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El Valor De Educar, Primer Capitulo


Enviado por   •  20 de Mayo de 2013  •  952 Palabras (4 Páginas)  •  582 Visitas

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“Enseñar es siempre enseñar al que no sabe y quien no indaga, constata y deplora la ignorancia ajena no puede ser maestro, por mucho que sepa”.

Fernando Savater

Por lo regular, los seremos humanos creemos saberlo todo, afirmamos que no necesitamos saber nada más acerca de algo o alguien que creemos conocer muy bien, siendo esto como una clase de ignorancia, si es que así se le puede llama r, que n os invade a lo largo de toda nuestra vida; que nos hace pensar que “solo soy yo”; que nos priva del hecho de vivir en sociedad y dejarnos educar, dejarnos enseñar o dejarnos transmitir conocimientos y saberes por ésta. Dicha ignorancia es la que nos pone diversos obstáculos a lo largo de nuestra existencia para llegar a ser humanos. ¿Y por qué llegar a ser humanos? Pues bien, ¿crees que con el sólo hecho de pertenecer al grupo de los seres racionales, ya somos humanos? ¡No!, ser humano, por un lado, es aprovechar cada cosa que tenemos a nuestro alrededor, esas cosas que nos diferencian de los animales y las plantas, para demostrar que el término “humano” va mucho más, mucho más allá de ser simple seres vivos; por el otro lado, esta frase: “llegar a ser humanos”, agrupa diferentes valores éticos como el amor, la compasión, la comprensión, el compartir y la solidaridad.

Tanto para aprovechar las cosas que nos rodean, como para desarrollar estos valores éticos, necesitamos estar o mantenernos en sociedad, necesitamos aceptar que requerimos del prójimo y que el prójimo requiere de nosotros, además de estar dispuestos completamente a transmitirle a dicho prójimo eso que él requiere.

Hasta el final de nuestros días, los seres humanos tenemos la posibilidad de estar abiertos a nuevas cosas (pequeño y a la vez gran detalle que nos diferencia de los chimpancés, y nombro los chimpancés por que en su escrito Savater nos compara con estos mamíferos, y posiblemente cada uno lo notó a la hora de leer el texto), y este hecho es el que permite que nos mantengamos en un constante proceso de conocer y llegar a saber. Y este proceso no es más que el de educar o ser educando.

Cada persona debe comprender de manera necesaria que no todo se sabe, que no todo se conoce y que por ello debemos aprovechar cada momento, ocasión o situación de la que se pueda aprender, ya que requerimos del aprender. “Yo aprendo de ti y tú aprendes de mí”, esa es nuestra vida, a nosotros nos enseñan pero igualmente nosotros también enseñamos en algún momento, sea para bien o para mal, sea errada o acertadamente, sea necesario o no, lo hacemos. Pero si por medio de todo esto, está la ignorancia, no se puede educar o ser educandos. El ser humano sabe lo que quiere saber y/o cree saber lo que le conviene saber.

Si le ponemos un poco de sentido a esto, todo lo dicho va conectado al deber de ser humano, pues aquí está el sentido de la solidaridad y del compartir con los demás o con alguien en especifico algo que nosotros tenemos. Compartir (en la educación) es una vocación, y dicha vocación no la posee cualquiera, ya que es de gran dificultad saber quién debe o necesita aprender, o que debe saber y enseñar aquella persona que va a enseñar, y ambos son cruciales en la dialéctica del aprendizaje.

El afán de educar y de conectar al educador con el educando es lo que ha creado la sociedad humana y ha reforzado sus vínculos afectivos más allá del estricto ámbito familiar, en donde desde niños imitamos de manera ocasional o forzada a los adultos que nos rodean, captando estos nuestra atención y obligándonos a fijarnos en lo que hay que hacer, y dentro de este contexto la libertad adquiere un papel de suma importancia.

Es esencial resaltar que no todos los saberes o conocimientos los adquirimos de otras personas, en otras instancias, estos son posibles adquirir a partir de frotarnos grata o dolorosamente con las realidades del mundo que nos rodea. Sin embargo, nuestro maestro no es el mundo, las cosas, los sucesos naturales o la cultura propiamente, sino la unión, la conexión, la relación o el acuerdo con otras conciencias (en el texto original se cita un claro ejemplo de esto: el de Tarzán, persona que aunque por si sola haya aprendido muchas cosas, no posee una educación humana hasta conocer a Jane).

Es entonces a partir de dicha unión con otras conciencias, que aprendemos significados. Y nosotros podemos, por un lado, procesar información o comprender significados, o por el otro lado, participar en la transformación de significados o en la creación de otros nuevos, simplemente hay que tener muy en cuenta que estas cosas son completamente diferentes.

Todo esto es una cadena: el deber de ser humano, el hecho de serlo, o el educar o ser educando, lo es. Siempre seremos educados por seres que a su vez fueron educados por otros, y estos a su vez por otros y así sucesivamente; e igualmente nosotros educaremos a seres que educaran más adelante a otros y estos a su vez a otros, y así sucesivamente.

“… el primer objetivo de la educación consiste en hacernos conscientes de la realidad de nuestros semejantes. La realidad de nuestros semejantes implica que todos protagonizamos el mismo cuento… Lo cual implica considerarles sujetos y no meros objetos. Nadie es sujeto en la soledad y el aislamiento, sino que siempre se es sujeto entre sujetos: el sentido de la vida humana no es un monólogo sino algo que proviene del intercambio de sentidos… Antes que nada, la educación es la revelación de los demás, de la condición humana…”

Fernando Savater

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