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MERCURIAL ECLESIÁSTICA


Enviado por   •  13 de Marzo de 2013  •  6.402 Palabras (26 Páginas)  •  14.816 Visitas

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MERCURIAL ECLESIÁSTICA

Obra escrita en París en 1884, con la cual Juan Montalvo responde al Arzobispo de Quito Ignacio Ordoñez; por haber censurado y prohibido la lectura de los SIETE TRATADOS. Con venganza y odio político, el Arzobispo Ordoñez considerándose ofendido él y el Clero, toma tal decisión autoritaria, quizá por defender oscuros intereses clericales a los cuales el Caballero de la pluma con pensamiento y alma nacidos para la batalla literaria, disciplinó con sus escritos de fuego, los oscuros sentimientos del clero. Con elegancia y pulcritud Montalvo desencadena despiadadamente tanto la vida como la Pastoral de José Ignacio Ordoñez.

El Obispo a través de una Pastoral marca a Montalvo como hereje, impío de los dogmas de la fe católica, motivos suficientes para reñir su obra despectivamente. Entonces, sí, el cuestionador sentirá el peso del incomparable crítico en la Mercurial Eclesiástica.

La época del ilustre escritor ambateño se ve marcada, por una hegemonía clerical que manejaba al país como si se tratara de su propia hacienda. El poder Legislativo se encontraba a manos de la aristocracia clerical, imponía leyes como la pena de muerte, efectuaban el destierro, la persecución; es decir creaban un ambiente de malestar social, siempre apoyados por la dictadura de turno.

El poder económico se concentraba en manos de la Iglesia, poseían joyas, eran dueños de los latifundios, cobraban los famosos diezmos, los cuales eren autorizados por la Constitución.

Bajo estas premisas y rodeados de un ambiente en donde el fanatismo religioso reinaba, los pocos hombres de pensamiento liberal de aquellos tiempos; juntaban su hombro para neutralizar la intervención de los religiosos en las cuestiones del Estado, razones por las cuales se entablan un sin número de querellas políticas encarnizadas.

Esta situación predominante de la clerecía en el Ecuador, usurpando poderíos que no le competían ejercer, otras funciones que no sean las que deben cumplir; hizo que Montalvo que coexistió esta experiencia creyera incorrecta tal situación. Por un lado los gobernantes de la Iglesia, aristócratas, conservadores y teocráticos. Por otro lado el Cervantes de América Libre Pensador, demócrata, verdadero cristiano; la paradoja estaba bien definida.

La obra inicia con una crítica a José Ignacio Ordoñez, Arzobispo de Quito quien censura sin sentido ni gloria sus SIETE TRATADOS, tachándola de inmoral, herética y blasfemia. Pero a Juan esto no le importa; pues grandes hombres de la sociedad mundial de aquel tiempo sostienen que: el libro es pura moral y profunda filosofía.

Menciona Montalvo que él es un hombre sencillo, y que por el mismo hecho no menciona los calificativos benevolentes que le otorgan aquellos sabios en Literatura; los cuales rondan es su cabeza cual música arrulladora y lisonjera. Cantú, hombre influyente, justo y sabio en aquel tiempo mira en Montalvo rectitud moral y elevación. Luego falta a la moralidad quien dice no haber visto sino perversidades y mentiras.

El uno juzga como filósofo, el otro como necio, y ejecuta como verdugo, es necesario mencionar aquella máxima de Solón: “hombre sin buenas costumbres no puede gobernar”, Montalvo agrega: “clérigo de malas costumbres no puede predicar, las excepciones que hago con ciertos sacerdotes de virtud, les hará entender que no soy enemigo ciego del clero. Lo que pido es clero ilustra, recto y virtuoso, útil; no ignorante, torcido, perjudicial”.

Cuando pensamos en El Hombre Cuerdo, debemos tener muy en claro que: Cordura, es prudencia, es benignidad, es mansedumbre. El hombre cuerdo se salva cada día y salva a sus semejantes; el precipitado, violento y furioso, se pierde y sacrifica a los que tiene la desgracia de seguirle.

Al momento en el preclaro escrito ambateño, utiliza el Principio de Bufón no lo hace sino como una metáfora de comparación, pues menciona que lamentablemente el pueblo de la época, poco ilustrado y nulo conocedor de los asuntos humanos; se deja dominar por el Poder que ejerce la religión, y sobre todo por aquellos actos ilícitos, como aquel derramamiento de sangra que provocó Ignacio Ordoñez.

Llegamos a la hora de El asesinato del cirujano de los Académicos, es aquí cuando don Juan Montalvo sin temor alguno afirma que: La Revolución Francesa fue obra de los clérigos, mucho hacen estos, mucho dicen; y como conclusión nosotros decimos que cuando, el mismo pueblo dominado y oprimido por el poder eclesiástico, abre los ojos sin piedad y es incontrolable su furia y perversidad. Y es allí cuando el Cosmopolita alega que después de muchos años un escritor de su clase dirá: Montalvo salió desterrado por hereje y murió a manos del Arzobispo de Quito.

Cuando se dirige a las Ruinas de Itálica se encuentra con un hombre, el mismo que le servirá de guía en el recorrido; pero ¡oh sorpresa! Aquel ciudadano en el pasado fue Fraile de una congregación; entonces el Cervantes de América hace lo posible por desligarse del personaje, y emprende su camino solo hacia las ruinas. Mientras continua con su ruta hace un llamado de atención a los dueños de la Iglesia; les aconseja. Ser sabios, ser cuerdos, pues solo de esta manera su imagen será la correcta y la gente los venerará y no atentará en contra de ellos.

Los Modelos Pastorales, no son otra cosa que prototipos de virtud, los cuales debe poseer un sacerdote; señala a dos grandes de la Iglesia: Dupanloup, cortesía de hombre, que gracia de literato, elocuencia de sacerdote. Gilbert Obispo de París, hombre comedido, escritor remirado y Obispo cuerdo.

Hace alusión a Ignacio Ordoñez cuando dice que la caridad ha de ser modesta y callada, no modesta y brutal; cuando asegura que mil veces es mejor ser llamado SEÑOR, DON, CABALLERO, y no por un título académico o eclesiástico que lo único que hace es corromper a la persona.

Expone que él jamás ha ofendido a los clérigos, no ha hecho otra cosa sino ponerlos en su lugar; pues son lobos que acometen, ahuyentan y dispersan a la gente, especialmente a mí dice. Asegurando que no es necesario ir a una Iglesia para estar en la presencia de Dios, ni tampoco cumplir los actos religiosos por un mero compromiso con la sociedad; sino hacerlo en cualquier lugar en cualquier momento, y con el convencimiento firme de sentido, fe y convicción.

El Río de Sangre, los Albigenses, los Templarios, los Hugonotes. Es hacer memoria y mencionar a aquellos personajes y sectas que derramaron sangre por no cumplir los mandatos del Catolicismo; es mirar hacia atrás y ver como: razas enteras exterminadas, pueblos enteros echados al mar o al desierto. Y se pregunta: esta es la mansedumbre, ¿Esta es la misericordia

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