ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

FABULAS: ESOPO , IRIARTE Y SAMANIEGO


Enviado por   •  1 de Septiembre de 2013  •  1.971 Palabras (8 Páginas)  •  422 Visitas

Página 1 de 8

ESOPO:

Las ranas pidiendo rey

Cansadas las ranas del propio desorden y anarquía en que vivían, mandaron una delegación a Zeus para que les enviara un rey.

Zeus, atendiendo su petición, les envió un grueso leño a su charca.

Espantadas las ranas por el ruido que hizo el leño al caer, se escondieron donde mejor pudieron. Por fin, viendo que el leño no se movía más, fueron saliendo a la superficie y dada la quietud que predominaba, empezaron a sentir tan grande desprecio por el nuevo rey, que brincaban sobre él y se le sentaban encima, burlándose sin descanso.

Y así, sintiéndose humilladas por tener de monarca a un simple madero, volvieron donde Zeus, pidiéndole que les cambiara al rey, pues éste era demasiado tranquilo.

Indignado Zeus, les mandó una activa serpiente de agua que, una a una, las atrapó y devoró a todas sin compasión.

A la hora de elegir los gobernantes, es mejor escoger a uno sencillo y honesto, en vez de a uno muy emprendedor pero malvado o corrupto.

La primavera y el invierno

Una vez, se mofaba el Invierno de la Primavera, haciéndole algunos reproches porque tan pronto ella aparecía, nada estaba tranquilo. Las personas se marchaban a los prados o a los bosques a entretenerse o a cortar flores, otras viajaban y hasta surcaban los mares para visitar a los amigos; en fin, nadie se cuidaba de los vientos ni de las tempestades.

Un día, el Invierno dijo:

"Yo soy el Rey del Mundo. Prohíbo levantar los ojos al cielo y ordeno dirigir la mirada a la tierra; asusto a los hombres y les obligo muchas veces a quedarse en casa todo el día."

La Primavera que lo oyó, le dijo:

"Con razón se alegran cuando te vas. Por lo que a mí respecta, hasta mi nombre les parece bello, el más hermoso de todos. Y cuando me voy, guardan mi recuerdo recibiéndome henchidos de alegría a mi retorno."

Moraleja

Alábate si no hay quien te alabe.

Las gallinas y la comadreja

Supo una comadreja de que en un corral había unas gallinas enfermas, y disfrazándose de médico, cogió los instrumentos del oficio y se acercó al gallinero. Ya en la puerta, preguntó a las gallinas que cómo les iba con su salud.

-¡Mucho mejor si tú te largas!- le respondieron.

Si somos precauciosos, podremos descubrir las falsas poses de los malvados.

El ratón de campo y el ratón de ciudad

Cierta vez, un Ratón campesino tenía por amigo a un Ratón de la ciudad, este lo invitó al campo para que coman juntos. Al llegar su amigo, el ratón del campo le ofreció trigo y yerbajos, el ratón cortesano le dijo:

"Amigo, llevas una vida de hormiga, en cambio yo poseo bienes en abundancia. ¿Por qué no vienes conmigo para que disfrutes de ellos?."

Al oír tan tentadora invitación, el Ratón del campo acepto de inmediato la oferta de su amigo.

Cuando llegaron al lecho del Ratón de la ciudad, este le mostró a su amigo trigo, legumbres, higos, quesos, frutas, miel y otras delicias que no había visto. El ratón campesino muy maravillado, halagaba a su amigo por tales delicias y se deprimía por su actual mala suerte. Cuando ya estaban a punto de gozar de su festín, un hombre abrió la puerta, y espantados, los ratones huyeron a los agujeros más cercanos. Pasado un rato, volvieron por higos secos, pero otra persona entró al lugar, y al verla, nuevamente se ocultaron.

El ratón del campo olvidándose de su hambre, suspiró y dijo a su amigo:

"Amigo, veo que comes divinas exquisiteces y estás muy satisfecho; pero con peligros y constantes temores como precio. Yo soy pobre y vivo mordisqueando la cebada y el trigo, pero tengo la tranquilidad de hacerlo sin temor a nadie."

Moraleja

Es tu decisión el escoger de ciertos lujos y ventajas, que siempre van unidas a presiones y peligros, o vivir un poco más honradamente pero con más serenidad.

La cigarra y la hormiga

El sol del verano ardía sobre el campo. La cigarra cantaba a toda voz en las largas horas de la siesta, tranquilamente sentada en una rama.

Comía cuando se le antojaba y no tenía preocupaciones.

Entretanto, allá abajo, las hormigas trabajaban llevando la carga de alimentos al hormiguero.

Terminó el verano, quedaron desnudos los árboles y el viento comenzó a soplar con fuerza. La cigarra sintió frío y hambre. No tenía nada para comer y se helaba. Entonces fue a pedir auxilio a sus vecinas, las hormiga. Llamó a la

puerta del abrigado hormiguero y una hormiga acudió. La cigarra le pidió comida.

_ ¿Por qué no guardaste en el verano cuando abundaba? ¿Qué hiciste? _ le preguntó la hormiga.

_ Cantaba _respondió la cigarra.

_¿Mientras yo trabajaba? ¡Pues ahora baila!_ dijo la hormiga dándole con la puerta en las narices.

Debemos ser prevenidos y pensar en el futuro, para no vernos luego en dificultades.

IRIARTE:

Los Dos Conejos

No debemos detenernos en cuestiones

frívolas, olvidando el asunto principal.

Por entre unas matas,

seguido de perros

(no diré corría),

volaba un conejo.

De su madriguera

salió un compañero,

y le dijo: «Tente,

amigo, ¿qué es esto?».

«¿Qué ha de ser? -responde:

-sin aliento llego...

Dos pícaros galgos

me vienen siguiendo."

«Sí -replica el otro,

-por allí los veo...,

pero no son galgos.»

«¿Pues qué son?" «Podencos.»

«¿Qué? ¿Podencos dices?»

«Sí, como mi abuelo.»

«Galgos y muy galgos,

bien vistos los tengo.»

«Son podencos: vaya,

que no entiendes de eso.»

«Son galgos te digo.»

«Digo que podencos.»

En esta disputa,

llegando los perros,

pillan descuidados

a mis dos conejos.

Los que por cuestiones

de poco momento

dejan lo que importa

llévense este ejemplo.

El ricote erudito

Hubo un rico en Madrid (y aun dicen que era

más necio que rico>,

cuya casa magnífica adornaban

muebles exquisitos.

«¡Lástima que en vivienda tan preciosa»,

le dijo un amigo,

«falte una librería!, bello adorno,

útil y preciso.»

Cierto», responde el otro. «Que esa idea

no me haya ocurrido!...

A tiempo estamos. El salón del Norte

a este fin destino.

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (13 Kb)  
Leer 7 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com