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Ensayo Entre Las Bestias Y Los Dioses


Enviado por   •  28 de Mayo de 2014  •  5.662 Palabras (23 Páginas)  •  294 Visitas

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ENTRE LAS BESTIAS Y LOS DIOSES

De Federico Reyes Heroles.

Introducción

Entre las Bestias y los Dioses es un libro de crítica tanto política y económica donde se muestra un panorama de la situación que se vive en el país y la población latina.

Hoy en día son varias circunstancias por las que atraviesa nuestro querido México y que han sido factor determinante en la forma de organización y administración de éste, empezando con la educación, que si bien es cierto es un excelente medio para abrir fronteras que permitan el camino hacia el adecuado desarrollo y crecimiento del mismo, tomando en consideración que en la mayoría de las ocasiones, ese camino se ve afectado por un alto índice de corrupción que día a día va en aumento y que se encuentra estrechamente ligado con el nivel de libertad de expresión que exista en cada nación. Sí bien es cierto, este es un problema no sólo moralista o ético, es también de carácter económico y que desde mi punto de visa ha hecho que nuestro país no se desarrolle plenamente.

Debemos considerar que así como en nuestro país, en el resto del continente, el hablar de democracia es un asunto de controversia y tema de muchas discusiones, debido a que en infinidad de ocasiones se ve amenazada principalmente por la falta de valores ético-ciudadanos que imperan en la sociedad, los cuales pueden adquirirse a través de la educación tanto de casa como de escuela; sin embrago la sombra total de la corrupción hace que éstos de pierdan y sean desconocidos por unos dólares o unos cuantos pesos mexicanos. Ante todo siempre la impunidad, donde la justicia es para los poderosos y no para los débiles

Estamos rodeados de una burocracia extrema, resultado de la ineficiencia de las autoridades; elevada carga de impuestos aparentemente para ayudar al mejoramiento de la economía de los mexicanos, pero ¿eso dónde se ve reflejado? Sólo escuchamos quejas y decepciones por parte de los mexicanos, pues ante tantas dificultades ¿quién quiere poner una micro empresa?

Finalmente y para concluir, únicamente a través de las leyes se podrá llegar a unificar ese tejido político y social que se va fracturando y que nos hace más propensos a la injusticia, corrupción, violencia e inseguridad, llevándonos al estancamiento como país en comparación con otros. ¡Podemos cambiar!, sé que no es una cuestión fácil pero tampoco imposible, somos un nación rica, falta que nuestros dirigentes retomen esos valores de los cuales se hace mención en párrafos anteriores uniendo en una sola línea: individuo, soberanía y multiculturalismo.

Aristóteles, fuera de la sociedad el hombre es una bestia o un Dios. La conversión en deidad supone un acto sobrenatural, un milagro. No hay argumentos a favor de los milagros. Nos queda entonces la expresión bestia, que resuena como un lance demasiado burdo para la fineza del filósofo.

¿A qué se refiere Aristóteles? Él sabía que el ser humano no puede vivir fuera de un conglomerado. La imagen del solitario es, en realidad, una fantasía muy popular, pero fantasía al fin y al cabo. Si bien es cierto que Daniel Defoe tomó el caso real de un náufrago para escribir su célebreRobinson Crusoe, también lo es que se trata de una referencia más bien mítica. Además, ese náufrago regresó a vivir a Londres. El ser humano sólo sobrevive rodeado de semejantes. Entonces, de nuevo: ¿a qué se refiere Aristóteles cuando, sin miramientos, arroja la expresión bestiapara calificar a aquel que vive fuera de la sociedad? Más de veinte siglos se interponen. La afirmación sigue vigente y no deja escapatoria.

El engarce fino se encuentra en la expresión sociedad. La sociedad no es la simple reunión de un número indeterminado de seres humanos o familias. Para Aristóteles la sociedad es una construcción humana a la cual accedemos como la mejor forma de sobrevivencia. Esa construcción cultural se ha llevado muchos siglos de marcha discontinua. Tendríamos que cruzar el oscuro Medievo para renacer en la búsqueda de la modernidad y encontrar de nuevo el camino. Sólo entonces se recordará a Aristóteles y surgirá la idea de un contrato. Hobbes, Locke y finalmente Rousseau darán el impulso definitivo. La sociedad, el Estado mismo nacen de esa asociación, voluntaria y no tanto, racional y no tanto, que nos permite encauzar las necesidades y las emociones humanas.

Ahora el panorama se aclara: ni dioses, ni bestias. Aquel que vive en sociedad, el que ha accedido y está convencido de las bondades de ese acuerdo civilizatorio que da vida a la ciudad, a la civitas, ese ser humano puede ser llamado simple y llanamente ciudadano. El ciudadano ejerce sus derechos y cumple con sus obligaciones. Él es para sí mismo y para la sociedad. Es ella y sólo ella la que le garantiza seguridad y poder ejercer sus derechos a plenitud. Son el uno para el otro y por el otro. Existe entonces una finalidad moral, ética que nos distingue de la naturaleza, de la bestia. Esa es la diferencia central. Así entendidos el Estado y la sociedad como su cimiento, no son un hecho fortuito o graciosas concesiones. Por el contrario, son el fruto de actos deliberados, de una construcción sistemática de valores comunes, que abrazan a un grupo humano. La sociedad, el Estado son, antes que nada, un hecho cultural.

Pero, ¿cómo se construye una sociedad, cuáles deben ser los materiales, cómo concebir los cimientos? Pareciera una labor de titanes o un sueño quizás. Vayamos con calma. En la superficie las diferencias entre las sociedades son muchas y, por lo visto, más veremos en el futuro. El Estado-nación se multiplica a una velocidad preocupante. La identificación racial, lingüística, la historia compartida, también los mitos y, por supuesto, las religiones dan mucha tela de dónde cortar para establecer las fronteras de la diferencia. La globalización pareciera haber acentuado la necesidad de diferencia. Los germanos persiguen la germanidad y los latinos la latinidad, las cuales, sin aceptar definiciones exactas, no permiten confusión. Distinguir a un teutón de un romano no reclama un profundo estudio antropológico. Como tampoco nos confundimos entre la salchicha vienesa y el espagueti. Los acuerdos nacionales y sus orígenes míticos pueden ser tan variados como nuestra imaginación lo permita. Por ejemplo, un águila, parada en un nopal y comiéndose una serpiente, ¿por qué no? Pero en todos los casos hay algo in-sustituible,

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