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LAS POLEMICAS POR LA CIENTIFICIDAD EN LAS CIENCIAS SOCIALES. De La Neutralidad Ideológica A La Objetividad Científica.

andre00511 de Junio de 2015

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NTRODUCCION

La ciencia es una empresa colectiva, siempre partimos de lo dicho o hecho antes por alguien más y esto es lo que permite la acumulación de los conocimientos. Se avanza en el debate y en el experimento, en la confirmación y el rechazo de las propuestas. Por eso es adecuado conocer las nuevas polémicas así como las anteriores, y conocer un poco el contexto en el que éstas se desarrollaron, pues tal como lo anota Silvia Gómez de Tagle (1989:131) “En última instancia el conocimiento científico esta determinado cultural e históricamente”.

El desarrollo de la ciencia tiene antecedentes lejanos, pero el surgimiento de las ciencias sociales es más cercano a nosotros, cuando el hombre se da cuenta que es necesario explicarse a sí mismo y voltea la mirada hacia su entorno la reflexividad a un primer nivel hace su aparición. Sin embargo, las ciencias sociales siempre han estado en la polémica, y la cientificidad de las mismas aún sigue a debate por su misma llegada tarde al escenario de la ciencia cuando ya estaba establecida la hegemonía de las ciencias duras y el método científico.

El presente texto tiene la intensión de hacer un seguimiento de estas polémicas, conocer y presentar el recorrido que a mi juicio han hecho las ciencias sociales para ser reconocidas como tales, me refiero a los debates sobre la neutralidad y la objetividad y a últimas fechas la referencia a la implicación del sujeto en su propio objeto de estudio. Inicio con la polémica de la neutralidad ideológica que permeó durante el inicio de las ciencias sociales, el período de las definiciones ideológicas y la guerra fría, me centro en la polémica objetividad /subjetividad que está presente en la actualidad y en una de sus vertientes, la del método y termino planteando la nueva discusión, la de la implicación del sujeto con su objeto de estudio.

LA PROPUESTA DE LA NEUTRALIDAD

Cuando se inicia la ciencia social, o la sociología para ser más precisos, los primeros sociólogos luchaban porque esta nueva ciencia fuera aceptada en el mundo científico como válida, y trataban de que ésta cumpliera con los parámetros establecidos por las ciencias ya reconocidas en ese momento.

La propuesta Durkheiminiana de tratar a los hechos sociales como cosas, tiene de fondo una intensión de separación, de alejamiento, pues una de sus principales premisas es la exterioridad del hecho social con respecto a la persona. Durkheim traslada al método la búsqueda de la cientificidad, y en su obra Las Reglas del Método Sociológico publicada en 1895 propone varias reglas a seguir para que el estudio de los hechos sociales adquiera la cientificidad. Una de ellas, se refiere a la neutralidad del investigador,

“Nuestra regla no implica, pues, ninguna concepción metafísica, ninguna especulación sobre la esencia última de las cosas. Lo que pide es que el sociólogo se ponga en el estado de espíritu en que están los físicos, los químicos y los fisiólogos cuando se aventuran en una región aún inexplorada de su dominio científico”. (Durkheim: 1989,39)

Esto es lo que se pide de un científico social, separación, neutralidad científica.

Max Weber (1981) también propone neutralidad aunque es la neutralidad valoral. En su conferencia dictada en 1918 en Munich, “La ciencia como vocación”, Weber se refiere a la enseñanza de la ciencia y establece la neutralidad valoral que debe tener el profesor al momento de enseñar el oficio científico. Sin embargo, se puede leer entre líneas la intensión de dejar fuera los “molestos” valores al momento de enfrentarse al estudio de lo social. Para Weber los valores tienen un sustento irracional, por lo tanto ciencia y valores se excluyen mutuamente.

En ambos casos podemos rastrear que se refieren a la neutralidad ideológica y valoral, es la “ciencia libre de valores”. La polémica corrió a lo largo del siglo XX y aunque es interesante y posible de seguir, no es el tema base de este ensayo, así que termino esta parte con el texto del filósofo[1] Adolfo Sánchez Vázquez, publicado en 1976 La ideología de la “neutralidad ideológica” en las ciencias sociales. Con este texto quiero presentar la propuesta Marxista que siempre abogó por la imposibilidad de la neutralidad ideológica y aunque está desfasado temporalmente con los anteriores, me sirve para terminar de exponer la discusión sobre la neutralidad.

Para Sánchez Vázquez, el inicio de esta propuesta se puede rastrear desde los neokantianos (Windelband y Rickert), el positivismo Durheiminiano y la ciencia libre de valores de Weber, misma que aún continuaba en los años 60 del siglo pasado (durante la guerra fría), cuando en Estados Unidos se proponía la llamada para las ciencias sociales la “doctrina del fin de las ideologías”, la “asepsia” científica como un intento de superar esta polémica, terminar con la ideología y los valores personales tan solo con tomar la decisión de hacerlo, y dejar la ciencia social reducida a una ingeniería o a una tecnología social. Sánchez Vázquez desenmascara esta propuesta y la presenta como una ideología que tiende a justificar el actuar del científico sin manifestar una responsabilidad social, moral y política, pues ella misma es una ideología más, es “la ideología de la neutralidad ideológica”.

Sin embargo, no todo está perdido, reconociendo la subjetividad inherente al sujeto investigador, Sánchez Vázquez apuesta a la cientificidad de la ciencia social, y aunque mantiene la idea de que la neutralidad “…solo se da fuera del sujeto, ya sea en el método que aplica o en los resultados (teorías) de su actividad” y que la ciencia no se reduce al aspecto metodológico, aun así “la objetividad del método es sin duda, requisito indispensable en toda actividad científica. No hay ciencia sin método objetivo…” (Sánchez: 1976, 290). Entonces la polémica ideológica dejo paso al debate por la objetividad de la ciencia social y se traslado al método la carga de la cientificidad. Se acepta que el sujeto no es neutral, pero puede ser objetivo.[2]

LA EXIGENCIA DE LA OBJETIVIDAD.

En función de lo anterior, se pasa la carga de la cientificidad de las ciencias sociales al método, y se inicia una nueva polémica ahora al interior de las mismas ciencias sociales, el debate sobre el método más adecuado para lograr la tan ansiada cientificidad. Pero el método no va solo, lleva consigo el dilema de la objetividad.

De acuerdo a los cánones, la cientificidad se logra cuando el procedimiento y el resultado del mismo son objetivos, imparciales, neutrales. El método aceptado en las ciencias sociales que puede dar este tipo de resultados es el método positivista, aquel que cuenta (hechos, cosas), mide, experimenta. Así el primer desarrollo de la ciencia social busca llevar el método científico al estudio de la sociedad y mediante técnicas de cuantificación (de diferente profundidad según el momento histórico y el desarrollo de la técnica), busca el resultado exacto.

Pero primero un giro, ¿Qué es la objetividad científica? Para Hanna (2004) la objetividad científica no es unívoca, sino que hay varios tipos de ella y elabora una clasificación de tipos de objetividad que separa en dos grupos, la objetividad externa y la objetividad interna.

De entrada, la función principal de la ciencia es estudiar la realidad “real”, lo que existe más allá del sujeto y es la objetividad externa la que trabaja en esta área, Hanna señala que “Hay al menos tres distintos portadores de la objetividad externa, i) entidades o procesos; ii) clases, constructos o magnitudes; iii) oraciones interpretadas o teorías” (Hanna: 2004, 343)[3].

Para la objetividad interna, se asume que el investigador puede ser imparcial, sin prejuicio y se puede acercar a los hechos sin un punto de vista previo. Toma en cuenta los procesos o métodos mediante los cuales la ciencia se acerca a investigar el mundo, también la llama objetividad metodológica. Para Hanna (2004, 341) “La idea propuesta de objetividad científica, es la efectividad en el sentido técnico, del método efectivo”.

Posteriormente, Hanna hace otra clasificación de la objetividad como objetividad explicita y la objetividad implícita. La primera, es en la que el investigador hace explícita mediante el lenguaje tanto su propuesta teórica como los procedimientos y las técnicas usadas. Ya se acepta que no hay neutralidad total, y se asume la responsabilidad del trabajo resultante, con todas sus implicaciones.

Así, en muchos casos se trabaja con esta objetividad explicita y se asume ésta como la objetividad total, buscando la precisión de los instrumentos, es la “objetividad mecánica”, que da tranquilidad y seguridad al investigador sobre su propio trabajo, ya que por un lado “explicita sus intereses” y por el otro usa técnicas precisas y complicadas a las que se accede cada vez con mayor dificultad por parte del investigador novel.

En el otro lado, se presenta la objetividad implícita, la que se convierte en una forma de vida, es dependiente totalmente del contexto y no del todo consciente, “Es el ‘conocer como’ implícito que se adquiere a través de la exposición a los paradigmas de una práctica” (Hanna: 2004), que solo puede ser modificado a partir de una conciencia sobre el mismo. Es desde mi punto de vista, la subjetividad no consciente o no aceptada.

¿Y la subjetividad?

Para llegar a la exposición de la subjetividad se puede hacer por varios flancos. Uno de ellos es la línea de la Reflexibilidad, propuesta por Giddens (1996) y retomada por Robles

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