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Libro Principios básicos Para Hablar Eficazmente

0112926 de Octubre de 2014

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PRIMERA PARTE

Principios básicos para hablar eficazmente

En cada arte existen pocos principios y numerosas

técnicas.

En los capítulos que constituyen la primera parte de este libro, exponemos los principios básicos y las actitudes necesarias para dar vida a dichos principios. Como.personas adultas, nos interesa un camino corto y sencillo para hablar con eficiencia. El único modo de que podamos alcanzar resultados rápidamente consiste en tener la actitud correcla para alcanzar nuestro objetivo y una firme base de principios para edificar sobre ellos.

La satisfacción personal, comercial o social depende sobremanera de la capacidad que tiene una persona de comunicar claramente a los demás lo que siente, lo que desea y lo que cree. Y ahora, como nunca sucedió antes, en una atmósfera de tensiones, temores e inseguridad

universal, necesitamos que permanezcan abiertas las víasde comunicación entre la gente. Espero que este libro sea de utilidad en todos estos sentidos, tanto para aquellos que simplemente desean actuar con mayor facilidad y confianza en sí mismos en sus propósitos prácticos. como para aquellos que desean expresarse de modo más completo como individuos que buscan una realización personal más profunda.

DOROTHY CARNEGIE

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LA ADQUISICIÓN DE LOS CONOCIMIENTOS BÁSICOS Comencé a enseñar a hablar en público en 1912, el mismo año en que el Titanic se hundió en las heladas aguas del Atlántico Norte. Desde entonces se graduaron en estos cursos más de setecientas mil personas. En la entrevista que precede a la primera clase del Curso Dale Carnegie", los alumnos tienen oportunidad de explicar por qué intentan matricularse en el curso y qué beneficios esperan obtener. Naturalmente, los términos varían, pero es sorprendente advertir, en la mayoría de los casos, la coincidencia en el deseo fundamental: •Cuando me invitan a hablar ante un grupo de personas, me siento tan cohibido y asustado que no puedo pensar claramente, ni concentrarme, ni recordar lo que pensaba decir. Quiero ganar aplomo y confianza en mí mismo. Quiero lograr que mis pensamientos fluyan en un orden lógico y ser capaz de hablar clara y convincentemente ante un grupo social o comercial" . ¿No le resulta esto familiar? ¿No experimentó los mismos sentimientos de inferioridad? ¿No hubiera dado una fortuna por hallarse en condiciones de hablar en público de un modo convincente y persuasivo? Yo estoy seguro de ello. El hecho de que haya comenzado la lectura de este libro demuestra su interés en adquirir la facultad de hablar clara y eficientemente. Sé lo que usted va a decirme, lo que usted me diría si

pudiera conversar conmigo: "Pero señor Carnegie ¿cree usted que yo puedo lograr el valor necesario para enfrentarme a un grupo de personas y hablarles en forma coherente y fluida?"

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He dedica do casi toda mi vida a la tarea de ayudar a la gente a librarse de sus temores, a conquistar coraje y aplomo. Podría llenar varios volúmenes con los relatos de los milagros que ocurrieron en mis clases; no se trata, por lo tanto, de un pensam iento mío. Yo sé positivamente que usted puede lograr su objetivo si sigue las norma s e indicaciones que encont rará en este libro. ¿Es acaso razonable creer que usted, de pie y ante un auditorio, no puede pensar tan bien como lo hace sentado? ¿Hay alguna razón para que sienta un vacío en el estómago, una sensación de escalofrío, cada vez que debe dirigirse a un grupo de person as? Segura mente usted se da cuenta de que esta situación puede resolverse, de que el adiestramiento y la práctica le harán perder el miedo al auditorio y le darán confianza en sí mismo. Este libro lo ayudar á a lograr su objetivo. No es un libro de texto común. No está lleno de reglas sobre el mecanismo de la oratoria. No versa sobre aspectos fisiológicos de la articulación de las palabras, sino que es el resultado de toda una vidadedicada a capacitar adultos con el objeto de que pueda n hablar eficientemente. El métod o no le exige conocimientos especiales; usted puede iniciarlo inmediatamente y abando narlo cuando haya logrado sus propósitos. Todo lo que usted debe hacer es cooperar seguir las indicaciones que se hallan en estas páginas: aplicarlas en cada situación que se presente y perseverar. Para que usted obteng a el máximo de provec ho de este libro y lo asimile con rapidez, le serán de suma utilidad estos cuatro consejos básicos:

PRIMERO: APROVECHE LA EXPERIENCIA AJENA

cas más amplias. Se abandonaron para siempre las voces estentóreas y el estilo grandilocuente. Lo que nos gusta oír en nuestros templos y reuniones, por nuestras radios y televisores, es un discurso claro y sin rodeos, con sentido común, conceb ido de acuerd o con la idea de que preferimos escuch ar a un orador que hable con nosotros y no a

uno que se dirija a nosotros.

A pesar de lo que pueda inducirnos a creer la lectura de mucho s libros de texto, la oratoria no es un arte oscuro y difícil que sólo puede ser domin ado a través de muchos anos dedica dos a perfeccionar la voz y luchar con los misterios de la retórica. He dedica do casi toda mi carrera en la ensena nza a demos trar que es fácil hablar en públi-

co, siempre que se sigan unas pocas pero importantes

normas. Cuand o comen cé a ensena r en la YMCA, calle 125 de Nueva York, en el ano 1912, no tenía sobre este tema más conocimientos que mis primeros alumnos. En esasprimeras clases ensena ba según los métod os aprendidos en mis anos de estudio en Warrensburg, Missouri. No obstan te, pronto descub rí que seguía un camino equivocado. Preten día ensena r a adultos que actuab an en el mundo de los negocios como si fueran jóvene s estudiantes. Comp rendí la inutilidad de presen tar como ejemplos dignos de imitación a Webster, Pill, Burke y O'Connell. Lo que quería n los integrantes de mi curso era lograr el coraje necesa rio para poners e de pie y hablar clara y cohere nteme nte en su próxima reunión de negocios. No tardé mucho tiempo, una vez compr endido esto, en arrojar los libros por la ventan a y conducir mi clase con ideas claras y sencillas; de esa maner a trabajé hasta que aquellos alumn os lograron su propósito. Este métod o resultó eficaz, pues ellos contin uaron asistiendo al curso con gran

interés.

No hay especie en la tierra menos difundida que la de los orador es natos. Aun más difícil hubiera sido hallarlos en lejanos períodos históricos, cuand o la oratoria era un arte refinado que exigía una estricta observancia de las leyes retóricas y las sutilezas del lenguaje. Ahora se considera a la oratoria como una conversación de característi-

Me gustar ía que usted pudier a exami nar el archivo donde guardo las cartas que sirven de testim onio a mis de mis repres entant es en casi todo el mundo . Provie nen de grande s industriales, cuyos nombr es aparec en frecuente mente en la secció n económ ica de The New York

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afirmaciones;se encuen tran en mi casa y en las oficinas

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TImes y en The Wall Street Jaurnal, de gobernadores de estados y miembros de parlamentos, de directores de colegios y de celebridades del mundo del espectáculo. También hay miles de cartas de amas de casa, sacerdotes, maestros, jóvenes cuyos nombres no son muy conocidos aún, incluso en sus propias comunidades, cartas

de ejecutivos, trabajadores calificados o no calificados, dirigentes gremiales, estudiantes y mujeres de negocios. Todas estas personas sintieron la necesidad de adquirir confianza en sí mismas y habilidad para expresarse en público. Se sintieron tan agradecidas por haber logrado sus propósitos que se tomaron la molestia de enviarme cartas elogiosas. De entre los miles de personas a quienes enseñé, un caso acude ahora a mi memoria por la impresión que me causó en su tiempo. Hace ya algunos años, poco después de ingresar en mi curso, D. W. Ghenl, un exitoso hombre de negocios de Filadelfia, me invitó a almorzar. Una vez sentados a la mesa, se inclinó hacia mí y me dijo: "Señor Carnegie, desde hace mucho tiempo he estado eludiendo ~da oportunidad de hablar en reuniones y han sido muchas. Pero ahora soy presidente de un directorio y debo presidir las reuniones. ¿Cree usted posible que yo pueda aprender a hablar a esta altura de mi vida?" Basándome en mi experiencia con personas cuya situación era similar y que habían asistido a mis clases le aseguré que no me cabía ninguna duda al respecto. ' Alrededor de tres añosdespués nos encontramos nuevamente en el Manufacturers's Club. Almonamos en el mismo salón y nos sentamos a la misma mesa que habíamos ocupado en nuestro primer encuentro. Recordándole nuestra conversación anterior, le pregunté si mi predicción había sido acertada. El señor Ghent sonrió, sacó una pequeña libreta de tapas rojas de su bolsillo y me enseñó una lista de discursos que debía pronunciar en los meses próximos. "La habilidad para dar estas charlas -nvincente y desper tara el interés del público. cCual fue el resultado, el inevitable resultado? El señor Jackso n no había meditado, no había asimilado lo que estaba tratand o de decir. "Tratando de decir",

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aquí está todo claram ente expresado. Estaba tratando. No había en su interior ningún verdad ero mensaje que estuviera pugna ndo por manifestarse; y el conjun to de sus adema nes, su tono de voz, lo descubrían inequívocamente. ¿Cómo podría espera r que el auditorio experi mentar a una impresión mayor de la que él mismo

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