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Fin del dinero

MariaJoseOrtiz20Ensayo2 de Octubre de 2020

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El fin del dinero. David Wolman.

Introducción

Parece que el mundo ha girado siempre en torno al dinero y al valor; desde los conquistadores hambrientos de poder y riquezas traducidas en oro y una enorme cantidad de piedras preciosas hasta el más pobre que no puede acceder a comida por falta de un papel y un pedazo de cobre o del material del que sea que estén hechas las monedas, todos piensan en dinero.

Quien diga que el dinero no es importante es porque ha tenido lo suficiente para no morir de hambre, es quien vive en el privilegio de que en caso de verse desprovisto de este sus circunstancias no le dejarían caer en la peor de las inmundicias, es de aquel que con un enorme clasismo ve a lo que se le llama pobre y se llena la boca hablando de humildad mientras piensa a cuál restaurante irá.

El dinero importa e importa mucho en una sociedad regida por el capitalismo y este sistema no perdona; no te perdona si no tienes el último teléfono que sacó la compañía más famosa del mundo, si no usas ropa de marca, si no tienes el suficiente dinero para viajar encima de un Jeep con los lentes de sol y no puedes permitirte darte una escapada porque eso no afectará si el día de mañana o los próximos quince días tienes para comer.

Pero cuando se habla de dinero, no se suele pensar demasiado en algo alejado de los billetes y las monedas.

En esta época tan llena de tecnología todavía no se habla demasiado de monedas electrónicas y es porque estas tuvieron un mal inicio en la imagen del colectivo que ahora se desarrolla como adultos jóvenes. Todavía se puede ver al bitcoin siendo utilizado en la conocida Deep Web y que este simple hecho y el hecho del anonimato fuese mal visto y hasta condenado por muchas personas que parecen olvidar que las tan conocidas mordidas que ya son cosa de todos los días no se han hecho utilizando monedas electrónicas sino el billete de cincuenta pesos viejo en el bolsillo.

Y es de estas modalidades son de las que se habla en el libro escrito por Wolman quien describe el dinero como un bien innecesario y como algo que puede considerarse obsoleto. Y hace falta hablar de dinero pero no solamente hablar del dinero como lo conocemos pasando de mano en mano sino de problemáticas más serias y más radicales.

Así pues, sin más que agregar, procedo a describir la estructura de mi ensayo que atenderá a un modelo básico pero cómodo para el lector, dividido en cuatro; la primera sección es la introducción, que se da por terminada y que anunció el tema a tratar así como la línea de pensamiento que se planea seguir; la segunda sección es la del desarrollo donde podrán encontrarse citas, paráfrasis y documentos que sean pertinentes para el cuerpo del proyecto; la tercera sección corresponde a la conclusión donde  se hará la invitación a una reflexión y la opinión del autor sobre el tema; por último y no menos importante se encuentra la sección de la bibliografía donde se podrán consultar los materiales utilizados en la elaboración de este escrito para corroborar información y para que el lector pueda ahondar en cualquier tema que sea de su interés.

Desarrollo.

  1. Dinero: valor y percepción.

La pregunta que se debe responder antes de iniciar cualquier crítica o anotación es ¿Qué es el dinero y por qué tiene valor?

Bueno, en términos de diccionario, el dinero es un conjunto de activos de una economía que las personas regularmente están dispuestas a usar como medio de pago para comprar y vender bienes y servicios. (Banxico, s.f.). También se establecen las características del dinero como medio de pago entre las que se encuentran que es durable, transportable, divisible, homogéneo y de emisión controlada. [1] Y esto es importante, pero dentro de poco se ahondará más en ello.

La percepción del ser humano está condicionada por variables que se ven modificadas conforme el ambiente y el propio aprendizaje; y es el sistema que se encuentra en el ambiente el que se ha encargado de darle valor a unos trozos de papel y de moneda. Ya lo comentaba también Wolman en su libro: Marco Polo se vio impresionado cuando llega a China y ve a estas personas intercambiando productos, trabajo y comida por unos trozos de papel con cantidades impresas y trozos de metal.

Como se hizo mención en la introducción, el valor del dinero es el que el sistema le da y por lo tanto se acepta como real y legítimo que el valor de los productos equivale a un papel de cierto color y que, sin estos billetes o monedas, las personas no pueden comer. No pueden acceder a un estilo de vida digno y a otras cosas que se establecen como un derecho en el artículo tercero de la declaración de los Derechos Humanos.

Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona. (Asamblea General de las Naciones Unidas y Comisión de los Derechos Humanos, 1948 (Act. 2015))

Por lo tanto, la raíz del libro que se involucra con dinero parece ya un poco vana desde una perspectiva de clase. El dinero no es nada más que papel y monedas y encima es costoso de producir para los países, encima no es tan duradero como se espera y es anuncio de desastre cuando un país introduce otro papel con un color diferente y una denominación enorme.

Todos han tenido esa idea infantil de ¿Por qué no crear más dinero para que ya no haya personas pobres y puedan comprar todo lo que quieran, una casa, un carro y muchos lujos para poder vivir cómodamente?

Dejando el lado la devaluación masiva que este acto acarrearía para todos los habitantes de un país (por ejemplo, Venezuela) el dar dinero a las personas a diestra y siniestra no es hacerlas ricas, es tapar el sol con un dedo en un sistema social sumamente corrupto y empobrecedor para quien no tenga la fortuna de nacer en una familia adinerada.

Es por eso que cualquiera que tenga una mínima noción de la realidad en el país entiende cómo soluciones inmediatas propuestas por los candidatos y el presidente del país no hacen nada más que cavar aún más en el pozo de la gente menos privilegiada. No se trata de regalar tabletas o dinero a diestra y siniestra y pensar que eso solucionará algo es la viva imagen de por qué México sigue dando vueltas tratando de encontrarse.

Porque como dicen por ahí: quien piensa que el dinero lo hace todo, termina haciendo todo por dinero.

  1. ¿Para quién?

El mundo es injusto. Eso es cierto y es una realidad que quita muchas vidas y deprime a muchos hoy y lo hará siempre.

El dinero es la herramienta mediante la cual se consigue la felicidad; consigue salud de calidad, consigue una vida digna, consigue no solamente el ocio sino la capacidad de perder el tiempo sin sentirse angustiado o perdido. Es cierto que no lo es todo, pero es una parte sumamente importante de la vida conforme se vive y el negarlo es algo que solamente ocurre en la mente de los privilegiados.

Al proletariado lo han mantenido bajo control durante décadas dándole nombre o dejando de nombrar ciertas situaciones que pueden incomodar; así pues, mágicamente ya no hay tantos pobres, pero sí muchísimos números en la clase medio baja y media. Sin embargo, por más nombres y categorías que les pongan los datos hablan más que el burdo intento de ingeniería social que suelen poner en práctica los sistemas mediocres.

En el mundo existen mil 300 millones de personas en la estadística de pobreza, pero en distintas dimensiones. Es decir, no todas son pobres en el mismo ámbito y esos son: salud, educación y calidad de vida. Además, la mitad de esos pobres son menores de dieciocho años y un tercio son menores de diez años. [2]

Nada más hablando en México, más de la mitad de personas que viven en el país son de escasos recursos. Cuando se habla de escasos recursos, a diferencia de lo que las categorías en el neoliberalismo quieren hacer creer, se habla del alcance escaso o deficiente de los servicios básicos. Son estas personas las que no podrán hablar de revolución tecnológica porque no tienen la educación para saber a qué se refiere o en qué parte son ellos participes porque no lo son.

Si alguien nace siendo de bajos recursos es probable que muera siendo de bajos recursos.

Por lo que no es exageración cuando pesa en el colectivo el escuchar a los privilegiados de dinero y de revolución y de progreso cuando solamente se trata de acortar el tiempo que utilizan haciendo un pago o haciendo una compra de algún bien banal para que sigan trabajando, para que sigan explotando a los demás y puedan tener tiempo de quejarse y de seguir alimentando el monstruo que es la meritocracia que desde hace años ya debió haber sido más cuestionada y erradicada.

Y son los privilegiados, son los burgueses los que pueden darse el lujo de vivir una vida de austeridad como si fuese un disfraz que se quitan y se ponen; si un día deciden jugar a ser un vagabundo para darle una lección de vida al mundo mediante un vídeo lacrimógeno con frases de autoayuda, no pasa nada porque no pierden nada. Porque es opcional la mímica al vagabundo: la cara llena de tierra, la ropa olorosa a sudor y la mala apariencia física es fácil de representar, más no lo es las enfermedades por la falta de higiene, los traumas y la tristeza y la vulnerabilidad de clase.

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