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El Laberinto De La Soledad


Enviado por   •  29 de Abril de 2015  •  1.725 Palabras (7 Páginas)  •  243 Visitas

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El laberinto de la soledad.

Octavio paz.

EL PACHUCO Y OTROS EXTREMOS

Octavio Paz cuenta que durante dos años que estuvo en Estados Unidos, a primera vista Los Ángeles sorprende al viajero, ya que tiene ostentosas construcciones; Pero también se percibe una atmósfera vagamente mexicana de la ciudad, pero no se mezcla con el mundo norteamericano, algo semejante ocurre con los mexicanos, aunque tengan muchos años de vivir allí, usen la misma ropa, hablen el mismo idioma, no se confundirían con los norteamericanos auténticos.

Y no es que ellos sean muy diferentes físicamente, sino que los distingue del resto de la población es su aire escondido e inquieto, son seres que temen la mirada ajena, creen que son capaces de desnudarlos. Y esto ha generado lo que se hace llamar “el pachuco”.

Los “pachucos” son bandas de jóvenes que viven en el sur, y que se caracterizan por su vestimenta, su conducta y su lenguaje. El “pachuco” no quiere volver a origen mexicano, pero tampoco desea fundirse con la vida norteamericana. Los negros, son perseguidos por la intolerancia racial, se esfuerza por ingresar a la sociedad, quieren ser como los otros ciudadanos, los mexicanos han sufrido menos violentamente.

El “pachuco” ha perdido toda su herencia, lengua, religión, costumbres, creencias, solo su disfraz lo protege y, al mismo lo destaca y aísla.

El “pachuco” no intenta hacer reír sino aterrorizar, con eso él defiende, también es víctima, procura ocupar un puesto en ese mundo que hace poco lo ignoraba, delincuente.

La irritación del norteamericano se debe a que ve en el “pachuco” a un ser peligroso, perturbador y fascinante.

El “pachuco” intenta ingresar a la sociedad, pero el mismo se entorpece el camino, el no se lanza al exterior a mezclarse, sino a retar, el no defiende nada, no afirma nada.

De igual manera este libro nos dice que la gente norteamericana tiene mucha seguridad y confianza, tiene aparente alegría y conformidad con el mundo que los rodea, y ahí no terminan nuestras diferencias, “ellos son crédulos y nosotros creyendo, aman a los cuentos de hadas y las historias policíacas, nosotros los mitos y las leyendas”, los mexicanos mienten por fantasía o desesperación, ellos no mienten, pero sustituyen la verdad verdadera por otras menos desagradable. Los mexicanos son desconfiados, ellos abiertos, nosotros somos tristes y sarcásticos, ellos alegres y humorísticos.

MASCARAS MEXICANAS

Nos habla de la variedad de mascaras que utilizamos en nuestra vida para protegernos de que nos hagan daño, y a la vez como es en el caso de la mujer la máscara que se tiene de ellas es la que a los demás les conviene ver.

“El lenguaje popular refleja hasta que punto nos defendemos del exterior; la idea de la “hombría” consiste en no rajarse”.

En nosotros abrirse es muestra de una debilidad, de humillarse, de agacharse, pero el no hacerlo es “permitir que el mundo exterior penetre en su intimidad”. La “hombría” se mide en la invulnerabilidad ante las armas y los golpes del mundo exterior.”. El “macho” es un ser hermético, encerrado en sí mismo, capaz de guardarse y guardar lo que se le confía.

Los mexicanos consideran a la mujer, como un instrumento, de los deseos del hombre, de los fines de la ley, la sociedad o la moral. Fines para los que nunca se le ha pedido su consentimiento y en esa realización solo participa pasivamente. “Prostituta, diosa, gran señora, amante, la mujer transmite o conserva, pero no crea, los valores y energías que le confían la naturaleza o la sociedad”.

Simular es inventar o, mejor, aparentar y así evadir nuestra condición. El que disimula no representa, sino que quiere hacerse invisible, pasar inadvertido, sin renunciar a su ser.

Nadie no existe, simplemente disimulamos la existencia, obran y actúan como si no existieran. Y si todos somos ninguno, no existe ninguno de nosotros. El círculo se cierra y la sombra de Ninguno se extiende sobre México.

TODOS SANTOS, DIA DE MUERTOS

Al mexicano le encantan las fiestas y las reuniones públicas, todo es ocasión para reunirse, cualquier pretexto es bueno para interrumpir el tiempo, el trabajo y las labores y celebrar con festejos y ceremonias. Nuestro calendario esta poblado de fiestas, los mismos días en los lugares más apartados como en las grandes ciudades, el país entero reza, grita, come, se emborracha y mata.

Pero no nos bastan las fiestas que ofrece todo el país, la iglesia, sino que la vida de cada ciudad y de cada pueblo está regida por un santo, al que se le festeja. Y para acabar los barrios y los gremios tienen también sus fiestas anuales.

Los mexicanos deberíamos ahorrar tiempo y dinero, que gastamos en tantas fiestas.

Y esto dice mucho de la cultura de un pueblo, ya que por conservar las tradiciones (Día de muertos, Grito de independencia), se gastan el dinero y los recursos que a veces el mismo pueblo da, en fiestas, en lugar de utilizarlas para la superación del mismo pueblo, y es que a veces tienen al mexicano feliz con una fiesta aunque en su pueblo no haya agua.

Para el habitante de Nueva York, Paris o Londres, la muerte es la palabra que jamás se pronuncia, en cambio el mexicano, la dice, la festeja, la burla.

Una

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