MAcroeconomia

“No estan todos los que son ni son todos los que estan”. Aquí se da cuenta de los principales exponentes de los paradigmas económicos, que, parafraseando a Thomas Kuhn, han causado revoluciones científicas en la economía.

A. De implicación macroeconómica.

1. Adam Smith.

“Padre de la economía”. Cuando cumplió los catorce años ingresó a la Universidad de Glasgow, Escocia, Se recibió a los 23 años concentrándose en la filosofía moral. En 1748 comenzó a dar una serie de conferencias en Edimburgo. En 1751 fue profesor de lógica en la Universidad de Glasgow, clase que después cambió por el curso de filosofía moral. Tuvo un desempeño magnífico y se convirtió en decano de la universidad.

La época de Smith era proclive a la retroalimentación intelectual entre académicos y comerciantes; su perspectiva sobre el comercio hizo que hiciera su obra magna: La riqueza de las naciones. Sin embargo, abrevó antes en la relación entre moral y economía. Su primer libro, Teoría de los sentimientos morales fue publicada en 1759, y es un tratado sobre los condicionamientos de la naturaleza humana que orientan el comportamiento social del hombre; en esa obra se habla por primera vez de la “mano invisible”, como dispositivo orientador de la acción de los hombres por medio del egoísmo y que paradójicamente favorecía el bienestar social.

En 1764 se convirtió en el preceptor del duque de Buccleuch y partió a Francia. Más tarde viajó con su pupilo a Ginebra dónde conoció a Voltaire. De regreso a Paris y por mediación de David Hume, conoció al economista François Quesnay, médico y creador de la fisiocracia, postura que atribuía a la tierra la fuente de riqueza material. Quesnay eran proclives al laissez faire, laissez passer, “dejar hacer, dejar pasar” (las mercancías); posición dispuesta al librecambismo.

En 1776 publicó su máxima obra: Investigación sobre la naturaleza y causa de la riqueza de las naciones. El libro más conocido llanamente como “La riqueza de las naciones”, es una obra amplia; recoge elementos fragmentarios y anecdóticos de posiciones que no siempre tuvieron la posibilidad de madurarse en contextos diferentes al francés e inglés. Su mérito está en la pretensión de sistematizar temas como la naturaleza del sistema económico, la fuente del valor económico y el sistema de precios y salarios en una economía. Es una obra de economía política; una reflexión general, un estudio sobre las relaciones entre poder público y el mecanismo concurrencial del mercado.

En ella Smith se presenta como un liberal convencido, se inclina hacia el mecanismo “espontaneo” del egoísmo humano como regulador de las relaciones sociales. Es innecesario que el gobierno intervenga, el interés egoísta permite la búsqueda del propio beneficio. En su célebre ejemplo, Smith nos hace pensar que el panadero y el cervecero y el carnicero nos benefician más a todos tratando de beneficiarse privadamente: “Dame lo que necesito y tendrás lo que deseas”, es el sentido de cualquier clase de oferta, y así obtenemos de los demás la mayor parte de los servicios que necesitamos. Es la consideración de su propio interés la que nos procura el alimento. “No invocamos los sentimientos humanitarios sino su egoísmo; ni les hablamos de nuestras necesidades, sino de sus ventajas”.

Smith desconfía de aquellos que buscan “hacer por los otros lo que no hacen por sí mismos”. Si el panadero, cervecero o el carnicero ofrecen buenos productos a mejores precios que sus rivales en el mercado, se benefician del favorecimiento de la clientela, y a la vez la benefician a ella con mejore condiciones en precio y calidad, (“mano invisible”).

Sentó bases de la teoría del valor-trabajo, al considerar que es el trabajo humano la fuente de valor económico. Fue el primero en advertir las ventajas de la revolución industrial; la división del trabajo permite incrementar la rentabilidad del trabajo. Es mejor que cada parte de un alfiler sea producto de una especialización, a diferencia que si el cada alfiler fuese producido íntegramente por uno sólo. La división del trabajo permite una mejor producción de valor económico en la sociedad.

La riqueza de las naciones, motivó a Smith a tener una vida más reposada. El 17 de julio de 1790 murió a los 77 años, dejando como legado las bases de la ciencia económica.

2. Jean Baptiste Say.

Economista francés, nacido en Lyon en 1767. Empresario dedicado al estudio y enseñanza de la economía política, divulgador de las ideas liberales propias de la escuela clásica. Apegado a la obra de Smith. Publicó su Tratado de economía política en 1803, con el objetivo de difundir la economía política.

La “Ley de Say” consiste en que “toda oferta crea su propia demanda”; bajo la idea de que en la producción de la mercancía se generan los ingresos suficientes para absorber en forma de demanda dicha producción. La producción de automóviles, los trabajadores que llevan a cavo dicho proceso reciben salarios que, en determinado momento, en conjunción con las ganancias del empresario, serían suficientes para comprar la producción lanzada al mercado. La oferta debe ser igual a la demanda. Enlazó esta figura como factor determinante de la producción capitalista; el empresario funge como el sujeto responsable de las actividades productivas, a diferencia del capitalista que simplemente aporta el capital. Después es retomada por Joseph Schumpeter.

3. David Ricardo.

Nació en Londres, en 1772. Corredor de bolsa, retirado a las 40 años con una gran fortuna. Dedicado a los negocios, interesado por la economía. La riqueza de las naciones, le inspiró a escribir sobre aspectos monetarios, enfatizando en argumentos cuantitativos bajo la idea de que la cantidad de dinero formaba la inflación. Con el apoyo de James Mill, en 1817 escribió Principios de economía política y tributación; organiza el pensamiento económico clásico, se caracteriza por su abstracción, sistematizando lo concreto hasta alcanzar el modelo teórico que da cuenta al funcionamiento esencial del sistema económico.

Se inclinó proclive al beneficio de los capitalistas, enfatizando la necesidad de que se acrecentará la producción industrial a partir de la libre empresa y el estímulo del beneficio privado. Ahí se pronunció por la “Ley de hierro de los salarios”, consiste en la idea de que no debían elevarse por el nivel mínimo de subsistencia para la clase trabajadora, a fin de garantizar que esta clase no se sobredimensionara y amenazara así los rendimientos al capital y

...