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Ensayo De Crimen Y Castigo


Enviado por   •  15 de Mayo de 2015  •  18.231 Palabras (73 Páginas)  •  250 Visitas

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INTRODUCCIÓN:

En este pequeño texto hablare sobre un caso extraordinario que en la realidad es lo que pasa en nuestra sociedad y que no será difícil comprender.

En él aprenderemos a estudiar a la persona junto con sus actitudes y lo que hace que un ser humano en unos instantes se convierta en un criminal. Es impactante como se desenvuelve esta historia y conforme la vas leyendo te quedas atrapado que no puedes dejar de leer y cuando menos te das cuenta ha pasado mucho tiempo.

Bueno primero se habla del protagonista que en este caso es Raskolnikof, dándonos unos pequeños detalles de él tanto en su vida personal como social. Después se van desarrollando más casos que involucran a muchísimas personas que más adelante conoceremos.

Son varias las muertes que se dan en este libro, pero que cada una sucede de forma distinta y por diferente causa. Más sin embargo todo se concibe entorno a un junto de conocidos.

Lo que más impacto tiene el texto es que un ser común y corriente que para todos es alguien incapaz de cometer un crimen lo hace como todo un profesional siendo su primer delito.

Los invito a ser testigos de esta lluvia de conocimientos que nos dejan un gran aprendizaje. No solo se los recomiendo a los conocedores del Derecho sino también a todas las personas.

No es necesario ser abogados, juristas, jueces, etc. para descifrar las conductas ilícitas que se cometen en esta historia.

DESARROLLO

Este opúsculo comienza en una tarde extremadamente calurosa donde un joven salió de su reducida habitación que tenía alquilada dirigiéndose al puente. Había tenido la suerte de no encontrarse con su patrona en la escalera. En cuanto a la patrona, que le había alquilado el cuarto con servicio y pensión, ocupaba un departamento del piso de abajo; de modo que nuestro joven, cada vez que salía, se veía obligado a pasar por delante de la puerta de la cocina y él cada vez que salía temía encontrarse con ella puesto a que debía una cantidad considerable. No solo temía encontrarse con ella sino también con todos los demás, parecía que eran unos monstruos atacando a un indefenso. Por otra parte la pobreza le abrumaba. Sin embargo, últimamente esta miseria había dejado de ser para él un sufrimiento al parecer se había acostumbrado a llevar esa vida inadecuada. El joven había renunciado a todas sus ocupaciones diarias, a todo trabajo. Por otra parte, se había apoderado de aquel joven un desprecio tan feroz hacia todo.

Más tarde llamó a la puerta de la vieja, pero el joven se había olvidado de que la campanilla era tan débil, transcurrido un instante, la puerta se entreabrió. Por la estrecha abertura, la inquilina observó al intruso con evidente desconfianza, pero al ver que había gente en el rellano, se tranquilizó y abrió la puerta. El joven franqueó el umbral y entró.

La vieja permanecía inmóvil ante él. Era una mujer menuda, reseca, de unos 60años.

Raskolnikof, ya había ido a su casa anteriormente por lo que la vieja lo reconoció.

El motivo de su visita era para hacer un negocio, es decir el joven iba a empeñar un reloj de plata, lo cual sorprendió a la usurera porque él tenía una deuda con ella ya que le había prestado dinero, el cual había vencido hace 3 días, en cuanto a esto Raskolnikof dijo: le pagare los interés de un mes más, tenga paciencia”.

Para no hacer más largo este asunto él joven pedía que se le diera buen dinero por el reloj, más sin embargo la vieja lo consideraba una miseria que no valía nada, ella lo valorizo en un rublo y medio, lo que para el joven era muy poco pero tuvo que aceptar por que la usurera era su último recurso.

En lo que la vieja le entregaba el dinero se dio cuenta que lleva las llaves en el bolsillo derecho. Un manojo de llaves en un anillo de acero. Hay una mayor que las otras y que tiene el paletón dentado. Seguramente no es de la cómoda. Por lo tanto, hay una caja, tal vez una caja de caudales.

Las llaves de las cajas de caudales suelen tener esa forma. La vieja reapareció y le entrego lo correspondiente por la joya.

El joven cogió el dinero y dijo: es posible, Alena Ivanovna, que le traiga muy pronto otro objeto de plata. Una bonita pitillera que le presté a un amigo.

Así que la vieja le dijo: ya hablaremos.

El joven salió de la casa hasta que estuvo en otra calle. Al levantar la mirada vio que estaba en la puerta de una taberna. De ella salían en aquel momento dos borrachos.

Entró a ese lugar en donde nunca había estado a causa de que la sed lo vencía, se sentó en un rincón oscuro y sucio, ante una pringosa mesa, pidió cerveza y se bebió un vaso con avidez.

La taberna estaba casi vacía. Detrás de los dos borrachos con que se había cruzado Raskolnikof había salido un grupo de cinco personas, entre ellas una muchacha. Después de su marcha, el local quedó en calma y pareció más amplio.

En la taberna sólo había tres hombres más. Uno de ellos era un individuo algo embriagado, un pequeño burgués a juzgar por su apariencia, que estaba tranquilamente sentado ante una botella de cerveza. Tenía un amigo al lado.

El tercer cliente tenía la apariencia de un funcionario retirado. Estaba sentado aparte, ante un vaso que se llevaba de vez en cuando a la boca.

II

Raskolnikof no estaba acostumbrado al trato con la gente y, como ya hemos dicho últimamente incluso huía de sus semejantes. Pero ahora se sintió de pronto atraído hacia ellos. En su ánimo acababa de producirse una especie de revolución. Experimentaba la necesidad de ver seres humanos. Por eso estaba a gusto en aquella taberna, a pesar de la suciedad que en ella reinaba.

Él no quitaba ojo al supuesto funcionario, y éste no sólo no cesaba de mirarle, sino que parecía ansioso de entablar conversación con él. A las demás personas que estaban en la taberna, sin excluir al tabernero, las miraba con un gesto de desagrado.

Al fin miró a Raskolnikof directamente y le conto acerca de su vida (su trabajo, familia, etc.). Platicaron un buen rato por lo que el joven se percató que el funcionario no se había desnudado ni lavado desde hacía cinco días. Sus manos, gruesas, rojas, de uñas negras, estaban cargadas de suciedad. Todos los presentes le escuchaban, aunque con bastante indiferencia.

Paso un buen rato de la conversación, cuando llegaron otros clientes y Marmeladof tuvo que dar pausa a su conversación,

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