golpes y del maltrato, o en su caso, depositarla en los centros de beneficencia, mientras que a la mujer le correspondía el papel de aguantar, de servir, de ser víctima e incluso de creer que era necesario que su cónyuge la corrigiera porque se había “portado mal”. Esto es, que la mujer no era tomada en cuenta como un individuo con personalidad propia y con derechos en el matrimonio, sino que en aquélla época estaba nulificada, no existía como sujeto jurídico, y por otro lado, el hombre era la única autoridad dentro de la familia. Lo mismo sucedía en el caso de las amantes.

Sin embargo, como no hay mal que dure cien años ni quien lo aguante, la mujer tuvo que empezar a oponer resistencia y de manera paulatina comenzó a actuar, a buscar ayuda ante situaciones tan injustas e insoportables, es decir, acudió ante las autoridades judiciales para que la protegieran, así como con la familia, vecinos, etc., pero en relación a los tribunales civiles, los cuales a partir de la segunda mitad del siglo XIX conocieron tanto del matrimonio como del divorcio civiles, las mujeres demandaban el divorcio necesario manifestando en sus argumentos que eran personas débiles y por tanto víctimas de sus esposos porque éstos las maltrataban (violencia conyugal) o el juicio por alimentos, por escasez de recursos, en cambio para el hombre la figura del divorcio significó recuperar su libertad.

También las parejas de esa época tenían la libertad para elaborar convenios o el mutuo consentimiento para el divorcio.

Por ello es el impacto que ha causado en mí leer este libro, porque aún en nuestros días (siglo XXI) subsiste la discriminación hacia la mujer, sigue siendo maltratada por el hombre a través de la violencia, ya sea física, psicológica, emocional y sexual, a lo cual se le denomina violencia intrafamiliar y por estas razones acude ante los tribunales a solicitar el divorcio (necesario, voluntario o administrativo, dependiendo el caso) o en su defecto, solicita ayuda ante diversas instituciones para que le brinden asesoría y protección, por ejemplo el Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), Agencia del Ministerio Público, Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), Instituto Nacional de las Mujeres, Centro de Atención a la Violencia Intrafamiliar (CAVI), etc., esto es que si actualmente existen diversas dependencias para poder ayudar a la mujer por la violencia que sufren por sus cónyuges, quiere decir que los índices de violencia han aumentado en nuestro país, dada la desigualdad que aún prevalece entre hombres y mujeres.    

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