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HOSTIAS DEL MAL: LA POESÍA EN TIEMPOS SANGRANTES


Enviado por   •  17 de Agosto de 2020  •  Reseñas  •  1.431 Palabras (6 Páginas)  •  251 Visitas

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HOSTIAS DEL MAL: LA POESÍA EN TIEMPOS SANGRANTES
Por Manuel Mosquera

Christian Rivera, es un joven poeta versado en la comprensión del orbe creado y narrado por la poesía; su poemario Hostias del mal, integra y resemantiza discursos poéticos y religiosos que han fundido su experiencia vital. Armado con la poesía ausculta con mirada de nictálope la existencia en su dimensión significativa: amor, desgarro y esperanza.

Es así que su poética se descarna y a la vez se reconstruye como un halo de luz que se eleva sobre las tinieblas, en una época marcada por el horror:
Los niños que no crecieron se
quedaron
con nuestra luz, en la oscuridad de 
nuestros pasos

A diferencia del conde de Leautrémont, que ponía su sino con el afán de representar…las delicias de la crueldad, para Rivera, el orden social actual, aparece ante sus ojos como un presidio, como la expresión del sadismo expeliendo su crueldad y destruyendo la condición humana: He visto arrastrarse a los hombres ante los espectros/del crack: catástrofes, aspirando tuberculosis en los/cigarrillos. Aquellas niñas se convirtieron en fantas-/mas drogados que parieron a sus hijos en las calles//La negra transpiración de la ciudad serán industrias/que se comercializaran en el mundo. 

Nuestro rapsoda pertenece a una generación socializada en décadas donde: el fuego lo consume todo. Y, que no conoció épocas de relativo bienestar para los sectores populares, ni tampoco estuvo inmersa en aquellos años donde la significación predominante era el mito de un nuevo país. Generación que creció en medio de matanzas, apagones, coches bombas, desapariciones, grupos paramilitares y en la que se reordenó el país desde la lógica militar del neoliberalismo, con lo que se puso el traje militar a muchos de los imaginarios sociales y la poesía y los poetas se convirtieron en enemigos del estado. Años donde niños, ancianos, mujeres y hombres, fueron codificados como mercancías, deshumanizados, agraviados por relaciones sociales de corte esclavista.

Por eso es que la generación del poeta está marcada por la soledad, la desolación, el escepticismo y el escapismo. Procesos y estado de ánimo que se encuentran muy presentes en Hostias del mal. Sin embargo, la voz del poeta no se deja ganar por el derrotismo. Más bien, su indignación convierte versos suyos en testimonio de esa época: Sangre llameante y destruida ante toda misericordia/ del abismo que se arroja hacia otro abismo. / Cuerpos salvajemente asesinados en nuestra adolescencia, / fueron deshabitados como los elefantes blancos de / las repúblicas invadidas por el colon infernal / Esta soledad que se desviste silenciosa sin esperar a / cambio como los hijos que he visto nacer entre lá-/ pidas que se abrían en tu vientre.

A pesar que Christian Rivera, nació y vivió sus años de infante y adolescente en la más álgida tempestad del horror, su poesía no es nihilista, como la de Domingo de Ramos, en la cual el hombre es aplastado total y visceralmente. Y, no cae en el nihilismo, porque entiende con toda claridad, cual es el fin último de la poesía: 
El poeta debe ser la voz de los sueños que planifican
las conspiraciones del universo.
Por eso es que su mayor temor estriba en: 
No puedo cerrar los ojos
Por miedo a quedarme
Sin sueños

Su texto poético, nos retrotrae en su espíritu a las Flores del mal, de Charles Baudelaire, donde se ausculta y vitupera a la sociedad burguesa. Mientras que en las Flores del poeta francés, la lógica deshumanizadora de las relaciones capitalistas, se convierten en un hacha sobre la cabeza de los hombres. En cambio las Hostias de Rivera, encuentra en la religión y los medios masivos de comunicación, la fuente de donde nace la conciencia enajenada por el caos y la violencia: 
Hace dos segundos, / de los sets de televisión huyeron los ojos del amor

Cuantos pecados han sido falsificados en los templos 
Para luego ser traficados por veinte monedas de plata.

El bardo al igual que César Vallejo, impugna a Dios, por eso es que el poemario es un acto de rompimiento existencial y como transgresor desnuda los signos del fundamentalismo religioso y la moral embrutecida de la sociedad decadente. Recorre los caminos del infierno, ya sea para hablarnos sobre la vida entre el espanto y la búsqueda del amor. Y, en este su andar resemantiza el discurso escatológico y como en el canibalismo místico del ritual católico, donde se ingiere el cuerpo de Cristo, como acción purificadora, limpieza de pecados y vivificación del creyente, la acción poética de este cantor, es también un acto ritual, donde se integra a su ser, el ethos sagrado y fecundo de la poesía.
He liberado mi corazón de su cárcel
Y le he dejado volar
Para que así aprenda 
la soledad de los hombres,
y le he dejado mi mente en blanco
para que el mar reconstruya tu cuerpo

A pesar que el poema con el que se cierra el libro, es abrumadoramente desesperanzador y catártico, existe en el poemario una confrontación entre eros y tanatos. Donde en medio de muchas vicisitudes es eros en última instancia, siempre sale triunfante: La muerte parecerá otro juego / que la vida ha de jugar ante nosotros, / o nosotros hemos de jugar ante ella. / El amor ha inventado muchas muertes / para sobrevivir en esa vida que / siempre queda. 
Esta compulsión entre eros y tanatos, también se reproduce en la configuración religiosa y se expresa en la relación entre el Nazareno, humanizado, y Yahvé. Donde el primero es una víctima de la violencia y la de Yahvé, es la idea de la destrucción.
Aquel beso en el rostro de Magdalena
diciéndonos que no lo esperemos a cenar
“Que visitaría a un pariente preso”
Hasta aquella vez que lo encontramos enfermo,
tenía abiertas las heridas de su mano
tocándose dolorosamente su costado

(Quizá recordaba a la mujer engañada
por la serpiente o el oficio de su padre
deforestando los árboles del Edén )

Está relación diádica, no sólo se expresa en esta relación mítica, se extiende también a personajes míticos, como Lucas y Tomás y en donde se fórmula que tanto la adhesión como la disidencia, está íntimamente vinculado a como Dios se comporta con el hombre. La disidencia, entendida como negación, es en sí el rompimiento del hombre con la deidad, el eros liberado de los discursos de Tanatos.
Lucas el médico, nos rogó que lo
dejásemos solo,
que dentro de tres días mejoraría.
Tomás nos repitió que no le creyésemos.
Debe haberse olvidado Dios también de él

Christian Rivera, con Hostias del mal, realiza una profunda introspección, es la catarsis expiatoria con la que rompe con su acrisolado cristianismo y nos muestra como en su lucha interior va dinamitando sus preceptos e iconos sacros. Para lo cual utiliza la imprecación irónica donde se nos muestra la impureza/la pureza del poder, como acto de inversión hierático:
De las putas entrando en las catedrales
confesando a los cardenales en el seno de Abraham,
que ellos bendecirán con la simiente de Cristo,
arrojando su semen sobre ellas,
purificando las hostias del mal 
que exhibirán en sus vientres libres de culpa,
y sus marginales hijos heredarán el reino de los cielos
estableciendo e la tierra su reinado
renovando la compra de un seguro
de vida para la muerte

Caminando en este bosque pétreo, vemos como el poeta con el cincel bañado en tinta, a cincelado la piedra hasta convertirla en depurada palabras. Ha cogido de la montaña su paisaje y con sus manos le ha dado forma, por eso es que nos muestra imágenes contundentes: El cielo muere de pie sobre el mar. / Lentamente nace tu voz en el crepúsculo.
El trovador y la palabra se internan en las escabrosas aguas del averno, refugiados en el amor, en la búsqueda de su territorio liberado por las briznas de hierbas, encuentra en su andar amores dolorosamente fugaces y aquellos totalmente primaverales que solo pueden celebrarse…entre hoteles / conciertos de jazz, / teatros y fuera de los teatros, / club de literatos, / taquillas de cabarets.

Los registros y las andanzas de este joven letrado, nacido en la edad de la tragedia peruana, con sus osamentas enterradas de manera clandestina en miles de fosas comunes por todo el país, con sus sicarios, su corrupción, devorando todo el cuerpo social de la nación y los narcopolíticos, han tocado las fibras más hondas de su ser y de su estro poético. Por eso saludamos con mucha alegría sus Hostias del mal, recordándole (recordándonos), que la poesía es trabajo/estudio, teoría/praxis y sobre todo coherencia, con uno y el mundo. 

Hacemos votos para que su andar aventurero por los fértiles parajes de la vida poética, sea muchos más venturoso y en ellos busque la ilusión que nutre a los poetas y cuando lo encuentre, se aferre a la belleza, a la memoria del pueblo, al pan y a la saludable cordura del Quijote

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