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Los textos de carácter


Enviado por   •  24 de Septiembre de 2014  •  Síntesis  •  546 Palabras (3 Páginas)  •  244 Visitas

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Los textos de carácter onírico exponen una nueva forma de ver la realidad, y de representar algo cotidiano o real. Corresponde al sueño y en varios casos predomina el monólogo interior. El autor representa sus sueños a través de la escritura donde el hombre con sus problemas existenciales, soledad, la angustia, la incomunicación, trata de entender mejor la verdad de su existencia, la realidad y la irrealidad, etcétera, mientras que el personaje principal sufre transformaciones durante la historia.

Aunque el origen de "onírico" sea el griego ὄνειρος (ensueño), este tipo de mundo incluye además los estados febriles, de locura y de desequilibrio emocional, como sucede en libros como La Última Niebla, La Noche Boca Arriba y Ojos de Perro Azul.

Sin un grito, me pongo de pie y corro. Tomo la primera calle a la derecha, doblo una esquina y diviso los dos árboles de gruesas ramas convulsas, la oscura pátina de una alta fachada.

Estoy frente a la casa de mi amante. Las persianas continúan cerradas. El no llegará sino al anochecer. Pero yo quiero saborear el placer de saberme ante su casa. Contemplo, gozosa, el jardín abandonado. Me aprieto a las frías rejas para sentirlas muy sólidas contra mi carne. ¡No fue un sueño, no! Sacudo la verja y ésta se abre, rechinando. Noto que no la aseguran ya sus viejas cadenas. Me invade una repentina inquietud. Subo corriendo la escalinata, me paro frente a la mampara y oprimo un botón oxidado. Un sonido de timbre lejano responde a mi gesto. Transcurren varios minutos. Resuelta ya a marcharme, espero un segundo más, no sé por qué. Me acomete una especie de vértigo. La puerta se ha abierto. Un criado me invita a pasar, con la mirada. Aturdida, doy un paso hacia adentro. Me encuentro en un hall donde una inmensa galena de cristales abre sobre un patio florido. Aunque la luz no es cruda, entorno los ojos, penosamente deslumbrada. ¿No esperaba acaso sumirme en la penumbra? —Avisaré a la señora —insinúa el criado y se aleja. ¿La señora? ¿Qué señora? Paseo una mirada a mi alrededor. ¿Y esta casa, qué tiene que ver con la de mis sueños? Hay muebles de mal gusto, telas chillonas, y en un rincón cuelga, de una percha, una jaula con dos canarios. En las paredes, retratos de gente convencional. Ni un solo retrato en cuya imagen pueda identificar a mi desconocido. Un gemido lejano desgarra el silencio, un gemido tranquilo, un gemido prolongado que parece venir del piso superior. Me inunda una súbita dulzura. Para orientarme, cierro los ojos y, como en aquella lejana noche de amor, subo, a tientas, una escalera que noto ahora alfombrada. Ando a lo largo de estrechos corredores, voy hacia el gemido que me llama siempre. Lo siento cada vez más cerca. Empujo una última puerta y miro. ¿Dónde la suavidad del gran lecho y la melancolía de las viejas cretonas? Las paredes están tapizadas de libros y de mapas. Bajo una lámpara,

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