El libro perdido de Enki
c14081987Reseña14 de Febrero de 2018
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EL
LIBRO
DE LA VIUDA
Doris Alicia Ceballos Pastor
DEDICADO A:
MIS HIJOS OSCAR Y CRISTIAN
MI NIETA SAMANTHA
Por el sacrificio que tuvieron que pagar en vida por mis iniquidades
Y A USTED
PARA QUE SUELTE TODA SU CARGA
EN EL AMOR DE DIOS
COMO NACE EL LIBRO
Luego de que Dios llegará a mi corazón, a través de aceptar a Jesucristo en mi vida, me dedique a estudiar las escrituras, a ver los sermones, conferencias, predicas de diferentes pastores y sacerdotes, a escuchar la palabra de Dios que venía desde diferentes fuentes, que El mismo coloco para mí y para que se cumpliera el propósito que El Señor tenía en mí (escribir); entre unos y otros, escuche a un Pastor, quien incluso en el presente año había visto partir hacia la Gloria de Dios a quien fuera por más de 20 años su esposa y amor de su vida, por un accidente cerebro vascular quizás no tan sencillo como el mío, pero que en ella tuvo un efecto más complicado (aneurisma de 0.1 milímetros en el cerebro), ¿cómo algo tan aparentemente pequeño, puede causar en nuestros organismo y en nuestras vidas efectos tan trascendentales?
Y como les decía, viendo al Pastor, me ocurrió algo extraño: durante varias semanas, escuche la predicación sobre el tema: “El Libro de la Viuda” , y lo escuchaba y volvían a llegar a mí de una forma o de otra y se repetían constantemente como por un mes; y me absorbieron el día a día, y luego como algo sobre natural, así como son las cosas de Dios, escuche que él me pedía que escribiera ese libro,(porque Dios nos habla constantemente, no solo a mí, sino también a usted, solo que somos nosotros los que no queremos escucharlo) yo en mi incredulidad (aun tan pecadora) no entendía o no quería entender lo que El me pedía. Un día llegue de la iglesia, donde también habían tocado este tema del libro de la viuda y sin más espera acepte con obediencia lo que Dios por varios días me estaba pidiendo, comencé a escribir; en un primer momento no supe cómo hacerlo, pero en la inspiración de Dios y su Santo Espíritu, precise utilizar la misma estructura que el Pastor había colocado en su prédica, con el mismo nombre y con los mismos capítulos, {pero con el mensaje que Dios mismo iba colocando en mis ideas, comencé y creo que solo tarde 20 días escribiendo o quizás a lo mucho un mes, ahora el producto estaba hecho, converse con Dios y le dije: ya te cumplí, Mi Señor, en tus manos lo dejo para que tu hagas con él lo que a bien tengas y entonces…
EL LIBRO DE LA VIUDA
Inspirado en el siguiente pasaje bíblico
2 REYES 4: 1-7 Nueva Versión Internacional (NVI)
El aceite de la viuda
4 1La viuda de un miembro de la comunidad de los profetas le suplicó a Eliseo:
—Mi esposo, su servidor, ha muerto, y usted sabe que él era fiel al Señor. Ahora resulta que el hombre con quien estamos endeudados ha venido para llevarse a mis dos hijos como esclavos.
2 — ¿Y qué puedo hacer por ti? — le preguntó Eliseo—. Dime, ¿qué tienes en casa?
—Su servidora no tiene nada en casa —le respondió—, excepto un poco de aceite.
3 Eliseo le ordenó:
—Sal y pide a tus vecinos que te presten sus vasijas; consigue todas las que puedas.4 Luego entra en la casa con tus hijos y cierra la puerta. Echa aceite en todas las vasijas y, a medida que las llenes, ponlas aparte.
5 En seguida la mujer dejó a Eliseo y se fue. Luego se encerró con sus hijos y empezó a llenar las vasijas que ellos le pasaban. 6 Cuando ya todas estuvieron llenas, ella le pidió a uno de sus hijos que le pasara otra más, y él respondió: «Ya no hay.» En ese momento se acabó el aceite.
7 La mujer fue y se lo contó al hombre de Dios, quien le mandó: «Ahora ve a vender el aceite, y paga tus deudas. Con el dinero que te sobre, podrán vivir tú y tus hijos.
Capítulo 1
LA PIEDAD ES REMUNERANTE
“ 1 La viuda de un miembro de la comunidad de los profetas le suplicó a Eliseo:
—Mi esposo, su servidor, ha muerto, y usted sabe que él era fiel al Señor. Ahora resulta que el hombre con quien estamos endeudados ha venido para llevarse a mis dos hijos como esclavos.”
- LA VIUDEZ
Si no hubiese sido por la gracia y misericordia con las que Dios tuvo a bien mirarme, sería imposible en mis propias fuerzas, (Isaías 41:10) haber tenido el valor de escribir este, que algunos llamarán libro pero que es la inspiración divina del Espíritu de Jesús en mi vida, (Juan 16:13) (Mateo 10:20) aquel que nos dejara cuando resucitó, luego de dar la vida por nuestros pecados en la cruz. (1 Pedro 2:24)
Sonará un poco raro, para quienes me conocen o para quienes sepan de mi vida, ya que en realidad aunque he pasado por dos matrimonios, no soy en verdad viuda para el mundo, pero luego de todo lo vivido en 50 años y de comenzar a vivir en Cristo Jesús solo hasta ahora, estoy segura que he sido viuda en las mismas dos ocasiones que fue alguna vez esposa, les contaré:
Era bastante joven, cuando me enamoré, más de la vida que del amor mismo, este era un amor de juventud: Intenso, aventurero, arriesgado, casi loco, que no media las consecuencias de todos los hechos que desencadenarían las decisiones tomadas, ejemplo de ello fue el sufrimiento causado a mi familia, porque aunque me case legal y religiosamente por la iglesia católica, mas por un arrebato de juventud que por la madurez de una conciencia de valores que nos hiciese asumir la responsabilidad de una familia para Dios y para la sociedad, fue intenso el sentimiento y casi que la descarga de responsabilidad hacia ellos que conllevo esta separación y fue ella, mi familia, quienes por amor a mi y a dos pequeños hijos que ya hacían parte también de esta historia, tomaron por su cuenta una ayuda total y permanente que hasta hoy aún existe; que sería de nosotros sin una buena familia que nos apoyara. De ahí el fracaso. Mi primera viudez.
Es increíble solo pensar, que poco fue lo que aprendí sobre mi primer matrimonio, para haber tenido un segundo fracaso, luego incluso de ser una persona bastante mayor y haber vivido tanto…
Mi segundo matrimonio, fue lo que yo siempre llame “UN REGALO DE DIOS”, había tenido toda serie de relaciones afectivas, con personas maravillosas, pero todas relaciones envueltas en pecado de fornicación, quizás por ello ninguna llegó a ser tan profunda como mi segundo matrimonio. Él, un hombre bastante joven para mi edad, pero bastante maduro como para enamorarse y desear establecer una relación formal de matrimonio; y créanme no era mi objetivo casarme con él, ni con nadie (ya que mi vida siempre giro a estar dedicada a mis hijos, a mi trabajo y a pasar el tiempo…), después de pedirme en tres ocasiones matrimonio, y estando al frente de un hermoso atardecer costero, no pude negarme mas a la felicidad que me ofrecía este gran hombre, al honrarme ante Dios y ante el mundo con un matrimonio y le respondí por fin: SI
Vivimos varios años de felicidad, siempre buscando de Dios, y tratando de seguir el plan que ÉL, nos fuera mostrando; teniendo situaciones normales de una pareja y de una familia, pero felices, porque déjenme contarles, este hombre significo en muchos momentos de la vida de mis hijos y mi nieta, ese padre y abuelo que jamás hasta hoy encontraron en su verdadero padre; pero paso algo inesperado, algo que cambiaría nuestras vidas de forma absoluta, radical y que finalmente nos daría un giro de 180º. NOS OLVIDAMOS DE DIOS. Y claro cuando esto ocurre en nuestras vidas, en la suya o en la mía, le estamos dando el espacio a Satanás para que ocupe un lugar cómodo en nuestras páginas y fue así como él llegó con un sequito de demonios y se posesionó de nuestro matrimonio en la imagen de una mujer (vestida de mentiras, adornadas por mi esposo), de un montón de deudas, de angustia, dolor, enfermedad y desespero (adornados por mi).
Yo me dedique a trabajar, y trabajar mucho, de día de noche, en semana en fines de semana; poco visitaba a mi familia (que ya saben, tanto me habían ayudado) y menos aún pasar tiempo con mis hijos quienes ya eran adultos, pero creo que un padre y una madre hacemos falta y siempre debemos estar ahí, luego entendería claramente esto.
Él, mi amado esposo, también trabajaba mucho, a veces compartíamos el trabajo, él con sus amigos, sus cosas… Y en fin, ya poco orábamos (anteriormente, siempre lo hacíamos juntos), no volvimos a la iglesia, pasábamos poco tiempo disfrutando de nuestra propia compañía y como era de esperar llegó el stress, la monotonía, la enfermedad, EL PECADO y por ende el fracaso. Mi segunda viudez.
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