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Ovidio- El Arte de Amar


Enviado por   •  26 de Septiembre de 2015  •  Ensayos  •  6.124 Palabras (25 Páginas)  •  295 Visitas

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1.         INTRODUCCIÓN

En el presente trabajo nos proponemos ahondar en el mundo de Ovidio y en su Arte de Amar; conocer más de cerca a un autor tan importante dentro de la literatura universal (y hasta ahora, para quien habla, poco conocido) y profundizar en un clásico tan polémico como lo es el Ars Amandi.

Para ello se procedió a la lectura de la obra y de bibliografía complementaria (que profundiza en la vida del autor, en el contexto romano de la época y en toda su producción literaria, incluida la obra que nos compete).

Si hablamos del por qué de la elección, debemos decir que Ovidio representa, como dijimos anteriormente, un “mundo nuevo”, aún sin explorar para quien escribe y si bien es mucha la fascinación por el mundo griego, la idea fue innovar un poco en ese sentido, incursionando en un representante fundamental de la literatura latina y en una de sus obras principales.

Si se logra el objetivo de esta  investigación a nivel académico no lo sabemos, lo que sí podemos afirmar es que hay de esta parte una gran satisfacción por haber explorado un universo nuevo a nivel literario y lograr una composición propia que a su vez mezcla las voces de varios autores que investigan y escriben acerca de “nuestro” gran autor, Ovidio.

2.         BIOGRAFÍA

Publio Ovidio Nasón nació el 20 de marzo del año 43 a.C. en la ciudad italiana de Sulmona. Segundo hijo de una familia de caballeros, tenía un hermano mayor, de tan solo un año de diferencia, al que era muy apegado.

Debemos mencionar que el año de su nacimiento ha sido doblemente importante para la historia de Roma porque además fue el año en que murieron los dos cónsules Pansa e Hirtio en el asedio de Módena y en ese mismo año fue asesinado Cicerón.

Su padre envió a Roma a ambos hijos para estudiar retórica, teniendo el poeta y su hermano como maestros a los célebres rétores Porcio Latrón y Arelio Fusco. Pero Ovidio no se interesó por la retórica sino que ya desde temprano manifestó su vocación por la poesía. Se dice al respecto que el padre estaba preocupado con esta vocación de su  hijo menor y que trató de disuadirlo, pero Ovidio, si bien no quería decepcionar a su padre, ya estaba convencido y enamorado de la poesía y no había caso: todo lo que escribía le salía en verso.

Junto a un amigo poeta viajó a Grecia a estudiar y permaneció allí un tiempo considerable para después retornar a Roma. Entre los dieciséis y los dieciocho años ya daba recitales de sus versos, es por ello que se dice que Ovidio fue un escritor precoz.

Luego vino un duro golpe como la muerte de su hermano y junto con ella sus vanos intentos por dedicarse a la política (tratando así de agradar a su padre), pero la vocación era más fuerte: no duró mucho en estos menesteres y renunció a ello para dedicarse, ahora sí y por completo, a la poesía.

No debemos obviar el tema de sus amistades, ya que muchos nombres importantes de la época integraron su círculo de amigos, a saber: formó parte del círculo de Valerio Mesala, quien ofició de guía a nuestro poeta; cultivó amistad con Macro, quien fue su compañero en el viaje de estudios que antes mencionábamos; fue amigo también de Propercio, Póntico y Baso; respecto a Horacio, apenas lo conoció y lo escuchó recitar sus obras; a Virgilio solo lo conoció de vista; con Tibulo no pudo profundizar en la relación, ya que este murió cuando recién iniciaban una amistad.

         En su vida amorosa destacan tres mujeres a las que desposó: con la primera se casó muy joven y enseguida se divorció; su segundo matrimonio tampoco duró demasiado, sin embargo le dio una hija; su tercer matrimonio fue el definitivo y el más feliz: su nombre era Fabia y era una joven viuda que traía una hija de su matrimonio anterior. Respecto a esta esposa, se dice que buena parte de su relación con ella fue epistolar, debido al destierro, del que hablaremos a continuación.

Ovidio tenía cincuenta y un años (se encontraba en uno de los momentos más dichosos de su vida) y estaba de viaje en la isla de Elba cuando recibió la terrible noticia de su destierro: por orden de Augusto debía abandonar Roma y sería relegado a la ciudad de Tomis, a orillas del Mar Negro. Su destierro, si bien no incluía pérdida de bienes  ni de ciudadanía, resultaba devastador para el poeta…pero, ¿por qué?, ¿cuál fue el motivo? Pues al parecer fueron dos: una de sus obras poéticas  y un error que cometió. Respecto al primero motivo nos referimos a su Ars Amandi  (o Arte de amar, obra que fue, al igual que sus otros libros, retirada de las bibliotecas públicas) y que se creía burlaba las normas impuestas por Augusto. Dato no menor y que resulta extraño en este sentido, es que la obra hacía ocho años que llevaba circulando. Respecto al segundo motivo, el supuesto “error” cometido por Ovidio, son  muchas las hipótesis que se manejan, a saber: que habría conspirado contra el príncipe; que habría cometido adulterio con Julia, la hija de Augusto; que habría sido testigo de algún desliz de Julia o sido cómplice de este; que habría descubierto un secreto de Augusto; que habría contemplado a Livia desnuda mientras se bañaba, etc. Son tantas las hipótesis planteadas y tan disparatadas que el segundo motivo sigue siendo un misterio y el poeta no quiso hacer declaraciones sobre el tema, por el contrario, dijo  al respecto: “…sobre la culpabilidad del segundo de estos delitos es mejor que calle […] Queda el otro delito por el que se me acusa de haberme convertido con mi obsceno poema: maestro del impúdico adulterio”.

Ovidio defendió su inocencia hasta el cansancio y demostró su valentía y osadía cuando expresó: “yo no tuve miedo, lo confieso, de que allí por donde pasaron tantas embarcaciones únicamente la mía naufragara, mientras todas las demás quedaban a salvo”.

Podemos afirmar que hubo un antes y un después del destierro en cuanto al carácter del poeta y por ende, se produjo un giro en cuanto al estilo de su composición. Anteriormente al exilio Ovidio se caracterizaba por su “talante risueño y alegre”, según plantea Vicente Cristóbal (10); eso se reflejaba en sus obras  plagadas de humor e ironía. Pero este carácter “cambió radicalmente” y su producción literaria de allí en más pasó a estar teñida “por la tristeza y la nostalgia de Roma”. Sus obras de ese período, las Tristes y las Pónticas, se vieron plagadas de quejas por parte del poeta, que al sentirse tan infeliz, lejos de su familia y de su querida Roma, vertió en sus composiciones toda su desdicha, tal vez porque vio en la poesía una forma de desahogo y de consuelo. La poesía fue en esta etapa de su vida su gran compañera y se aferró a ella de forma desesperada, como para sobrevivir a su propia tristeza.

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