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Ensayos escritos entre 1981 y 1983


Enviado por   •  11 de Diciembre de 2015  •  Ensayos  •  12.280 Palabras (50 Páginas)  •  232 Visitas

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II Programa / ensayos escritos entre 1981 y 1983

Para realmente apreciar la arquitectura, usted incluso puede necesitar cometer un asesinato.

La arquitectura es definida por las acciones que se presentan tanto como por el cerramiento de sus paredes. El asesinato en la Calle difiere del Asesinato en la Catedral de la misma forma que el amor en la calle difiere de la Calle del Amor. Radicalmente.

Arquitectura y Límites

I.

En el trabajo de notables escritores, artistas, o compositores uno a veces encuentra elementos desconcertantes establecidos en el borde de su producción, en su límite. Estos elementos, perturbadores y fuera de carácter, son cosas mal encajadas dentro de la actividad del artista. Más a menudo tales trabajos revelan códigos ocultos y excesos que hacen alusión a otras definiciones, otras interpretaciones.

Lo mismo puede decirse para campos enteros de posibilidades: hay producciones en el límite de la literatura, en el límite de la música, en el límite del teatro. Tales posiciones extremas nos informan sobre el estado del arte, sus paradojas y sus contradicciones. Estos trabajos, sin embargo, siguen siendo excepciones, pues ellos parecen prescindibles—un lujo en el campo del conocimiento.

En arquitectura, tales producciones al límite son no sólo históricamente frecuentes sino indispensables: la arquitectura simplemente no existe sin ellas. Por ejemplo, la arquitectura no existe sin dibujo, en la misma manera que la arquitectura no existe sin textos. Los edificios se han erigido sin dibujos, pero la arquitectura en sí va más allá del mero proceso de construir. Las complejas demandas culturales, sociales, y filosóficas desarrolladas lentamente por siglos han hecho de la arquitectura una forma de conocimiento en sí misma. Así como todas las formas de conocimiento usan diferentes modos de discurso, hay declaraciones arquitectónicas claves que, aunque no necesariamente construyen, no obstante nos informan sobre el estado de la arquitectura—sus intereses y su polémicas—más precisamente que los actuales edificios de su tiempo. Los grabados de las prisiones de Piranesi, las aguadas de monumentos de Boullée, han influido drásticamente en el pensamiento arquitectónico y su práctica relacionada. Igual se podría decir sobre los textos arquitectónicos particulares y las posiciones teóricas. Esto no excluye el ámbito construido, porque las construcciones pequeñas de una naturaleza experimental han jugado ocasionalmente un papel similar.

Alternamente celebrados e ignorados, estos trabajos en el límite proporcionan a menudo episodios aislados entre la corriente principal de la producción comercial, porque el comercio no puede ser ignorado en un arte cuya gran escala implica clientes cautelosos y capital cuidadosamente invertido. Como la pista oculta en una historia de detectives, estos trabajos son esenciales. De hecho, el concepto de límites se relaciona directamente con la misma definición de arquitectura. Qué significa por definición        —“Determinar la frontera o los límites de,” así como también “poner en orden la naturaleza esencial de.”[1]

Mas la popularidad actual de las polémicas arquitectónicas y la diseminación de sus dibujos en otros dominios a menudo ha enmascarado estos límites, restringiendo la atención al más obvio de los aspectos de la arquitectura, reduciéndola a un Manantial de opiniones de decoración heroica. Así pues, reduce las preocupaciones arquitectónicas a un diccionario de ideas generalmente aceptadas, destituyendo trabajos menos accesibles de una naturaleza esencial o, peor, torciéndolos a través de la asociación con las meras necesidades de un mercado de la publicidad.

El actual fenómeno es apenas nuevo. El siglo veinte contiene numerosas políticas reductoras apuntando a los medios masivos de comunicación, hasta el grado de ahora tengamos dos versiones diferentes de la arquitectura del siglo veinte. Una, la versión maximalista, tiene como objetivo la totalidad de intereses sociales, culturales, políticos, programáticos, mientras la otra, minimalista, se concentra en sectores llamados estilo, técnica, etc. ¿Pero es esto una cuestión de elegir una sobre la otra? ¿Debe uno excluir los proyectos más rebeldes y audaces, esos de Melnikov o Poelzig por ejemplo, en el interés de preservar la coherencia estilística del movimiento moderno? Tales exclusiones, después de todo, son tácticas arquitectónicas comunes. El movimiento moderno había comenzado ya su ataque contra las beaux arts en los años 20 tácticamente con una interpretación de menosprecio a la arquitectura del siglo diecinueve. De la misma forma, los abogados del Estilo Internacional redujeron los intereses radicales del movimiento moderno a manierismos iconográficos homogeneizados. Hoy, los representantes más vocales del postmodernismo arquitectónico utilizan el mismo enfoque, pero al revés. Concentrando su ataque en el Estilo Internacional, hacen polémicas entretenidas y periodismo mordaz pero ofrecen pocas cosas nuevas a un contexto cultural que ha incluido demasiado las mismas alusiones históricas, signos ambiguos, y la sensualidad que ellos descubren hoy.

El pensamiento arquitectónico no es una cuestión simple de oponer Zeitgeist (espíritu de la época) a Genius Loci (espíritu del lugar), preocupaciones conceptuales a unas alegóricas, alusiones históricas a investigación purista. Desafortunadamente, la crítica arquitectónica sigue siendo un campo subdesarrollado. A pesar de su popularidad actual en los medios, pertenece generalmente al género tradicional, con perfiles de “personalidad” y valoraciones de “sentido práctico”. La crítica temática seria está ausente, excepto en las publicaciones más especializadas. Peor, los críticos allí son parciales a las interpretaciones reductoras actuales y a menudo fingen que esa pluralidad de estilos contribuye a la complejidad del pensamiento. Así, no es de sorprender que una crítica sólida de la frivolidad actual de la arquitectura y de la divulgación arquitectónica apenas exista. “Los límites más allá de los cuales algo deja de ser posible o permisible”[2] se han estrechado a tal grado que ahora presenciamos un sistema de reducciones altamente dañino al alcance de la disciplina. La estrechez de la arquitectura como una forma de conocimiento en la arquitectura, como mero conocimiento de la forma, es solo igualada por las generosas estrategias de investigación que han venido a menos en las tácticas operacionales de poderosos corredores [de la arquitectura].

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