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El Poema Demio Cid


Enviado por   •  30 de Enero de 2012  •  4.013 Palabras (17 Páginas)  •  871 Visitas

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1.Escribe un resumen de la obra (mínimo dos paginas)

Cantar Primero: Destierro Del Cid.

En el S. XI cuando gran parte de España estaba ocupada por los moros, don Alfonso VI, rey de Castilla y de León, le pidió a Ruy Díaz de Vivar Mío Cid, que era un caballero que se encontraba bajo sus órdenes, que fuera hasta Sevilla y luego a Córdoba a recoger los tributos que anualmente los reyes de estas ciudades debían pagarle.

Almutamiz, que era el rey de Sevilla, fue atacado por los hombres de Almudafar, rey de Granada. Cuando Ruy Díaz se enteró, mandó cartas a los de Granada, para que no atacaran Sevilla, o el ataque les sería devuelto.

Ya que estos hombres ignoraron la advertencia y atacaron, Ruy Díaz contra-atacó, saliendo victorioso. Apresó personas durante 3 días y recogió las riquezas que éstos llevaban. Devolvió al rey Almutamiz todo lo que le habían robado los de Granada. Desde entonces, moros y cristianos le llamaron el Cid Campeador, que quiere decir: Batallador.

Almutamiz le dio muchos regalos, y además del tributo, le envió otras riquezas, por lo que el rey Alfonso VI de Castilla, lo recibió con distinciones, y le agradeció todo lo que había hecho.

Esto causó que muchas personas sintieran envidia y odio por Ruy Díaz de Vivar, por lo cual fueron con el rey Alfonso VI, y enfurecidos, le contaron mentiras sobre el Cid Campeador, por lo que el rey de Castilla, se enfureció bastante, desterrando a Ruy Díaz de Vivar, dándole un plazo de 9 días.

El Cid Campeador, se entristeció por lo sucedido, pero no podía hacer nada al respecto; así que fue en busca de sus parientes y compañeros, y les explicó lo que había pasado, y quería saber quienes estaban con él.

Minaya Álvar Fáñez, primo de Mío Cid, respondió que lo seguirían y serían sus fieles vasallos; todos estuvieron de acuerdo y el Cid agradeció su apoyo. Entonces salió de Vivar, para dirigirse a Burgos.

Todos los habitantes se encontraban tristes por la partida de Mío Cid, y querían proveerle de algo, pero no podían, ya que el rey Alfonso VI lo prohibía con una carta que había sido enviada, diciendo que quien lo hiciera o siguiera, sería despojado de sus tierras, ojos y hasta el cuerpo y alma.

Todas las casas estaban cerradas, y al llegar a una, salió una niña de 9 años que le dijo al Campeador que en buena hora ciñó la espada, lo de la carta, y también que mejor se fuera con Dios y siguiera su camino. Con esto, el Cid comprendió que no contaba con el apoyo de su rey. No pudo comprar nada, ya que nadie podía venderle, y se escondían de él.

Martín Antolinez, un excelente habitante de Burgos, con osadía llevó al que en buena hora ciñó la espada y a su gente, suficiente pan y vino de su propia cosecha para el viaje. Pero también le dijo que lo acompañaría, ya que ahora no podría quedarse. Con esto, el Cid, le pidió que fuera con Raquel y Vidas, para dejarles sus riquezas, y que le dieran dinero a cambio. Así sucedió y recibió 600 marcos.

Partieron y llegaron a San Pedro de Cárdena. Allí estaba el abad don Sancho, y a su lado la mujer del Cid, doña Jimena, acompañada de sus 5 damas que la atendían. El que en buena hora nació, dejó 50 marcos al abad, y 100 a su mujer, pidiéndole al abad que no les faltara nada a sus hijas ni a su mujer, ya que por cada marco que gastara en ellas, recibiría 4. Y así se despidió de su mujer y sus hijas y partió.

Cuando se encontraba en Higaruela, tuvo un sueño en el que vio al arcángel Gabriel que le decía que montara su caballo, pues todo le saldría bien mientras viviera. Al despertarse se persignó y al contar sus hombres eran 300, que partieron nuevamente.

Al llegar a Castejón, decidieron preparar un ataque, por lo que Minaya Álvar Fáñez le sugirió a Mío Cid que se quedara en el bosque junto con 100 hombres, mientras que él iba con 200 hombres a la vanguardia, y así tendrían mayor oportunidad de ganar la batalla contra los moros de Castejón. Ganaron esa batalla y el que en buena hora ciñó la espada, le agradeció a Minaya y le ofreció la quinta parte del total de las riquezas obtenidas, pero Minaya se las regresó diciéndole que las tomaría hasta que se sintiera satisfecho por haber luchado.

Llegaron cerca de Alcocer, a un otero en las orillas del río Jalón, para preparar el ataque a Alcocer. Los habitantes cercanos estaban temerosos, por lo que Ateca, Terrer y Alcocer comenzaron a pagarle tributos sin pelear. Pero los de Alcocer aún no se rendían por completo, así que el Cid fraguó un plan, en el que pidió a sus hombres que marcharan como si ya abandonaran el campamento. Los de Alcocer creyeron que ya estaban rendidos, por lo que decidieron atacar a los del Mío Cid, y con esto, el que en buena hora nació, dio la orden a su tropa de atacar, y así lo hicieron, ganando la batalla. Se establecieron en el castillo de Alcocer y obtuvieron grandes riquezas.

Esto molestó mucho a los de Ataca, pero más a los de Terrer y Calatayud, quienes enviaron mensajes al rey de Valencia, quien también era señor de esas tierras. Éste se enfureció y mandó 3 mil moros armados a luchar bajo el mando de los reyes Fáriz y Galve.

Ante esta situación, los del Cid, decidieron salir y atacar al cumplir casi la cuarta semana en el castillo de Alcocer. En cuanto salieron, los moros también estaban preparados para atacar. Pedro Bermúdez no pudo contenerse, ya que llevaba la insignia de Mío Cid y comenzó a atacar, en seguida salieron los demás en su ayuda. A Minaya lo despojaron de su caballo, pero el Cid le consiguió otro y continuó luchando; hirieron a ambos reyes y salieron victoriosos de la batalla campal, mientras los moros, que continuaban con vida, salieron huyendo.

El que en buena hora ciñó la espada, envió a Minaya a Castilla, a que se encontrara con el rey Alfonso VI, y le dio los regalos que el Cid le enviaba, que eran 60 caballos y riquezas. Con esto, el rey se alegró y le dio las gracias, y al mismo tiempo perdonó a Minaya, pero no al Cid Campeador, pero dio permiso a hombres de seguir a Mío Cid, sin peligro alguno.

Mientras tanto, el que en buena hora nació, conquistó Molina, Terrel y Cella. Llegó a Poyo y luego a Tévar. Zaragoza comenzó a darle tributo, por el temor que sentía. Finalmente llegó Minaya con 200 hombres que lo siguieron, gracias al permiso del rey; lo que alegró al Cid. Escogió a 200 hombres y atacaron tierras de Alcañiz, excepto Zaragoza, puesto que le pagaba tributos, y vencieron.

Don Ramón, conde de Barcelona, que era muy hablador, le envió una carta al Cid, diciéndole que se fuera de esos territorios, pero el Cid le contestó que a él no le estaba haciendo daño alguno, por lo que los hombres del conde comenzaron a perseguirlos,

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