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Habilidades Comunicativas


Enviado por   •  11 de Septiembre de 2014  •  1.740 Palabras (7 Páginas)  •  585 Visitas

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TALLER DOS

1. PROCESO DE COMPRESION DE ANALISIS

Un buen ejercicio para identificar las relaciones entre las ideas de un párrafo, y para reconocer al sujeto que en ellas se nombra, consiste en aplicar acertadamente la técnica del subrayado o el arte de subrayar. Para el afianzamiento y fortalecimiento de lo anterior, resuelva:

• Consulte un, identifique los sujetos que se enuncian; y observar qué tipo de relaciones adquieren.

• ¿Qué datos transmite un emisor al expresar una señal?

• ¿Cómo se puede definir a la persona emisor?

• ¿Qué situación lingüística se produce si alguien pregunta en inglés What´s your name?. Y no se sabe esta lengua.

• ¿Cómo se puede definir el acto de la comunicación?

• ¿A qué se llama en codificación?

• ¿La decodificación es un tipo especial de codificación?

• ¿Cómo se definen las circunstancias sociolingüísticas en que se producen los códigos publicitarios? Características desde un punto de vista ideológico.

2. SOLUCION DE PROBLEMAS

2.1 Nombrar las posibles informaciones de los siguientes objetos:

Un supermercado; por ejemplo, informa sobre el tipo de sociedad (consumo), de población, si es de capital privado, nacional o extranjero, entre otros.

Una fábrica

Un pasajero de avión

Un libro de arte con encuadernación lujosa

El pelo largo de un joven

El vestido largo de gala

Acapulco

La revista Alarma

Un Volkswagen

Un patio de vecindad

2.2 Tener en cuenta el esquema anterior para el análisis del siguiente texto del escritor uruguayo Mario Benedetti.

AMOR POR EL BOSQUE

Había una vez un bosque lleno de trastos viejos y florecillas nuevas, entre los que inconscientemente alegres, corrían, volaban, saltaban o simplemente transitaban sus habitantes naturales, gorriones, vaquitas de San Antonio, mulitas, zorrillos, liebres, perdices, ranas, cotorras, picaflores, etc. Las relaciones zoociológicas eran relativamente buenas. Después de la lluvia, los hongos nacían como hongos y eso daba abundante motivo a los cantos, graznidos, cotorreos, mugidos, rebuznos y otros medios de comunicación de masas.

Las flores eran vulgares y silvestres, pero por lo menos nadie las pisoteaba. Con su zamba de una sola nota, las insistentes ranas llenaban la noche: eran verdaderamente llenadoras. En épocas de relativa escasez los animales mayores corrían las liebres, pero cuando la escasez era más grave, hasta las liebres corrían las liebres.

Sin embargo, y pese a todas las dificultades de la vida salvaje, aquél era un bosque feliz. Naturalmente, había objeciones contra la tozudez de las mulitas, la difamación de las cotorras o la ronca sapiencia de los sapos, pero después de todo, un picaflor tenía los mismos derechos que un yacaré; la única diferencia estaba en la dentadura. Todos estaban autorizados a ver el cielo que aparecía entre las altas ramas y cuando las calandrias cantaban el himno del bosque, los pinos se quitaban respetuosamente las copas y todos los árboles lo escuchaban de pie.

Por supuesto, un bosque es un conjunto de árboles y matas, pero en él todo marcha mucho mejor cuando se arbola que cuando se mata. Esto no pareció importarle demasiado a un hombrecito ceñudo y sañudo que apareció en el bosque una mañana gris. De entrada miró con resentimiento arbustos y alimañas. Como anticipo pisoteó un escarabajo y le arrancó lentamente las alas a una mariposa.

Al día siguiente vino con otros hombrecitos igualmente ceñudos y sañudos, acompañados de extraños instrumentos, herramientas y maquinarias. Durante dos o tres semanas, indiferentes a las más hondas aspiraciones de la flora y de la fauna, taló y taló. No dejó un solo un árbol en pie. Los animales y animalitos que por algún azar lograron sobrevivir a la hecatombe, pasado el estupor inicial, huyeron despavoridos.

Por fin, el hombrecito hizo cargar todos los troncos en enormes camiones. Sólo una tortuga quedó, por razones que ustedes podrán imaginar, para presenciar esta última operación. Por tanto, fue ella el único testigo de un extraño gesto; el hombrecito desenrolló un gran cartel y lo colocó en el primero de los camiones. Como la tortuga era analfabeta, no pudo enterarse del texto del letrero que decía:

2.3 Yo quiero a mi bosque. ¿Y usted?

• Observar un hecho y elaborar el respectivo informe teniendo en cuenta el esquema respectivo. Socializar el trabajo para su calificación.

• Con algunos compañeros de CIPA, localizar y subrayar los verbos conjugados en cada uno de los enunciados de los ejemplos siguientes. También los elementos lingüísticos que establezcan la yuxtaposición, la coordinación o la subordinación.

- Érase una vez un país.., no recuerdo bien su nombre, pero le llamaremos el “País de las cien palabras”. En ese país los hombres eran muy felices. Vivían en un pueblo ni grande ni pequeño, y todos se conocían. Si alguna vez se peleaban dos, los demás los separaban; si alguien se enfermaba, los vecinos lo cuidaban, le daban sus medicinas, barrían y sacudían; si uno tenía que salir de viaje, los amigos le ayudaban a acomodar las ropas en la maleta, lo despedían y, cuando regresaba, iban a esperarlo para darle la bienvenida. En fin, todos se querían y ayudaban.

- ¿Has viajado alguna vez de noche en tren? Afuera está todo oscuro. Tú tienes sueño; empiezas a dormitar. De pronto sientes un sobresalto: iEl tren está caminando para atrás! Está rodando, rodando rápidamente en dirección contraria a la que llevaba antes. Está regresando a tu pueblo!

- Sus ojos parecían dos carbones encendidos. Una larga cabellera gris caía sobre sus hombros. De sus muñecas y de sus tobillos colgaban unas pesadas cadenas y unos grilletes herrumbrosos. Yo soy capaz de todo. No me conocéis, Catalina! Mi voluntad es de hierro:

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