LECTURA SEMANA 4
jossmont16 de Marzo de 2015
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Las vías de aproximación o estudios del futuro, entre los que se ubica el enfoque prospectivo, son también conocidos como prognosis3. Dichas vías muestran la ruta y la intención de aquellos que pretenden conocer, a través de las herramientas disponibles en su momento histórico, lo que el futuro guarda como secreto. La denominación de estudio precisa un carácter cada vez más objetivo y ordenado de esos análisis e intenciones.
Al responder a un momento histórico determinado, las vías de aproximación reflejan la forma de pensamiento inherente a la concepción del mundo vigente en ese periodo y sus posibilidades de transformación a través de la interpretación, la especulación, la indagación, el análisis, y la reflexión acerca de la importancia de las acciones del hombre como parámetro dinámico de esos cambios.
Dichas formas de abordar el mañana buscaron reducir la incertidumbre sobre lo que el destino depara a la humanidad; recordemos el sentido de la adivinación, el matiz místico e interpretativo, la postura especulativa y pasiva por los hechos implícitos en el devenir del hombre. Sin embargo, a la luz de un análisis contemporáneo, en el que prevalece una visión científica y objetiva, esas reflexiones se ubican únicamente como referencia histórica, y su cita en el discurso moderno toma tintes incluso hasta románticos, al aludir a temas utópicos y futuristas cuestionables.
En cambio, ahora la imaginación, la creatividad, la intuición y los enunciados a partir de la experiencia del que indaga el futuro, aunados a la interrelación con otras áreas de conocimiento, confieren a las vías de aproximación al futuro un carácter cada vez más sólido, de aventura científica en palabras de Edgar Morín,
3 Prognosis: (Prognósticos). Término que trató de popularizar Fred L. Polak en su libro Prognostics (Elsevier, 1971) y que es equivalente a estudios del futuro o prospectiva, proviene del griego y significa conocimiento anticipado. Se utiliza ampliamente este vocablo en Alemania (Rivera).
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quien resalta la necesidad de abrir la mirada del espíritu científico en un radio tan amplio que supere la miopía científica y posibilite la concepción de nuevas vías y alternativas para afrontar y solucionar los problemas del presente.
Por un lado, esa aventura científica ofrece a los estudios de futuro (entre los que se perfila con mayor claridad y alcance la Prospectiva), un camino sistemático y ordenado para la organización del proceso de lectura y tratamiento de información y, por otra parte, las libera de la deuda de gratitud científica, como indica Adam Shaff en su libro Historia y Verdad (1974), al no supeditar sus enunciados a una corriente de pensamiento o un paradigma establecido, sólo por el hecho de formar parte de un momento histórico determinado.
Si el objeto de estudio de estas formas de acceder y concebir el mañana se encuentra en el futuro (y es el futuro mismo), vale reconocerlo como una figura mental que sólo existe en la imaginación. Nunca podremos tocarlo y de alguna manera, bajo el enfoque de los estudios de futuro, nuestro ahora es el futuro que antaño hemos construido con nuestras acciones.
Tomás Miklos (Planeación Prospectiva, 2001) expresa que el futuro “es un ámbito abierto al devenir y creatividad humana. Para el hombre, como ser actuante, el futuro es el campo de la libertad y de la voluntad; como ser pensante, el futuro será siempre el ámbito de la incertidumbre; y como ser sensible, el futuro se enmarca en los deseos y aprehensiones”.
El estudio del futuro, entonces, integra conceptos y procesos que multiplican las alternativas y diversifican las posibilidades. El futuro es la dimensión en que la imaginación puede erigir estructuras contradictorias entre sí, pero con todo, no excluyentes unas de otras, dentro de una realidad no materializada.
Charles Francois
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