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Las Riquezas De Las Naciones

pina922 de Junio de 2013

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La Riqueza de las Naciones: Tomo I

“De las causas del progreso en las facultades productivas del trabajo, y del modo como un producto se distribuye naturalmente entre las diferentes clases del pueblo”

Capítulo I: De la división del trabajo

Para Smith, el trabajo viene a constituir la fuente verdadera de la riqueza, pero no cualquier trabajo, sino "el trabajo anual de cada nación". Está claro que la división del trabajo constituye una institución, por la cual el hombre crea la riqueza.

El aumento considerable en la cantidad de productos que un mismo número de personas puede confeccionar, como consecuencia de la división del trabajo, procede de tres circunstancias distintas:

* De la mayor destreza de cada obrero en particular

Los trabajadores a medida que repiten un trabajo van adquiriendo nuevas habilidades y por ende haciendo el trabajo mucho más rápido, dedicándose una sola labor, que a varias distintas.

* Del ahorro de tiempo que comúnmente se pierde de pasar de una ocupación a otra

Si los trabajadores deben cambiar constantemente de actividad, hay un tiempo que se pierde mientras termina una y comienza otra, lo que se conoce hoy como el “set up” o puesta a punto de actividad o una maquina. Además cuando un trabajador comienza una nueva actividad nunca esta preocupado al 100% de esa labor, por ende tiene un tiempo perdido hasta que logra trabajar eficientemente.

* De la invención de una gran numero de maquinas

Un factor no menor que ha mejorado la productividad es el uso de la maquinaria correcta, para un determinado trabajo. Como el trabajador se encuentra especializado en una máquina el puede realizar mejoras a ellas, para aumentar su productividad.

Las desventajas:

* Monotonía en el trabajo.

* Atrofia mental.

Para contrarrestar los efectos negativos de la especialización, Smith considera que los trabajadores deben ser instruidos en aspectos elementales como la escritura, la lectura y el cálculo, y para que haya efectividad en la política es precisa que la educación sea impartida por el Estado.

Capítulo II: Del principio que motiva la división del trabajo

Lo que motiva principalmente a la división del trabajo es la necesidad del hombre de permutar y negociar una cosa por otra.

Por ejemplo, uno nunca ha visto a dos perros intercambiar justamente un hueso y ningún ser humano hace eso. Cuando uno necesita algo va donde la persona que lo tiene y lo persuade para obtenerlo. Dame lo que necesito y tendrás lo que deseas, es el principio de cualquier oferta. Como necesitas permutar o comprar cosas es que lo que origino la división del trabajo.

Para finalizar, un ejemplo, en una tribu, uno de ellos es el más hábil haciendo flechas y arcos, generalmente este los va a cambiar a otro de la tribu que sea mejor cazador, por carne o caza. Así como esta persona es buena en hacer arcos y flechas, hay otra que es buena en hacer la cubierta para las carpas, este es el carpintero.

Los hombres son iguales, la especialización en determinadas actividades no es la causa de la división sino tal vez el efecto de ella.

Capítulo III: La división del trabajo se halla limitada por la extensión del mercado

Así como la facultad de cambiar motiva la división del trabajo, la amplitud de esta división se halla limitada por la extensión de aquella facultad o, dicho en otras palabras, por la extensión del mercado. Cuando este es muy pequeño, nadie se anima a dedicarse por entero a una ocupación, por falta de capacidad para cambiar el sobrante del producto de su trabajo, consume ese exceso, por la parte que necesita de los resultados de la labor de otros

Capítulo IV: Del origen y uso de la moneda

Una vez implantada la división del trabajo, el hombre vive en régimen de intercambio.

Tan pronto como se estableció la división del trabajo solo una pequeña parte de las necesidades de cada hombre se pudo satisfacer con el producto de su propio trabajo. El hombre cubre sus necesidades cambiando el remanente del producto de su esfuerzo, por otras porciones del producto ajeno. Pero las dificultades del trueque inducen a adoptar un bien económico como dinero.

El hombre vive así, gracias al cambio convirtiéndose, en cierto modo, en mercader, y la sociedad misma próspera hasta ser lo que realmente es, una sociedad comercial.

Conforme empezó la práctica de la división del trabajo. Es de suponer que el hombre tuviera de una mercancía más de lo que necesitaba, en tanto otro disponía de menos. El primero en consecuencia, estaría dispuesto a desprenderse del sobrante, y el segundo, a adquirir una parte de ese exceso. Si este último no contaba con nada de lo que el primero podía necesitar, no era posible un cambio entre ellos.

A fin de evitar inconvenientes, todo hombre, procuro manejar sus negocios de tal forma que en todo momento pudiera disponer, además de los productos de su actividad peculiar, de una cierta cantidad de cualquier otra mercancía, que a su juicio pocas personas podrían rechazar a cambio de los productos de su propio esfuerzo.

Es muy probable que para este fin se eligieran muchas cosas diferentes. En las edades primitivas de la sociedad se dice que el ganado fue instrumento común del comercio.

Para evitar esto, facilitar los cambios y fomentar el comercio y la industria, se considero necesario, colocar un sello público sobre aquellos metales que acostumbraban a usar naciones para comprar todo tipo de mercaderías. Tal es el origen de la moneda acuñada y de aquellos establecimientos públicos llamados “Casas de Moneda”. Los primeros sellos públicos de esta clase tuvieron como finalidad asegurar la finura y buena calidad del metal.

Es así como la moneda se convirtió en instrumento universal de comercio en todas las naciones civilizadas, y por su mediación se compran, venden y permutan toda clase de bienes.

Capítulo V: Del precio real y nominal de las mercancías, o de su precio en trabajo y de su precio en moneda

Todo hombre es rico o pobre según el grado en que pueda gozar de las cosas necesarias, convenientes y gratas de la vida. Pero una vez establecida la división del trabajo, es solo una parte muy pequeña de las mismas la que se puede procurar con el esfuerzo personal. La mayor parte de ellas se conseguirán mediante el trabajo de otras personas, y será rico o pobre, de acuerdo con la cantidad de trabajo ajeno de que pueda disponer o se halle en condiciones de adquirir.

En consecuencia, el valor de cualquier bien, para la persona que lo posee y que no piense usarlo o consumirlo, sino cambiarlo por otros, es igual a la cantidad de trabajo que pueda adquirir o de que pueda disponer por mediación suya. El trabajo, por consiguiente, es la medida real del valor en cambio de toda clase de bienes.

El precio real de cualquier cosa, lo que realmente le cuesta al hombre que quiere adquirirla, son las penas y fatigas que su adquisición supone. Lo que realmente vale para el que ya la ha adquirido y desea disponer de ella, o cambiarla por otros bienes, son las penas y fatigas de que lo libraran, y que podrá imponer a otros individuos.

El dinero o sea otra clase de bienes nos dispensan de esa fatiga. Contienen el valor de una cierta cantidad de trabajo, que nosotros cambiamos por las cosas que suponemos encierran, en un momento determinado, la misma cantidad de trabajo.

Pero aunque el trabajo es la medida real del valor en cambio de todos los bienes, generalmente no es la medida por la cual se estima ese valor. Con frecuencia es difícil averiguar la relación proporcional que existe entre cantidades diferentes de trabajo.

El tiempo que se gasta en dos diferentes clases de tarea no siempre determina de una manera exclusiva esa proporción. Han de tomarse en cuenta los grados diversos de fatiga y de ingenio. Una hora de trabajo penoso contiene a veces más esfuerzo que dos horas de una labor fácil.

La mayor parte de las gentes entienden mejor que quiere decir una cantidad de una mercancía determinada, que una cantidad de trabajo. Aquella es un objeto tangible y esta una noción abstracta, que aun siendo bastante inteligible, no es tan natural y obvia.

El trabajo, al no cambiar nunca de valor, es el único y definitivo patrón efectivo, por el cual se comparan y estiman los valores de todos los bienes, cualesquiera que sean las circunstancias de lugar y de tiempo. El trabajo es su precio real, y la moneda es, únicamente, el precio nominal.

De acuerdo con esa acepción vulgar puede decirse que el trabajo, como los otros bienes, tiene un precio real y otro nominal. El precio real diríamos que consiste en la cantidad de cosas necesarias y convenientes que mediante el se consiguen, y el nominal, la cantidad de dinero. El trabajador es rico o pobre, se halla bien o mal remunerado, en proporción al precio real del trabajo que ejecuta, pero no al nominal.

Capítulo VI: Sobre los elementos componentes del precio de las mercancías

Mas tan pronto como el capital se acumula en poder de personas determinadas, algunas de ellas procuran regularmente emplearlo en dar trabajo a gentes laboriosas, suministrándoles materiales y alimentos, para sacar un provecho de la venta de su producto o del valor que el trabajo incorpora a los materiales. Al cambiar un producto acabado, bien sea por dinero, bien por trabajo, o por otras mercaderías, además de lo que sea suficiente para pagar el valor de los materiales y los salarios de los obreros, es necesario que se de algo

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