ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Mensaje a García, reflexión


Enviado por   •  26 de Junio de 2022  •  Informes  •  1.896 Palabras (8 Páginas)  •  323 Visitas

Página 1 de 8

UN MENSAJE A GARCIA.

Entre los acontecimientos ocurridos durante la guerra de Cuba, hay uno que destaca sobre todos los demás y el nombre del individuo que lo ejecutó brilla como el planeta Marte cuando está en su perihelio.

        Al estallar la guerra entre E.U. y España, fue necesario establecer comunicación con toda rapidez, con el jefe de los revolucionarios de Cuba. Este jefe, el general García, se hallaba en las regiones montañosas de la isla y en lugares a los que ni correo ni telégrafo llegaban, pero nadie sabía exactamente dónde.

        Sin embargo, el Presidente de los E.U., el señor Mackinley, deseaba obtener la colaboración del expresado jefe sin pérdida de tiempo. ¿Qué debería hacerse? Alguien aconsejó al presidente, diciendo: “Conozco a un tal Rowan que, si es posible, encontrará a García.”

        Buscaron a Rowan y se le entregó una carta para García, Rowan la guardó en una bolsita de hule y la ató sobre su corazón.

        Después de cuatro días de navegación en un bote pequeño, tipo canoa, desembarcó en la costa de Cuba. Enseguida se internó en la selva y tres semanas más tarde, apareció en la otra costa de la isla, había atravesado a pie un país hostil con el fin de cumplir su misión de entregar a García el mensaje del que era portador.

        No es el objeto de este artículo narrar detalladamente el episodio que he descrito a grandes rasgos, lo que quiero hacer constar es que Mackinley entregó a Rowan una carta para que la llevara a García, y que Rowan la tomó sin preguntar: “¿Dónde está García? He aquí un verdadero hombre, cuya memoria debe ser inmortalizada, así como colocar su estatua en todos los colegios del país. Lo que necesita la juventud, no es sólo estudiar libros e instruirse respecto a tal o cual cosa, sino también la inculcación del amor al deber, y de la fidelidad a la confianza que en ella se deposita, para actuar con rapidez; por otro lado, se requiere concentrar todas sus energías, para hacer bien lo que se tiene que emprender: Llevar un mensaje a García.      

        Ahora el general García ha muerto, pero hay muchos Garcías, a quienes a cada momento  existe una imperiosa necesidad de llevar el mensaje.

        Todos los que se han esforzado a llevar a buen término una empresa determinada, en la que se necesita el concurso de muchos, han debido comprobar, llenos de consternación, la necesidad de los hombres que constituyen el término medio de la humanidad: su incapacidad o mala voluntad para concentrar su energía sobre una cosa y hacerla.

        Generalmente los auxiliares hacen su trabajo con poco entusiasmo, incluso es frecuente encontrar en ellos negligencia, imprudencia, atolondramiento e indiferencia desmedida.

        Nadie obtiene éxito si, por las buenas o por las malas, o con amenazas, no incita u obliga a otros hombres a prestarle su ayuda, salvo el caso de que Dios en su misericordia, haga un milagro y le envíe un ángel de luz como ayudante.

        Haga la prueba: en su oficina tienen seis empleados al alcance de su voz; llame a cualquiera de ellos y dígale:

“Tenga usted la bondad de buscar datos en la enciclopedia y haga un resumen de la vida del Correggio.”

        El empleado responderá: “Si señor” Pero ¿hará él lo que usted le ha encargado? … ¡Nunca! Como un tonto su ayudante lo mirará a usted y formulará una o varias de las siguientes preguntas:

  • ¿Quién era?
  • ¿Qué enciclopedia?
  • ¿Dónde está la enciclopedia?
  • ¿Fui acaso contratado para esta clase de trabajo?
  • ¿No se refiere usted a Bismarck?
  • ¿No le parece a usted bien que lo haga Carlos?
  • ¿Ha muerto?
  • ¿Hay prisa? ¿No puedo darlo mañana o el lunes?
  • ¿Quiere que le traiga el librero para que lo busque usted mismo?
  • ¿Para qué quiere saberlo?

        Apuesto diez contra uno, que después de contestarle y explicarle cómo debe encontrar los datos y para que los necesita, irá su ayudante a pedir a otro empleado que coopere en la búsqueda de Correggio, y que por fin, volverá diciendo: “No existe tal individuo.”

        Pudiera ser que perdiera mi apuesta, aunque según el cálculo de probabilidades no debe ser así.

        Si usted es prudente, no se tomará la molestia de explicar a su ayudante que lo relativo a Correggio se encuentra en el índice en la letra C y no en la K; sonreirá afablemente y contestará: “No importa, déjelo, lo buscaré yo mismo.”

        Y es curioso, elementos de esa clase, suspiran por el advenimiento del socialismo, sin comprender que esa incapacidad para obrar independientemente, esa ceguera moral, falta de carácter y mala gana para realizar con ánimo un esfuerzo cualquiera, alejan aquel sistema a un futuro muy distante. Si el hombre no trabaja cuando el resultado de sus esfuerzos redunda sólo en beneficio propio, ¿qué hará cuando tal beneficio deba repartirse entre todos los demás hombres?

        Parece que la presencia de un contramaestre, garrote en mano, fuese necesaria; y que el temor de que el sábado por la noche los despidan, es lo que mantiene en sus puestos a muchos trabajadores.

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (10.1 Kb)   pdf (83.1 Kb)   docx (13.7 Kb)  
Leer 7 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com