El Hunter

En una tarde de invierno, de esas tardes frías, donde el viento silbaba al pasar a través de los árboles y ese solo sonido te llegaba a dar escalofríos. Yo caminaba tranquilo sin apuro, observando el cielo cubierto de nubes grises que se agrupaban en forma desordenada como si las hubiera hecho un pintor lunático o enfermo, las calles completamente vacías y yo me dirigía a mi casa.

Mi hogar se encontraba en un barrio cerca de un puente de madera que era atravesado por un riachuelo que unía mi barrio con otros que estaban más alejados. Era un lugar hermoso para vivir hasta que un día llego un hombre misterioso a la única casa abandonada que existía en mi barrio. Como tradición, cuando alguien llega, vamos a saludar al nuevo vecino y de esa forma con conocemos. En esta oportunidad no fue la excepción, así que fui a conocer al nuevo vecino.

Toque su puerta y después de unos segundos apareció él, un hombre alto, de ojos hundidos y sin expresión en su mirada, vestía unos pantalones negros acompañado de un polerón con capucha también negro. Al presentarme su expresión fue espeluznante, se notaba que no le agradaba mi presencia en su puerta, a pesar de eso lo salude y mi voz me salió titubeante, sin mencionar que me temblaban mis piernas, él solo movió su cabeza de arriba abajo para responder mi saludo, me ofrecí para ayudarlo con su mudanza a lo cual él me dijo que no, con su voz ronca e irritada. Regrese a casa con una sensación extraña en mi cuerpo, pensado que mi nuevo vecino era una persona rara y misteriosa.

Yo intrigado con su actitud, me dedique a espiarlo, para saber porque él era así. Me puse detrás de la ventana a ver como cargaba sus muebles y maletas, hasta que de repente vi una caja alargada de madera y muy extraña ya que tenía muchas manchas de sangre por varias partes y cuando la cargo miraba hacia todos lados como esperando que nadie lo viera.

La casa de mi vecino se encontraba frente a la mía, así que era fácil espiarlo, sin mencionar que tenía algunos vidrios quebrados por la cual se podía ver las cortinas deshilachadas asomándose a través de ella.

Pasaron varios días y mi vecino no salía de casa, hasta que una noche de lluvia, vi como él salía de su casa cargando esa caja alargada y extraña, la cual pude ver con claridad gracias a los fuertes relámpagos y rayos que iluminaba el cielo esa noche tenebrosa y oscura. Se subió a su auto y desapareció de mi vista, pasaron varias horas hasta que unos ruidos extraños en la calle me despertaron de pronto, mi vecino había regresado y cargaba sobre sus hombros un bulto y en su otra mano la caja de madera, entro rápidamente a su casa y no pude espiar más ya que no encendió ninguna luz. Yo volví a mi cama intrigado y pensando que sería ese bulto.

Al día siguiente mi tío nos visitó y les contó a mis padres los que había ocurrido en el pueblo cercano, que se encontraba al otro lado del riachuelo; en medio de la tormenta habían secuestrado a un pequeño niño. La policía estaba investigando para encontrar al secuestrador ya que no era la primera vez que ocurrían estos hechos en la cuidad, la policía solo sabía que cada 13 de cada mes secuestraba a niños y dejaba una nota con la letra H, así que lo llamaron Hunter y justo ayer había sido 13. Ese día yo y mi tío jugamos toda la tarde y después comimos unas ricas hamburguesas en familia, fue un día genial. Cuando me fui a acostar, recordé todo lo que mi tío les contó a mis padres sobre ese tal Hunter y sólo al pensarlo me recorrió un escalofrío por todo el cuerpo ya que recordé a mi vecino cargando ese bulto en sus hombros y esa extraña caja alargada, mi imaginación comenzó a volar y creaba imágenes aterradoras de lo que el Hunter le hacía a los niños que secuestraba, creo que el sueño me venció y desperté sobre exaltado con el sonido del despertador.

Lo primero que hice al abrir mis ojos fue mirar hacia la casa de mi vecino, para ver si había algún cambio en ella, pero seguía igual que siempre, parecía que nadie estuviera ahí viviendo. Al salir a la calle y pasar frente a esa casa, sentí que me observaban, levante la vista y de repente se asomó a través de la ventana una aparición por demás horripilante y aterradora. No le vi los brazos y creo que tampoco tenía piernas, su cabeza estaba rapada y el rostro lleno de cortes y la boca era un tajo abierto de oreja a oreja, en aquel momento no lo pensé y solo retrocedí y regrese a casa, no sabía si lo que había visto era real o era mi imaginación jugando una mala pasada.

Las cosas no seguían igual que antes para mí, ya que no hacia otra cosa que pensar en el secuestrador y lo que mis ojos habían visto días atrás y precisamente hoy era 13. Debido a eso mis padres me llevaron

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