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El Gris Como Categoría Lingüística-cognoscitiva Para Abordar Yo El Supremo


Enviado por   •  1 de Diciembre de 2013  •  2.670 Palabras (11 Páginas)  •  255 Visitas

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Abstract: Este trabajo indaga en la noción del “gris” que surge de la misma novela Yo el Supremo, palabra que pretende aprehender ideas dialécticas, es decir, conceptos-realidades contrapuestas, pero que se implican una a la otra. El gris permite nombrar-pensar la unión de la unidad con la multiplicidad, descubre al mismo tiempo que oculta (mantiene en su misterio-infinitud) aquello que nombra. Para entender mejor esta categoría lingüística-cognoscitiva se empleará el concepto de “paradigma complejo” de Edgar Morín. Luego se verá la relación del gris con algunos inventos del Supremo, que funcionan como metáforas autorreferenciales de la escritura-lectura de la novela.

¿Cómo hablar de una novela que habla de todo y hasta de ella misma? ¿Cómo no perderse en el todo, incomprensible e inexplicable simultáneamente, pero que sólo puede concebirse en tanto simultaneidad, en la que las relaciones son múltiples, multidireccionales y movedizas? Tratar de hablar de un tema en Yo el Supremo, de acotar una línea de lectura, es como tratar de sacar una pedazo de lana o hilo de un solo color de un canasto de lanas de colores fragmentadas y darte cuenta que están unidas-enredadas. En este texto, uno se da cuenta que hay diferencias y no hay diferencias al mismo tiempo (entre conceptos supuestamente distintos, binarios opuestos); inútil apelar a la ley de la no-contradicción. ¿Cómo nombrar este atributo de la escritura-lectura de Augusto Roa Bastos? En la misma obra se presenta una palabra-categoría cognoscitiva para ello: (el) gris.

La primera vez que aparece esta palabra es en el Cuaderno Privado (donde aparece la voz del YO, del que duda y se cuestiona ), después de la discusión con Patiño sobre las hebillas doradas y de que su amanuense le diga que (en ese momento) lo ve con su capa negra, pero el Supremo le dice que está vistiendo la bata del sueño eterno hecha jirones: “Yo, aquí, hecho un espectro. Entre lo negro y lo blanco. Entre el gris y la nada, viéndome doble en el embudo del espejo” (Roa Bastos, 2001: 52) . ¿Qué se trata de nombrar al usar la noción del gris? En el texto y en la realidad extra-textual, el gris es la mezcla del negro con el blanco, nombra lo intermedio, por eso también viene asociado al azogue (material para amalgamar ciertos metales, pero a su vez separar otros) en esta cita que se encuentra cuando el Supremo-niño quiere nacer del cráneo:

Recojo el tiesto gris. Todos los grises llegan al mismo nivel del principio. Ahí donde la caída comenzó. El gris azogado se sitúa entre lo blanco y lo negro; lo blanco reducido al estado de tiniebla. […]. Todo sabido: Blanco. Todo pasado: Gris. Todo cumplido: Negro… Mi voz bajaba hasta emparejarse a su silencio. ¿No crees que poniendo una segunda agua a nuestros techos podríamos entendernos? […].Vibra [el cráneo] hasta la sombra. Gris-blanca, ahumada-negra. Entre los dos, según. No somos uno. No somos dos. Él ya fue. Yo no soy Yo todavía. (Ibíd., pp. 85-86).

El “gris azogado” es, entonces, un concepto complejo, dialéctico , pues como bien lee Rafael Recio Vela este pasaje en “La imagen del cráneo en Yo el Supremo, de Augusto Roa Bastos”: “[E]n este silencio… comienza a producirse la unidad entendida ésta no como suma, sino como síntesis de las partes, sin ser aún un solo ser pero dejando de ser ya definitivamente dos seres distintos” (Recio Vela, 2007: 48). Esta unidad sintética, que no es todavía un solo ser, pero que tampoco es dos, difícil de concebir, es lo que se puede nombrar o conceptualizar como “gris”.

Pensar en categorías “conjuntivas”, “complejas” y múltiples-pero-implicadas es difícil cuando la lógica y el conocimiento común nos acostumbran a pensar en lo separado, contrapuesto, disyuntivo, es decir, en categorías absolutas de un esquema neuróticamente organizado. Precisamente, es el ÉL neurótico del Supremo (su parte eterna, fija, que no duda) quien afirma que sólo hay dos polos (el de la ley/orden/diferencia y el de la anarquía/caos/indistinción), no hay tercera opción o polo (Roa Bastos, 2001: 95). Sin embargo, para comprender el mundo no bastan los dualismos o binomios excluyentes, pues se mutila al mundo en su “complejidad”, categoría cognoscitiva fundamental para Edgar Morín (autor que promulga que el conocimiento es indisociable de la incertidumbre):

Complexus, significa lo que está tejido junto; en efecto, hay complejidad cuando son inseparables los elementos diferentes que constituyen un todo […] y que existe un tejido interdependiente, interactivo e inter-retroactivo entre el objeto de conocimiento y su contexto, las partes y el todo, el todo y las partes, las partes entre ellas. Por esto, la complejidad es la unión entre la unidad y la multiplicidad. (Morín, 1999: 15-16).

Es decir que lo complejo, y en esta lectura también lo gris, no sólo se refiere a lo múltiple, sino también a la unidad, es aquello que permite pensar y nombrar lo que el pensador francés llama “unidualidad” (categoría o paradigma de la conjunción que contrasta con los paradigmas de la disyunción de la lógica occidental, que quisieron seguir el principio de la no-contradicción):

[E]l paradigma de simplificación, el cual ante cualquier complejidad conceptual, prescribe bien sea la reducción (aquí de lo humano a lo natural) o la disyunción (aquí entre lo humano y lo natural). Uno y otro paradigma impiden concebir la unidualidad (natural <−>cultural, cerebral <−> psíquica) de la realidad humana e impiden igualmente concebir la relación a la vez de implicación y de separación entre el hombre y la naturaleza. Sólo un paradigma complejo de implicación/distinción/conjunción permitiría tal concepción; pero ese aún no está inscripto en la cultura científica (ibíd., pp. 8-9; las cursivas son mías).

El gris permite pensar o imaginar la complejidad, la simultánea diferencia-semejanza-interdependencia de los elementos de un todo o una unidad que muchas veces parece inconcebible, llevándonos al borde de la mera confusión (indistinción total, que es parte de lo gris o complejo, pero no su sinónimo; es quizás uno de sus matices más oscuros) o de lo indecible (por eso en la primera cita que hacíamos el YO contrapone el gris a la nada). Es necesario poder separar para conocer, pero hay que nuevamente juntar para comprender. Sin embargo, a veces lo complejo deviene en misterio impenetrable, al borde de lo indecible, para lo cual la categoría del gris sólo sirve para nombrar, pero no para entender, decir, explicar (o quedar a la espera de quien sí pueda hacerlo). Esto sucede con el término ceniza, análogo al gris (por evidencias extratextuales), pues los extraños hombres de Tevegó convertidos en piedra eran de todas las razas y colores, pero ahora son todos grises-ceniza: “Del

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