Laberinto De La Soledad

REPORTE DE EL LABERINTO DE LA SOLEDAD

Óscar Escamilla

El laberinto de la soledad de Octavio Paz , es una compilación de ensayos que salió a la luz en 1950 donde el autor busca los orígenes y las causas del comportamiento del mexicano tanto individualmente como en lo colectivo, así como su forma de afrontar y desafiar al mundo. El propósito de esta obra es descifrar la identidad de los mexicanos, el argumento central del autor es que los acontecimientos históricos tienen una influencia significativa en los sentimientos de pesimismo e impotencia que predominan en la mentalidad mexicana aun en estos tiempos.

El primer ensayo llamado Pachucos y otros extremos, Octavio describe hasta qué extremo puede llegar un mexicano, ejemplificándolo con el pachuco de los años cincuenta. Cuando Paz a vivir a los Ángeles se encuentra con la curiosidad de una ciudad con pincelazos de mexicanidad, por los más de un millón de mexicanos que radicaban ahí. Los pachucos eran un grupo de jóvenes, principalmente mexicanos, que solían usar “disfraces” para esconderse y al mismo tiempo exhibirse dentro dela sociedad. El pachucho busca desprenderse de esta mexicanidad pero al mismo tiempo se queda fuera de ser un norteamericano normal. Esto lo coloca en una nueva posición, ni aquí ni allá, incierto. Extraño. Rasgo común en aquellos que son frágiles en sus lazos de origen.

En las máscaras mexicanas Octavio habla de las diferentes actuaciones del mexicano en sus relaciones, producto del hermetismo de su naturaleza de recelo y desconfianza. El mexicano tiene máscaras para encerrarse, acorazarse en una impenetrable intimidad, dice Paz, el mexicano no puede rajarse, se humilla pero nunca se raja. El macho mexicano es desconfiado, no ataca, está a la defensiva, ama a las mujeres, la recatadas. Aquellas que de igual forma cubren su intimidad y son pasivas amantes. La mujer perfecta del macho mexicano es aquella que no sucumbe ante los remolinos eróticos del aire, es fiel y reservada. Es un campo magnético que atrae y se mantiene abierto. Su condición de “rajada” la convierte en la eterna vulnerable a penetrar en su intimidad. La mentira es otra máscara con la que el mexicano se encierra en sí, se miente a sí, para conservar su posición. Se evita y disimula, para que nadie note sus debilidades.

Otra característica bien esencial para los mexicanos que resalta el autor, es la afición que tenemos por las fiestas. No importa la clase social, tampoco si vives en una zona rural o urbana, todos los mexicanos tienen el calendario repleto de fiestas. Regularmente las comunidades rurales tienen un santo patrono si no es que dos, y cada año se les celebra con una gran fiesta donde se derrocha el poco o mucho dinero que puede gestionarse. Todo el pueblo espera la fiesta, para desprenderse de esa soledad que nos atañe. Es un ritual para el mexicano, adora emborracharse y dejar atrás el tiempo y el espacio. Es un punto donde se encuentras muchos de los elementos de la mexicanidad en un grado elevado de vulnerabilidad, el amor, la razón, la identidad. Puede destruir y construir un camino, vincula personas, reúne a mexicanos en una condición medio “abierta”. La fiesta es para el mexicano sinónimo de libertad.

El mexicano celebra hasta la muerte, producto de la concepción prehispánica de la muerte como una sagrada transición. La muerte responde a la vida, morirás de la misma forma en que se vive. Esta transición es muy respetada y celebrada hoy en día, aunque ha perdido cierto valor místico en la modernidad. El día de muertos es una fiesta donde el mexicano revira a los que se encuentran del otro lado de la inmovilidad. Recuerda a sus muertos, va hacia ellos.

En los hijos de la malinche y la conquista y colonia Octavio Paz nos aclara el panorama de cómo fueron incrustándose rasgos que cambiaron definitivamente el rumbo de nuestra

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