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Elogio Del Juez


Enviado por   •  28 de Junio de 2013  •  5.293 Palabras (22 Páginas)  •  231 Visitas

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INTRODUCCIÒN.

La labor que día con día se realiza en los recintos de impartición de justicia llamados “Tribunales”, pareciera ser para el abogado no solo el litigante sino para el abogado en general y para la sociedad ya algo consuetudinario consistente en presentar ante el juez una causa, y que este asu vez atraves de su acervo de conocimiento y de su basta experiencia, imparta justicia a favor de quien en realidad tiene la razón, y pareciera ser que los tribunales son maquinas procesadoras de causas las cuales atraves de procesos que se llevan a cabo todos los días sacan a maquila sentencias condenatorias o absolutorias, sin embargo detrás de auquel recinto magestuoso copiado de aquellos grandes construcciones romanas y detrás de quel ir y venior de los abogados litigantes y de aquel actuar diario de los jueces al presidir las audiencias, hay todo un basto cumulo de vivencias a las cuales se enfrengan tanto el abogado litigante como el juez, dos personajes que viven y sienten en su andar diario en los menesteres de la justicia las grandes emociones de toda índole que les causa el ejercicio de su labor respectivamente, el sentir de estos abogado litigantes y su experiencia en la labor propia asì como la perspectiva que se tiene con respecro a los jueces que presiden todos lo días las audiencias es justoloq ue el autor de esta obra Piero Calamandrei exponde en su obra “ El Elogio de los Jueces”. Ya que recoge el sentir de aquellos abogados que dia a dìa luchan por causas que le son encomendadas y que las adoptan como si fueran propias, asì como también las vivencias de los jueces que debiendo swr imparcial ante dicha causa tienen que dejar la vida resolviendo controversias conforme a lo que es justo, dejando de lado ambos su propio yo para ir en pro de el bien común. Obtra en la cual reconoce y elogia el merito de la labor de ambos sin pasar por alto aquellos detalles en el actuar poco ortodoxo en que a veces también incurren ambos incurren.

EL ELOGIO DE LOS JUECES

Esta obra literaria nos muestra el sentir y la experiencia de un abogado dedicado a los menesteres del litigio que cuyo recorrido durante largos años de su vida por esas grandes construcciones y espaciosos corredores que conforman los recintos casi “sagrados “, llamados “ tribunales” le han dejado con respecto a la labor diaria que ejercen los jueces al impartir justicia, labor que en ocasiones, en opinión del autor es loable y digna de ser reconocida, pero que en otras le ha dejado un sin sabor de boca, asimismo hace hincapié a la labor del litigante al defender una causa frente a los tribunales y contrario a lo que se pudiera pensar, a la profunda relación que guardan los jueces y los abogados que cuya misión en conjunto es defender las causas justas que redunde en favor del que tiene la razón; el autor nos muestra con un profundo sentimiento el amor que primeramente se le debe de tener a la profesión y el respeto y fe que se debe depositar en los jueces , fe y confianza en que el juez no tomara partido por el abogado con mucha más experiencia en el litigio y cuya elocuencia y reconocimiento en los tribunales es mayor a la de un adversario que se muestra como principiante, toda vez que cree plenamente que mientras la causa que defienda sea justa, y así lo haga valer aun con un lenguaje sencillo, el juez con su basta experiencia sabrá ver y dar el fallo correcto en favor de la justicia; confiando el autor de la obra en el espíritu de justicia que conlleva el llevar la toga puesta y como si confiase plenamente en que por ese hecho sabrá discernir la verdad de quienes tiene frente a él sin temor a equivocarse, poniendo en la investidura del juez su plena confianza, de ahí una frase que si bien pareciera llegar a ser o tener un matiz de ironía y sarcasmo o incluso e ridiculez es aquella en la cual nos expresa el autor: “ ¿Cómo no amarle , sabiendo que la asistencia continua a todos mis actos, que el derecho me promete, solo puede actuarse en la realidad a través de su obra, hay en mi saludo un dulzor de reconocimiento fraterno, yo sé que de todo lo que me es más íntimamente caro, usted es custodio y fiador ; en usted saludo la paz de mi hogar, mi honor y mi libertad.” Confiando plenamente en que no se dejara influenciar por aquellos personajes que suelen querer ganar una causa con actos de corrupción, aprovechando la menor oportunidad para acercarse y con métodos pocos ortodoxos influir en la decisión del juzgador encerrando en dicha frase lo que en realidad debe ser un juez, aquella persona en la cual debiera existir esa ética profesional en la cual no hubiese lugar a la corrupción y en la cual se pudiese depositar toda la confianza sin temor a que la toga se prostituyera al mejor postor, siendo personas honorables que su única ambición no fuese más que la de ser lo que se ha jurado cuando se toma la protesta, servir a la sociedad, no así a los interés personales que pudiera obtener de dicha causa.

Nos expresa el autor además la profunda reverencia que se le debe de tener al recinto de justicia en el cual se dirimen toda índole de controversias, en tal virtud que exhorta al abogado a conducirse con la solemnidad y la reverencia digna de tal lugar, toda vez que no se está ventilando algún juego atlético sin la más alta función del Estado: la impartición de justicia, de tal manera que existe un protocolo quizá no escrito pero si de hecho que debe de ser tomado en cuenta al momento de estar frente a un juez defendiendo una causa y cuyos argumentos de defensa en todo momento serán examinados por este último; así como a lado de su feroz adversario cuyo único objetivo tiene despedazar su defensa y dejándolo frente al juez como un neófito en cuestiones de derecho, y que no obstante lo anterior deberá el abogado tener la templanza necesaria para no irrumpir en cualquier sentimiento que pudiera hace que perdiera la causa, mostrando siempre modales de cortesía y educación, mismos que se traducirían en reglas de urbanidad, tanto frente al juez que lo interrumpe y lo calla como con el adversario que continuamente refuta su defensa, sin refutar al juez con gritos y como si le enseñase el derecho, sino haciendo valer su causa con educación, disciplina y diligencia que conlleva el estar puntual en las audiencias, en entregar a tiempo sus escritos etc., asimismo el juez emisario de derecho y de justicia no puede menos que los abogado litigantes guardar el respeto y la compostura que la investidura representa por tanto es quien debe mostrar y por supuesto poner el ejemplo, no solo en evitando corromperse, sino sencillamente en los aconteceres de las salas de los tribunales, no haciendo esperar horas a las personas que esperan se inicien sus audiencias. Al respecto es a casusa gran satisfacción saber que aún existe

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