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Resumen Columna De Hierro 3a Parte


Enviado por   •  9 de Febrero de 2014  •  12.517 Palabras (51 Páginas)  •  2.621 Visitas

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Una fascinante narración acerca del vida de Marco Tulio Cicerón, el abogado que consagro su vida a defender una nación en los momentos decisivos de su historia.

Con una prosa cargada de increíbles detalles, Taylor Caldwell, no lleva de la mano por la Roma antigua y decadente, un imperio que basó sus glorias en la destrucción de otras culturas.

Interesante narración de cómo nació el derecho que en muchos de sus principios aún nos rige en los países latinos; de la mano del que ha sido llamado el más grande abogado del mundo, nos describe su vida de rectitud y sabiduría.

Aunque en cualquier biblioteca hay al alcance de cualquiera libros sobre Cicerón, Marco Tulio etc. este libro nos presenta su lado más humano y menos perfecto.

Escritora magistral de la que es recomendable leer también El abogado del diablo, libro que nada tiene que ver con la versión de cine

UNIVERSIDAD PANAMERICANA Análisis del libro “La columna de hierro”. Dámaris Ataí Moreno Hernández.

EL LIBRO

La historia se centra en la vida de Marco Tulio Cicerón también conocido como Marco Tulio II. Conocido como el padre del derecho latinoamericano, nombrado por muchos como el más grande abogado de la historia. La historia se sitúa en los últimos días de la república, donde un amigo cercano de Cicerón, Ático, se refiere a él como “La columna de hierro”, como última base de la ya tambaleante estructura que era en aquel entonces la república. En el libro se menciona que Cicerón quien era ampliamente conocido por su vanidad, quedo encantado con aquella referencia.

El poder y la ley no son sinónimos. La verdad es que con frecuencia se encuentran en irreductible oposición. Hay la Ley de Dios, de la cual proceden todas las leyes equitativas de los hombres y a la cual deben éstos ajustarse si no quieren morir en la opresión, el caos y la desesperación. Divorciado de la Ley eterna e inmutable de Dios, establecida mucho antes de la fundición de los soles, el poder del hombre es perverso, no importa con qué nobles palabras sea empleado o los motivos aducidos cuando se imponga.

Los hombres de buena voluntad, atentos por tanto a la Ley dictada por Dios, se opondrán a los gobiernos regidos por los hombres y si desean sobrevivir como nación, destruirán al gobierno que intente administrar justicia según el capricho o el poder de jueces venales.

Cicerón

Infancia y juventud

La historia comienza en la juventud de Marco Tulio Cicerón II quien estaba enfermo de fiebre y quien al sentir un emplasto caliente y saber que lo que empleaba su médico era grasa de buitre, pregunto con fortaleza si Helvia su esposa lo autorizó y cuál era la cantidad empleada, que eran dos sestercios.No lo sabe dijo el médico. Marco Tulio sonrió al pensar en lo que diría. Ese dinero lo anotará en los gastos de la casa Hizo una notable mención de lo excelente que era tener en casa una esposa ahorrativa en esos tiempos. A su vez comento que tal cual se llevaban los gastos de la cocina, debía tenerse control sobre los médicos y las medicinas. Sin embargo la grasa no era propiedad de su doctor, si no se la había comprado a otro argumentando que Helvia hacía todo lo posible para no tener que lidiar con comerciantes. Su tos mejoro con la aplicación del ungüento.Durante el tiempo de la misma llego su padre haciéndole señalización del estado de salud en que se encontraba en cuanto llego la madrona informándoles de la inminencia del nacimiento de su hijo. Nació pues un 3 de enero del año 648 con el mismo nombre que su padre y abuelo, era varón.Es en este momento que la historia deja de centrarse en el padre y comienza a titularse o situarse en Marco Tulio Cicerón III es decir el nieto. Quien comenzó a emplear el nombre Marco Tulio Cicerón dejando únicamente al padre con el nombre de Tulio, provocando el enojo del abuelo al dudar si él se quedaría sin nombre. Era sin duda que Helvia su madre, era quien en la casa llevaba el bastón de mando. Tulio se encontraba orgulloso de su primogénito, deseaba besarle no obstante los romanos no debían besar a los niños, mucho menos a los varones, jugaba con él y buscaba que fuese un hombre de bien educándolo desde niño a ser un hombre. Nacería después el hermano de Marco Tulio quien por nombre llevaría Quinto Cicerón quien era totalmente diferente a su hermano en cuerpo y modales. Su abuelo era el más orgulloso de él, no obstante el menor de los hermanos sentía fascinación por su antecesor a quien imitaba y seguía a todas partes. Arquias sería el maestro de Marco, quien notaba como la educación de su padre había influido notablemente en el pequeño. Educándole pues con la compañía de Eunice quien era su esclava y quien fungiese como compañera de juegos de Marco. Durante su enseñanza fue instruido en la gnosis y la aptitud de todos los humanos de creer en Dios no importando el nombre que se le diera. Poco después habrían de volver a Roma, la que era ciudad de sus padres. En roma fueron educados cual ciudadanos, siendo parte de las altas escuelas, junto a los Cesares que no eran del agrado de Tulio. Sacando a relucir la joven etapa de quien fuese el gran abogado.

El abogado

Proexisti me dues, a conventu malignantium Alleluia; a multitudine operantium iniquitatem

Durante esta etapa de su vida, Marco Tulio habría de satisfacer lo que a su parecer era necesario para la creación de un artífice de distinción entre los animales y los humanos. La ley. A bien citaba:“

Un abogado no debe permitirse decir «si gano» -replicó-. ¿No te lo he dicho ya? En este caso no puedes apelar a ninguna ley de Roma, porque no hay tal ley. Se trata de un granjero modesto, un padre de familia, con esposa, dos hijos y tres esclavos que le ayudaban en las labores de su granja. Pero, al igual que todos nosotros, atraviesa malos tiempos y está arruinado.

”Con lo cual era enérgica su manifestación de no igualdad entre los derechos de los ricos y los pobres en cuanto a la impartición de justicia en Roma figuraba. Empieza a aparecer la figura del jurista de renombre, el que aboga por las leyes a la vez que es consultado por Julio César y patricios de renombre como el gran Lucio Sergio Catilina, quien tenía cierta brusquedad con él a causa de la esposa y de el testamento de esta en la cual el patricio buscaba divorciarse sin la necesidad de devolver la dote. Habría de recibir de Roscio su primer empuje hacia la vida política, de aquel actor de nombre se pasaría el entendido de que aquel notable abogado habría de entender que es precisamente en las manos de los que llevan a cabo la interpretación de las leyes, la obligación moral y tacita de su creación.

Habría de defender a Catón Servio frente a Sila, caso que le costaría o el honor de por vida enaltecido, o la muerte en caso de derrota. A bien hubo de ganar, logrando incluso se le perdonara la deuda por el delito de plagio.

El poder y la ley no son sinónimos. Cicerón

El patriota y el político

Est quidem vera lex recta ratio naturae congruens, diffusa in omnes, constans, sempiterna, quae vocet ad officium iubendo, vetando a fraude deterreat; quae tamen neque probos frustra iubet aut vetat nec improbos iubendo aut vetando movet, huic legi nec abrogari fas est neque derogari ex hac aliquid licet neque tota abrogari potest, nec vera aut per senatum aut per populum—CICERÓN

Sería durante este periodo, que Marco estudiaría en la escuela de Ptolomeo. Su voz recuperaría aquel vigor y habría de tomar lecciones de elocuencia y retórica del famoso sirio Demetrio. Se inclinó por la escuela de Epicuro y fue enseñado por Fedro y Zenón. Habría de contraer nupcias con Terencia, no obstante la petición de claudicar que le habría hecho su amigo/enemigo Julio César.

Ubi tu Gaius, ego Gaia. 1

Habría después de su matrimonio de incursionar como cuestor en la política, era conocido a parte por ser un dedicado hombre de familia y amable padre de una mujer, pasaría a ser edil curul, cargo mediante el cual desafiaría de inicio la institución de Roma.

«No pueden dormir más que cuando han causado algún mal, y pierden el sueño si no hacen a alguien pecar. Porque comen el pan de la iniquidad y beben la sangre de la violencia.»

Donde tú vayas, Gayo, iré yo, Gaya

l Héroe

“Facto quod saepe maiores asperis bellis facere, voveo dedoque me pro re publica! Quam deinde cui mandetis circumspicite; name talem honorem bonus nemo volet cum fortunae et maris et belli ab aliis acti ratio reddunda aut turpiter moriundum sit. Tantum modo in animis habetote non me ob scelus aut avaritiam caesum, sed volentem pro maxumis benificiis animam dono dedisse. Per vos, Quirites, et gloriam maiorum, tolerate advorsa et consulite rei publicae! Multa cura summo imperio inest, multi ingentes labores, quos nequiquam abnuitis et pacis opulentiam quaeritis, cum omnes provinciae, regna, maria, terraeque aspera aut fessa bellis sint.”De un discurso de Cayo CottaLa sabiduría se basa en el conocimiento; pero el conocimiento no es siempre sabiduría.

Decía Marco Tulio a su hija Tulia al entrar en la última etapa de su vida, y como no habría de serlo, si sus enemigos le habían puesto fecha de muerte para la primera semana de Jano.

2

No obstante los acontecimientos, recibiría carta de un amigo, y de Pompeyo, quien si bien formaba parte de la conspiración para su asesinato, temiendo su futuro y por respeto fue a su encuentro para avisarle de lo tramado. El peligro habría de pasar. Habría de nacer su hijo, quien llevaría el mismo nombre que su padre, poco antes de que ocupara el puesto de cónsul de Roma, el cargo más importante de la nación más importante del mundo. Durante su gobierno habría de buscar esa igualdad que tan arduamente busco en sus anteriores puestos, jamás olvidando su noble profesión de abogado, provocando la ira de muchos detractores, hasta su muerte a manos de Herenio por mandato de Antonio cortando su cabeza y sus manos poco antes de su partida a Macedonia, y con 43 años posteriores a su muerte, el inicio de la 2 Enero en el calendario Romano caída de su amada república, con el vislumbramiento de aquel que sería anunciado mediante la frase:

¡Salve, llena de Gracia! ¡El Señor es contigo! ¡Bendita Tú eres entre todas las mujeres!

SENTIMIENTOS

Sin lugar a dudas se trata de un libro de historia fantástica en cuanto a la concepción de la abogacía refiere. Como Marco Tulio Cicerón III dio lugar a grandes cambios en el actuar jurídico de su época oponiéndose a muchas de las acciones de la época y luchando en contra de ellas. Desafío a los que determinaban las leyes, mas no a estas, ya que las consideraba parte de la esencia fundamental del deber jurídico, primero como abogado y después como político, haciendo notar que es deber del jurista, del abogado, llegar a ocupar dichas escalafones en pro de un estado de derecho más utopista.

Dichos aconteceres pueden llegar a formar el juicio correcto de un hombre en el cual pueda de manera indubitable, buscar la perfección del derecho como Marco Tulio lo hizo. Resulta a su vez increíble notar, como en pro del beneficio, muchas personas buscaron afectar a Marco Tulio, quien si bien era un joven de clase media con aspiraciones que en aquel entonces solo estaban permitidas a los Patricios, buscaba esa igualdad, no de clases, si no de derecho en cuanto a las etapas del proceso refiere. Sin lugar a dudas uno de los mejores libros que he leído al notar, como una persona es capaz en pro de la equidad, igualdad y demás valores es capaz de pasar de la manera en que Marco Tulio paso, las afectaciones en las que se vio inmiscuido, contando, con la traición de los amigos, el estudio constante de casos antiquísimos como en el caso de Catón Servio donde citaba obras de Aristóteles que databan en aquella época de más de 400 años.Es porque con base en lo arriba mencionado, que la autora puede citar que dicho personaje, fue, es y será, el abogado más famoso y notable de todos los tiempos.

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1

LA COLUMNA DE HIERRO

CICERÓN Y EL ESPLENDOR DEL IMPERIO ROMANO

Traducción: ENRIQUE DE OBREGÓN

Título original: A pillar of iron Traducido por: ENRIQUE DE OBREGÓN de la 1ª edición de Doubleday & Company, Inc., Garden City, N. Y. Diseño de la cubierta: OPALWORKS Imagen de la cubierta: Mosaico de estilo alejandrino del siglo II a.C., Túnez. The Art Archive/Archeological Museum, Sousse, Túnez/Dagli Orti. Queda terminantemente prohibida, sin la autorización escrita de los titulares del «Copyright», bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo públicos. 1.ª edición: enero de 2004 2.ª edición: abril de 2004 © 1965 by REBACK AND REBACK © de la traducción: ENRIQUE DE OBREGÓN © 2004, MAEVA EDICIONES Benito Castro, 6 28028 MADRID maeva@maeva.es www.maeva.es ISBN: 84-96231-08-9 Depósito legal: M-13.003-2004 Fotomecánica: G-4, S. A. Impresión: Rógar, S. A. Impreso en España / Printed in Spain

La columna de hierro

2

La Columna de Hierro Caldwell, Taylor. Editorial: Tema: Páginas: EAN: ISBN: Año: Formato: MAEVA Océano Novelas 840 9 788496231085 84-96231-08-9 2004 15,5X22,5

«El Poder y la ley no son sinónimos. La verdad es que con frecuencia se encuentran en irreductible oposición». Cicerón Escritor, político y orador, Marco Tulio Cicerón, pertenecía a una familia romana acomodada y fue uno de los hombres más brillantes de la época de Julio César, en el primer siglo antes de Cristo. Agudo analista del mundo que lo rodeaba, Cicerón fue también una persona adelantada a su tiempo cuya clarividencia le hizo ganarse tantos amigos como enemigos. Pero mas allá de la reconstrucción histórica fidedigna, La Columna de Hierro también es una apasionante novela donde se cruzan las intrigas palaciegas, las pasiones y los crímenes donde salen a relucir las cuestiones que más preocupaban a Cicerón: la religión, la política y la guerra. Una apasionante recreación del Imperio Romano en toda su riqueza y esplendor.

Taylor Caldwell

La columna de hierro

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La autora y su obra [En el libro impreso esta presentación de la autora aparece al final de la obra] La escritora Janet Miriam Taylor Holland Caldwell, mundialmente conocida como Taylor Caldwell, que es como firma sus obra, tiene en su haber más de veinte novelas; excepcionalmente ha utilizado en alguna de ellas el seudónimo de Max Reiner Aunque de nacionalidad norteamericana, nació en Inglaterra el 7 de septiembre de 1900, en Prestwich, Manchester, donde residían su padres, ambos escoceses. La autora fue a Estados Unidos a la edad de seis años, cuando su familia se trasladó allí para instalarse en la ciudad de Búfalo. En 1924 se graduó como Doctor of Letters en el D'Youville College de dicha ciudad. Entretanto había contraído matrimonio con William Fairfax Coms, del que, sin embargo, se divorció unos años después. Se volvió a casar en segundas nupcias con Marcus Rebeck, que se convertiría muy pronto en eficaz colaborador suyo; ayudaba a la autora en la búsqueda de documentación para sus obras y fue también el primer lector y crítico de sus libros. De este matrimonio nació una hija, Judith Ann. Cuando en 1938 se publicó la que se considera la primera novela de Taylor Caldwell, Dynasty of Death (Dinastía de la Muerte), la autora tenía ya terminadas otras doce obras. Casi desde niña comenzó a dar rienda suelta a su vocación de escritora, prosiguiendo ya mayor con la redacción de esas doce y otras muchas obras cuyos manuscritos no llegaron a su término. Se cuenta que una vez que el célebre escritor Mark Twain fue a visitar la ciudad de Búfalo, se adelantó una chica joven de entre la muchedumbre que acudió a darle la bienvenida al autor de Las aventuras de Tom Sawyer. La muchacha salió al paso del escritor y después de unas palabras de saludo, le dijo que ella también era escritora. Mark Twain le puso la mano sobre la cabeza, la miró y contestó seriamente: «Sí, sí, naturalmente». Para aquella chica, que no era otra que la futura Taylor Caldwell y que a sus doce años ya había escrito una novela, tenían que pasar todavía algunos años antes de que se publicara su primera obra, durante los cuales se dedicaba a estudiar y a trabajar en las oficinas de varias empresas sin dejar por ello nunca de escribir De las doce novelas que estuvo escribiendo durante su etapa juvenil, varias se editaron más tarde. Pronto le empezaron a llegar también los primeros galardones en reconocimiento de su labor literaria: en 1948 le fue otorgada la Medalla de Oro de la Liga de Escritoras Americanas, al cual siguieron el Gran Premio Literario, el Premio al Mérito de las «Hijas de la Revolución americana», así como el Premio del Instituto Internacional de Artes y Letras. A partir de 1938 escribió toda una serie de novelas, entre las cuales se cuentan: The Eagles Gather (1939), The Earth is the Lord's (1940), The Strong City (1941), The Arm and the Darkness (1942), The Turnbulls (1943), The Final Hour (1944), The Wide House (1945), The Side of Innocence (1946), There was a Time (1947), Melissa (1948), Let Love Come Last (1949), The Balance Wheel (1951), The Devil's Advocate (1952), Never Victorious, Never Defeated (1954), Tender Victory (1956), The Sound of Thunder (1957), The Listener (1960), The Man Who Listens (1961), A Prologue to Love (1961), Grandmother and The Priest (1963), A Pillar of Iron (La columna de hierro, 1965), No One Hears But Him (1966) y Dialogues with the Devil (1967). En una ocasión, durante una entrevista sobre su sistema de trabajo, manifestó que no procuraba nunca apartarse del concepto que ella tenía de la novela en general, y que consistía esencialmente en una interpretación moderna de lo que pensaba el escritor francés Stendhal de cómo hay que escribir: «Para lograr una buena novela basta poner un espejo a lo largo de un camino».

Taylor Caldwell

La columna de hierro

Índice

Prefacio PRIMERA PARTE Infancia y juventud Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 Capítulo 6 Capítulo 7 SEGUNDA PARTE El abogado Capítulo 8 Capítulo 9 Capítulo 10 Capítulo 11 Capítulo 12 Capítulo 13 Capítulo 14

4

Capítulo 15 Capítulo 16 Capítulo 17 Capítulo 18 Capítulo 19 Capítulo 20 Capítulo 21 Capítulo 22 Capítulo 23 Capítulo 15 Capítulo 16 Capítulo 17 Capítulo 18

Capítulo 19 Capítulo 20 Capítulo 21 Capítulo 22 Capítulo 23 Capítulo 24 Capítulo 25 Capítulo 26 Capítulo 27 Capítulo 28 Capítulo 29 Capítulo 30 Capítulo 31

TERCERA PARTE El patriota y el político Capítulo 32 Capítulo 33 Capítulo 34 Capítulo 35 Capítulo 36 Capítulo 37 Capítulo 38 Capítulo 39 Capítulo 40 Capítulo 41 Capítulo 42 Capítulo 43 Capítulo 44 Capítulo 45

Taylor Caldwell

La columna de hierro

CUARTA PARTE El héroe

5

Capítulo 46 Capítulo 47 Capítulo 48 Capítulo 49 Capítulo 50 Capítulo 51 Capítulo 52 Capítulo 53 Capítulo 54 Capítulo 55 Capítulo 56

Capítulo 57 Capítulo 58 Capítulo 59 Capítulo 60 Capítulo 61 Capítulo 62 Capítulo 63 Capítulo 64 Capítulo 65 Capítulo 66 Capítulo 67

Nota de la autora La autora y su obra [en la edición digital se ha adelantado antes del inicio de la obra]

Taylor Caldwell

La columna de hierro

6

Dedicado a la memoria del presidente John F. Kennedy y a los senadores Barry Goldwater y Thomas Dodd

El poder y la ley no son sinónimos. La verdad es que con frecuencia se encuentran en irreductible oposición. Hay la Ley de Dios, de la cual proceden todas las leyes equitativas de los hombres y a la cual deben éstos ajustarse si no quieren morir en la opresión, el caos y la desesperación. Divorciado de la Ley eterna e inmutable de Dios, establecida mucho antes de la fundición de los soles, el poder del hombre es perverso, no importa con qué nobles palabras sea empleado o los motivos aducidos cuando se imponga. Los hombres de buena voluntad, atentos por tanto a la Ley dictada por Dios, se opondrán a los gobiernos regidos por los hombres y si desean sobrevivir como nación, destruirán al gobierno que intente administrar justicia según el capricho o el poder de jueces venales. CICERÓN

Tú, pues, ciñe tus lomos, yérguete y diles todo cuanto yo te mandare. No te quiebres ante ellos, no sea que yo a su vista te quebrante a ti. Desde hoy te hago como ciudad fortificada, como férrea columna y muro de bronce, para la tierra toda, para los reyes de Judá y sus grandes, para los sacerdotes y para todo su pueblo. Ellos te combatirán, pero no te podrán, porque yo estaré contigo para protegerte, palabra de Yavé. JER. 1: 17-19

Taylor Caldwell

La columna de hierro

Prefacio

7

Cualquier parecido entre la República de Roma y la de Estados Unidos de América es puramente histórico, así como la similitud de la antigua Roma con el mundo moderno. Aquel gran romano, Marco Tulio Cicerón, fue un personaje polifacético: poeta, orador, amante, patriota, politico, esposo y padre; amigo, autor, abogado, hermano e hijo, moralista y filósofo. Sobre cada una de estas facetas de su personalidad se podría escribir un libro. Sus cartas a su editor y más caro amigo, Ático, conforman muchos de los libros de la Biblioteca del Vaticano, así como de otras grandes bibliotecas del mundo. Sólo su vida de político podría llenar una biblioteca y ha sido llamado el Más Grande Abogado. Sus propios libros son voluminosos y tocan temas referentes a la ley, la ancianidad, el deber, el consuelo, la moral, etc. Sólo su vida familiar ya merecería una novela. Aunque era un romano escéptico, era también muy devoto, un místico y un filósofo, que finalmente fue nombrado miembro del Consejo de Augures de Roma y fue tenido en gran estima por el sabio Colegio de Pontífices. Su actuación como cónsul de Roma (un cargo parecido al de presidente de Estados Unidos) ya daría lugar a un grueso volumen sin necesidad de referirse a su cargo de senador. Sus casos judiciales son famosos. Sus Orationes constituyen muchos volúmenes. Durante dos mil años los patriotas han citado sus libros con referencia a los deberes del hombre para con Dios y la patria, especialmente el De Republica. La correspondencia que intercambió con el historiador Salustio podría llenar varios tomos (Biblioteca del Vaticano y otras famosas bibliotecas). Al final de este libro se incluye una bibliografía. Sus cartas a Julio César revelan su naturaleza afable y conciliadora; su buen humor y a veces su irascibilidad y lo bien que conocía el extraño, sutil, festivo y poderoso temperamento de aquél, por no citar sus extravíos. Aunque eran de naturaleza tan diferente, como los «géminis» 1 , según dijo Julio César una vez, éste raramente logró engañarle, ¡a pesar de que lo intentó! «Sólo confío en ti en Roma», le confesó Julio en una ocasión. Ambos se estimaron a su manera, con precaución, cautela, carcajadas, rabia y devoción. Su relación es un tema fascinante. El más caro y devoto amigo de Cicerón fue su editor Ático, y su correspondencia, que abarca miles de cartas a lo largo de toda su vida, es conmovedora, reveladora, tierna, desesperanzadora y engorrosa. Ático escribía con frecuencia que Cicerón no sería apreciado en su época, «pero edades aún por nacer serán las receptoras de tu sabiduría y todo lo que has dicho y escrito será una advertencia para naciones aún desconocidas». Sus numerosas visiones sobre el terrible futuro (el que ahora afrontamos en el mundo moderno) las describe en sus cartas a Ático. Estaba muy interesado en la teología y filosofía judaicas, conociendo muy bien a los profetas y las profecías sobre el Mesías que había de venir, siendo además adorador del Dios desconocido. Anheló ver la Encarnación profetizada por el rey David, Isaías y otros grandes profetas de Israel, y su visión del fin del mundo, que figura en los capítulos primero y segundo de Joel (versión del rey Jaime) y Sofonías (versión de Douay-Challoner), es mencionada en una de sus cartas a Ático (Biblioteca del Vaticano) y, por cierto, describe al mundo en un holocausto nuclear. Su última carta, escrita poco antes de su muerte, es de lo más movida y relata a Ático su sueño de la visión de la Mano de Dios. Cicerón se sintió particularmente impresionado por el hecho de que en todas las religiones, incluyendo la hindú, la griega, la egipcia y la israelita, existe la profecía de un Mesías y de la encarnación de Dios como hombre. Se sintió tan fascinado y esperanzado que en muchas de sus cartas especula sobre el Advenimiento y deseó, sobre todas las cosas, vivir todavía cuando eso ocurriera. Su amigo judío (cuyo

1

C

Alusión al tercer signo y constelación del Zodíaco, correspondiente al periodo del 21 de mayo-22 de junio y que debe su nombre a dos estrellas principales: Cástor y Pólux, que a su vez tomaron el nombre de dos héroes griegos gemelos.

Taylor Caldwell

Opción 2

«El Poder y la ley no son sinónimos. La verdad es que con frecuencia se encuentran en irreductible oposición».

Cicerón

Escritor, político y orador, Marco Tulio Cicerón, pertenecía a una familia romana acomodada y fue uno de los hombres más brillantes de la época de Julio César, en el primer siglo antes de Cristo.

Agudo analista del mundo que lo rodeaba, Cicerón fue también una persona adelantada a su tiempo cuya clarividencia le hizo ganarse tantos amigos como enemigos. Pero mas allá de la reconstrucción histórica fidedigna, La Columna de Hierro también es una apasionante novela donde se cruzan las intrigas palaciegas, las pasiones y los crímenes donde salen a relucir las cuestiones que más preocupaban a Cicerón: la religión, la política y la guerra.

Una apasionante recreación del Imperio Romano en toda su riqueza y esplendor.

Taylor Caldwell La columna de hierro 3

La autora y su obra

[En el libro impreso esta presentación de la autora aparece al final de la obra]

La escritora Janet Miriam Taylor Holland Caldwell, mundialmente conocida como Taylor Caldwell, que es como firma sus obra, tiene en su haber más de veinte novelas; excepcionalmente ha utilizado en alguna de ellas el seudónimo de Max Reiner Aunque de nacionalidad norteamericana, nació en Inglaterra el 7 de septiembre de 1900, en Prestwich, Manchester, donde residían su padres, ambos escoceses.

La autora fue a Estados Unidos a la edad de seis años, cuando su familia se trasladó allí para instalarse en la ciudad de Búfalo. En 1924 se graduó como Doctor of Letters en el D'Youville College de dicha ciudad. Entretanto había contraído matrimonio con William Fairfax Coms, del que, sin embargo, se divorció unos años después. Se volvió a casar en segundas nupcias con Marcus Rebeck, que se convertiría muy pronto en eficaz colaborador suyo; ayudaba a la autora en la búsqueda de documentación para sus obras y fue también el primer lector y crítico de sus libros. De este matrimonio nació una hija, Judith Ann.

Cuando en 1938 se publicó la que se considera la primera novela de Taylor Caldwell, Dynasty of Death (Dinastía de la Muerte), la autora tenía ya terminadas otras doce obras.

Casi desde niña comenzó a dar rienda suelta a su vocación de escritora, prosiguiendo ya mayor con la redacción de esas doce y otras muchas obras cuyos manuscritos no llegaron a su término.

Se cuenta que una vez que el célebre escritor Mark Twain fue a visitar la ciudad de Búfalo, se adelantó una chica joven de entre la muchedumbre que acudió a darle la bienvenida al autor de Las aventuras de Tom Sawyer. La muchacha salió al paso del escritor y después de unas palabras de saludo, le dijo que ella también era escritora. Mark Twain le puso la mano sobre la cabeza, la miró y contestó seriamente: «Sí, sí, naturalmente».

Para aquella chica, que no era otra que la futura Taylor Caldwell y que a sus doce años ya había escrito una novela, tenían que pasar todavía algunos años antes de que se publicara su primera obra, durante los cuales se dedicaba a estudiar y a trabajar en las oficinas de varias empresas sin dejar por ello nunca de escribir

De las doce novelas que estuvo escribiendo durante su etapa juvenil, varias se editaron más tarde. Pronto le empezaron a llegar también los primeros galardones en reconocimiento de su labor literaria: en 1948 le fue otorgada la Medalla de Oro de la Liga de Escritoras Americanas, al cual siguieron el Gran Premio Literario, el Premio al Mérito de las «Hijas de la Revolución americana», así como el Premio del Instituto Internacional de Artes y Letras.

A partir de 1938 escribió toda una serie de novelas, entre las cuales se cuentan: The Eagles Gather (1939), The Earth is the Lord's (1940), The Strong City (1941), The Arm and the Darkness (1942), The Turnbulls (1943), The Final Hour (1944), The Wide House (1945), The Side of Innocence (1946), There was a Time (1947), Melissa (1948), Let Love Come Last (1949), The Balance Wheel (1951), The Devil's Advocate (1952), Never Victorious, Never Defeated (1954), Tender Victory (1956), The Sound of Thunder (1957), The Listener (1960), The Man Who Listens (1961), A Prologue to Love (1961), Grandmother and The Priest (1963), A Pillar of Iron (La columna de hierro, 1965), No One Hears But Him (1966) y Dialogues with the Devil (1967).

En una ocasión, durante una entrevista sobre su sistema de trabajo, manifestó que no procuraba nunca apartarse del concepto que ella tenía de la novela en general, y que consistía esencialmente en una interpretación moderna de lo que pensaba el escritor francés Stendhal de cómo hay que escribir: «Para lograr una buena novela basta poner un espejo a lo largo de un camino».

Taylor Caldwell La columna de hierro 4

Índice

Prefacio

PRIMERA PARTE

Infancia y juventud

Capítulo 1

Capítulo 2

Capítulo 3

Capítulo 4

Capítulo 5

Capítulo 6

Capítulo 7

Capítulo 8

Capítulo 9

Capítulo 10

Capítulo 11

Capítulo 12

Capítulo 13

Capítulo 14

SEGUNDA PARTE

El abogado

Capítulo 15

Capítulo 16

Capítulo 17

Capítulo 18

Capítulo 19

Capítulo 20

Capítulo 21

Capítulo 22

Capítulo 23

Capítulo 15

Capítulo 16

Capítulo 17

Capítulo 18

Capítulo 19

Capítulo 20

Capítulo 21

Capítulo 22

Capítulo 23

Capítulo 24

Capítulo 25

Capítulo 26

Capítulo 27

Capítulo 28

Capítulo 29

Capítulo 30

Capítulo 31

TERCERA PARTE

El patriota y el político

Capítulo 32

Capítulo 33

Capítulo 34

Capítulo 35

Capítulo 36

Capítulo 37

Capítulo 38

Capítulo 39

Capítulo 40

Capítulo 41

Capítulo 42

Capítulo 43

Capítulo 44

Capítulo 45

Taylor Caldwell La columna de hierro 5

CUARTA PARTE

El héroe

Capítulo 46

Capítulo 47

Capítulo 48

Capítulo 49

Capítulo 50

Capítulo 51

Capítulo 52

Capítulo 53

Capítulo 54

Capítulo 55

Capítulo 56

Capítulo 57

Capítulo 58

Capítulo 59

Capítulo 60

Capítulo 61

Capítulo 62

Capítulo 63

Capítulo 64

Capítulo 65

Capítulo 66

Capítulo 67

Nota de la autora

La autora y su obra [en la edición digital se ha adelantado antes del inicio de la obra]

Taylor Caldwell La columna de hierro 6

Dedicado a la memoria

del presidente John F. Kennedy

y a los senadores Barry Goldwater

y Thomas Dodd

El poder y la ley no son sinónimos. La verdad es que con frecuencia se encuentran en irreductible oposición. Hay la Ley de Dios, de la cual proceden todas las leyes equitativas de los hombres y a la cual deben éstos ajustarse si no quieren morir en la opresión, el caos y la desesperación. Divorciado de la Ley eterna e inmutable de Dios, establecida mucho antes de la fundición de los soles, el poder del hombre es perverso, no importa con qué nobles palabras sea empleado o los motivos aducidos cuando se imponga.

Los hombres de buena voluntad, atentos por tanto a la Ley dictada por Dios, se opondrán a los gobiernos regidos por los hombres y si desean sobrevivir como nación, destruirán al gobierno que intente administrar justicia según el capricho o el poder de jueces venales.

CICERÓN

Tú, pues, ciñe tus lomos, yérguete y diles todo cuanto yo te mandare. No te quiebres ante ellos, no sea que yo a su vista te quebrante a ti. Desde hoy te hago como ciudad fortificada, como férrea columna y muro de bronce, para la tierra toda, para los reyes de Judá y sus grandes, para los sacerdotes y para todo su pueblo. Ellos te combatirán, pero no te podrán, porque yo estaré contigo para protegerte, palabra de Yavé.

JER. 1: 17-19

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Prefacio ualquier parecido entre la República de Roma y la de Estados Unidos de América es puramente histórico, así como la similitud de la antigua Roma con el mundo moderno. Aquel

gran romano, Marco Tulio Cicerón, fue un personaje polifacético: poeta, orador, amante, patriota, politico, esposo y padre; amigo, autor, abogado, hermano e hijo, moralista y filósofo. Sobre cada una de estas facetas de su personalidad se podría escribir un libro. Sus cartas a su editor y más caro amigo, Ático, conforman muchos de los libros de la Biblioteca del Vaticano, así como de otras grandes bibliotecas del mundo. Sólo su vida de político podría llenar una biblioteca y ha sido llamado el Más Grande Abogado. Sus propios libros son voluminosos y tocan temas referentes a la ley, la ancianidad, el deber, el consuelo, la moral, etc. Sólo su vida familiar ya merecería una novela. Aunque era un romano escéptico, era también muy devoto, un místico y un filósofo, que finalmente fue nombrado miembro del Consejo de Augures de Roma y fue tenido en gran estima por el sabio Colegio de Pontífices. Su actuación como cónsul de Roma (un cargo parecido al de presidente de Estados Unidos) ya daría lugar a un grueso volumen sin necesidad de referirse a su cargo de senador. Sus casos judiciales son famosos. Sus Orationes constituyen muchos volúmenes. Durante dos mil años los patriotas han citado sus libros con referencia a los deberes del hombre para con Dios y la patria, especialmente el De Republica. La correspondencia que intercambió con el historiador Salustio podría llenar varios tomos (Biblioteca del Vaticano y otras famosas bibliotecas). Al final de este libro se incluye una bibliografía.

C

Sus cartas a Julio César revelan su naturaleza afable y conciliadora; su buen humor y a veces su irascibilidad y lo bien que conocía el extraño, sutil, festivo y poderoso temperamento de aquél, por no citar sus extravíos. Aunque eran de naturaleza tan diferente, como los «géminis»1, según dijo Julio César una vez, éste raramente logró engañarle, ¡a pesar de que lo intentó! «Sólo confío en ti en Roma», le confesó Julio en una ocasión. Ambos se estimaron a su manera, con precaución, cautela, carcajadas, rabia y devoción. Su relación es un tema fascinante.

El más caro y devoto amigo de Cicerón fue su editor Ático, y su correspondencia, que abarca miles de cartas a lo largo de toda su vida, es conmovedora, reveladora, tierna, desesperanzadora y engorrosa. Ático escribía con frecuencia que Cicerón no sería apreciado en su época, «pero edades aún por nacer serán las receptoras de tu sabiduría y todo lo que has dicho y escrito será una advertencia para naciones aún desconocidas». Sus numerosas visiones sobre el terrible futuro (el que ahora afrontamos en el mundo moderno) las describe en sus cartas a Ático. Estaba muy interesado en la teología y filosofía judaicas, conociendo muy bien a los profetas y las profecías sobre el Mesías que había de venir, siendo además adorador del Dios desconocido. Anheló ver la Encarnación profetizada por el rey David, Isaías y otros grandes profetas de Israel, y su visión del fin del mundo, que figura en los capítulos primero y segundo de Joel (versión del rey Jaime) y Sofonías (versión de Douay-Challoner), es mencionada en una de sus cartas a Ático (Biblioteca del Vaticano) y, por cierto, describe al mundo en un holocausto nuclear. Su última carta, escrita poco antes de su muerte, es de lo más movida y relata a Ático su sueño de la visión de la Mano de Dios.

Cicerón se sintió particularmente impresionado por el hecho de que en todas las religiones, incluyendo la hindú, la griega, la egipcia y la israelita, existe la profecía de un Mesías y de la encarnación de Dios como hombre. Se sintió tan fascinado y esperanzado que en muchas de sus cartas especula sobre el Advenimiento y deseó, sobre todas las cosas, vivir todavía cuando eso ocurriera. Su amigo judío (cuyo

1 Alusión al tercer signo y constelación del Zodíaco, correspondiente al periodo del 21 de mayo-22 de junio y que debe su nombre a dos estrellas principales: Cástor y Pólux, que a su vez tomaron el nombre de dos héroes griegos gemelos.

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nombre no menciona, pero a quien yo llamo Noë ben Joel) es citado con frecuencia en sus cartas a varios amigos y se sintió muy atraído por el famoso actor judeo-romano Roscio, padre del teatro moderno, sobre quien se podría escribir otro libro.

Odió y temió al militarismo y fue un hombre pacífico en un mundo que no conoció ni conocería la paz. Sus relaciones con Pompeyo, el gran soldado, fueron tempestuosas, porque recelaba del militarismo de Pompeyo, aunque honraba su conservadurismo y procuró su exilio cuando César marchó sobre Roma. César, aunque era un patricio y un soldado, pertenecía al partido popular y pretendía ser un gran demócrata que amaba a las masas, pero Cicerón sabía muy bien que las despreciaba. Cicerón, como hombre de la nueva clase media, se sentía asqueado ante esta engañosa e hipócrita actitud de «mi querido y joven amigo Julio», quien a su vez pensaba que su propia hipocresía era muy divertida. En cuanto a Cicerón, jamás fue hipócrita; en todo momento fue un moderado, un hombre de soluciones intermedias, un creyente en el honor y la decencia intrínsecos del hombre corriente, un hombre que amó la libertad y la justicia, la piedad y la amabilidad. Era inevitable, por lo tanto, que fuera asesinado. Nunca llegó a los extremos de deificar o denigrar a los hombres corrientes. Se limitó a aceptarlos, se compadeció de ellos y luchó por sus derechos y libertades.

La más profunda devoción terrenal de Cicerón fue la Constitución de Roma y especialmente su Ley de las Doce Tablas. Por ello fue calumniado en un mundo romano que había comenzado a perder el respeto a ambas, y esto también es cosa familiar para nosotros los americanos. Sin embargo, desconfiaba de la venalidad de los jueces y siempre luchó contra ellos en los tribunales cuando representaba a clientes. Para él, el gobierno según la ley era un edicto de Dios basado en las leyes naturales, y el gobierno según los hombres era lo que más había que temer en una nación. Vivió lo bastante para ver cómo el último triunfaba en la República romana, dando como resultado la tiranía.

Sus discursos contra Lucio Sergio Catilina podrían ser usados hoy en día por los políticos amantes de la libertad, porque son extremadamente modernos. Las arengas de Catilina y sus incitaciones al pueblo no son invenciones de esta autora. Salustio las recopiló y si parecen contemporáneas, no es porque la autora las haya retocado. De Cicerón se ha dicho que en realidad «fue el primer americano», mientras que por desgracia Catilina sigue existiendo en varios políticos de nuestro tiempo.

Las historias de la República romana y de Estados Unidos son asombrosamente paralelas, lo mismo que Cincinato, «el padre de su patria», es extrañamente parecido a George Washington. Los políticos de hoy pueden ver reflejada su imagen muchas veces en Catilina, así como muchos de sus secretos deseos. Si Cicerón viviera en la América de hoy, se sentiría horrorizado... Tan familiar la encontraría.

La Pax Romana, concebida en un espíritu de paz, conciliación y legislación mundial, se asemeja misteriosamente a las Naciones Unidas de hoy. El resto es historia mutua, incluyendo la ayuda exterior y las naciones recalcitrantes, así como la desintegración debida al hecho de que tantas naciones menospreciaran el espíritu de la Carta de la Pax Romana, como ahora menosprecian el espíritu de la Carta de las Naciones Unidas. No he querido acentuar el parecido entre la Pax Romana y las Naciones Unidas, pero que tienen cierta similitud es un hecho ya registrado por la Historia, y como dijo Cicerón y antes que él Aristóteles: «Las naciones que ignoran la Historia están condenadas a repetir sus tragedias».

Los romanos fueron historiadores meticulosos y registraron los acontecimientos en el mismo momento en que se producían. Por lo tanto, si los lectores se sienten interesados por las extrañas similitudes entre Roma y América, no tienen más que estudiar la historia de Roma. Yo he pasado nueve años escribiendo este libro y he procurado ser todo lo objetiva que una mujer puede ser. No trato de forzar la aceptación de ninguna de mis opiniones personales. Me he limitado a presentar a Marco Tulio Cicerón y a su mundo para que el lector saque sus propias conclusiones.

Este libro fue dedicado a John F. Kennedy antes de su asesinato (tan parecido en cierto modo al de Cicerón), y ya habíamos sostenido alguna correspondencia sobre el tema. Esas cartas irán a parar algún día a la Biblioteca Kennedy. Ahora, tristemente, tendrá que estar dedicado a su memoria.

Cicerón fue un ser humano, así como un político, un abogado y un orador. Los hombres desean que sus héroes sean perfectos, cosa tan laudable como poco realista. Así pues, Cicerón es presentado en este libro como hombre, con las peculiaridades que comparte con los otros hombres y no como una estatua de

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mármol. Sufrió mucho por las vacilaciones y confusiones que tiene por naturaleza un hombre morigerado, de tan gran moderación que creyó que los demás hombres serían razonablemente civilizados. Nunca pudo recobrarse del hecho de ser un hombre racional en el más irracional de los mundos, pues éste es el destino de todos los moderados.

Aunque en cualquier biblioteca hay al alcance del lector centenares de libros sobre Cicerón, César, Marco Antonio, Craso, Clodio, Catilina, etc., en los más diversos idiomas, y miles de escritores y políticos han citado las Cartas de Cicerón, yo por mi parte he traducido unos centenares de éstas, pertenecientes a la correspondencia sostenida entre Cicerón y Ático, su editor, en la Biblioteca del Vaticano, durante abril de 1947, así como otras muchas cartas de las que Cicerón dirigió a su hermano, su esposa, su hijo, César, Pompeyo y otras personas, en otra de mis estancias en Roma y Grecia durante 1962.

Mi esposo y yo comenzamos a trabajar en este libro en 1947, para lo cual tuvimos que tomar centenares de notas mecanografiadas y llenar treinta y ocho libretas. Mucho antes de que un libro empiece a ser escrito (y nosotros comenzamos a escribirlo en 1956), hay que tomar muchas notas y ponerlas en orden, hacer traducciones y preparar comentarios. Los libros se asemejan a esa séptima parte de un iceberg que sobresale de la superficie del mar. Las otras seis séptimas partes se ocultan en forma de preparación, notas, bibliografía, estudio perseverante, traducción, coordinación, interminable meditación y, por supuesto, la constante comprobación de fuentes, así como la visita a los escenarios que constituyen el fondo de toda novela histórica. Pasamos muchos días entre las ruinas de la antigua Roma, consultamos a muchos expertos en dicha ciudad para conocer el emplazamiento exacto de los varios templos y edificios que se mencionan al hablar del Foro. También estudiamos en las bibliotecas romanas las antiguas referencias de los especialistas sobre el aspecto de la ciudad en tiempos de Cicerón. Hicimos todo esto en aras de la autenticidad. También son auténticas la descripción de la (Acrópolis de Atenas y, en particular, la del majestuoso Partenón, porque no sólo pasamos muchos días entre sus ruinas, sino que consultamos a los arqueólogos de Grecia siendo huéspedes del gobierno griego en 1962. (Hemos de agradecer particularmente la amable ayuda que nos proporcionó el ministro de Cultura.)

Hemos puesto las menos notas posibles, porque en cada sitio donde dice «escribió Cicerón», «escribió Ático», etc., es que las cartas son auténticas y pueden ser halladas en muchos libros existentes en las bibliotecas. Es el Cicerón patriota, el amante de la Constitución y de la Ley de las Doce Tablas el que hoy ha de merecer nuestra admiración y llevarnos a profundas reflexiones. Fue atacado como «reaccionario» y como «radical», según quién lo atacaba o qué camino seguía. Fue acusado malévolamente de «vivir en el pasado y no en esta época moderna y dinámica», e igualmente se le atribuyó el «violar ciertos puntos de la ley y emplear métodos abusivos». Para algunos estaba «en contra del progreso» y para otros era «de-masiado conservador». Y si estas frases le parecen al lector penosamente familiares, es culpa de la Historia y de la naturaleza humana, que no cambian jamás. Pero Cicerón se mantuvo siempre en la línea de la moderación, lo que le creó violentos e inquietos enemigos entre los hombres ambiciosos.

La afirmación de que los romanos tenían un periódico diario, que a menudo era utilizado para difundir propaganda, no es ningún anacronismo. La verdad es que había tres periódicos rivales en tiempos de Cicerón, pero el Acta Diurna era el favorito. Hasta tenían columnistas y Julio César fue el primer ejemplo. Tenían dibujantes de historietas que se consideraban a sí mismos muy ingeniosos y satíricos, incluían las noticias de las últimas transacciones del mercado de valores y no faltaban los chismes escandalosos.

Los discursos y cartas de Cicerón parecen tan actuales como lo fueron para los romanos de hace dos mil años e incluso tan trascendentales como nuestra prensa de hoy, hablando de acontecimientos similares.

Sic transit Roma! Sic transit América? Oremos para que no sea así o arrastraremos con nosotros nuestro mundo, al igual que Roma arrastró tras sí al suyo, y otra larga Edad de las Tinieblas caerá sobre nosotros. Pero ¿cuándo -como Aristóteles se lamentaba- han aprendido jamás los hombres de la Historia? Ostende nobis, Domine, misericordiam tuam, et salutare tuum da nobis.

TAYLOR CALDWELL

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PRIMERA PARTE

Infancia y juventud

Os justi meditabitur sapientiam, et lingua ejus

loquetur judicium; lex ejus in corde ipsius!

Capítulo 1 arco Tulio Cicerón dio un respingo cuando su médico le puso sobre el pecho el emplasto caliente y, con la voz más bien regañona de un medio inválido, preguntó: -¿Qué esM

esta porquería?

-Grasa de buitre -contestó el médico con tono orgulloso-. A dos sestercios el bote y garantizada para aliviar toda inflamación.

Los esclavos removieron las ascuas del brasero y Marco Tulio se estremeció bajo las mantas. Sobre sus pies le habían colocado un cobertor de pieles, pero él seguía sintiendo frío.

-Dos sestercios -repitió sombrío-. ¿Qué ha dicho de eso la señora Helvia?

-No lo sabe -repuso el médico.

Marco Tulio sonrió al pensar en lo que diría.

-Ese dinero lo anotará en los gastos de la casa -comentó-. Es excelente tener una esposa ahorrativa en estos tiempos de prodigalidad; aunque no siempre, si algo como este vil ungüento ha de ser añadido al gasto de alubias y utensilios de cocina. Creo que deberíamos llevar una cuenta de médicos y medicinas.

-Esta grasa se la he comprado a otro médico -contestó el galeno con un ligero tono de reproche-. La señora Helvia hace todo lo posible para no tener que tratar con comerciantes. Si esto lo hubiera tenido que comprar en una tienda, me habría costado cinco sestercios y no dos.

-Sin embargo, los dos sestercios figurarán en la cuenta de gastos domésticos -dijo Marco Tulio-. El coste de los lienzos y las prendas de lana para el niño que ha de nacer figurará entre el de las ollas, el pescado y la harina. Sí, una esposa ahorrativa es algo excelente; pero yo, como esposo, en cierto modo estoy resentido de que me enumeren entre los orinales y el queso de cabra. Yo mismo lo he visto.

Tosió fuertemente y el médico se sintió complacido.

-¡Vaya! -exclamó-. Esa tos va mejor.

-Hay veces -continuó Marco Tulio- en que un paciente, si quiere salvar su vida, debe apresurarse a mejorar para escapar de las recetas de su médico y sus porquerías. Es instinto de conservación. ¿Qué tiempo hace hoy?

-Muy malo y fuera de lo normal -respondió el médico-. Ha nevado. Las colinas y los pastos están cubiertos de nieve y el río se ha helado, pero el cielo está claro y despejado. Corre un vivo vientecillo del norte, pero eso le ayudará a curarse, amo. Lo que hay que temer es el viento del este y especialmente el del sudeste.

Marco Tulio estaba empezando a entrar en calor, no por el ardor de la fiebre, sino por la recuperación de la salud. Su ropa interior de lana comenzó a picarle y cada vez era más fuerte el hedor de la grasa de buitre. Se apresuró a taparse de nuevo el pecho con las mantas.

-Aún está por ver -dijo- si he de ser asfixiado por este hedor o por congestión de los pulmones. Creo que preferiría lo último.

Opción 3

Una fascinante narración acerca del vida de Marco Tulio Cicerón, el abogado que consagro su vida a defender una nación en los momentos decisivos de su historia.

Con una prosa cargada de increíbles detalles, Taylor Caldwell, no lleva de la mano por la Roma antigua y decadente, un imperio que basó sus glorias en la destrucción de otras culturas.

Interesante narración de cómo nació el derecho que en muchos de sus principios aún nos rige en los países latinos; de la mano del que ha sido llamado el más grande abogado del mundo, nos describe su vida de rectitud y sabiduría.

Aunque en cualquier biblioteca hay al alcance de cualquiera libros sobre Cicerón, Marco Tulio etc. este libro nos presenta su lado más humano y menos perfecto.

Escritora magistral de la que es recomendable leer también El abogado del diablo, libro que nada tiene que ver con la versión de cine

UNIVERSIDAD PANAMERICANA Análisis del libro “La columna de hierro”. Dámaris Ataí Moreno Hernández.

EL LIBRO

La historia se centra en la vida de Marco Tulio Cicerón también conocido como Marco Tulio II. Conocido como el padre del derecho latinoamericano, nombrado por muchos como el más grande abogado de la historia. La historia se sitúa en los últimos días de la república, donde un amigo cercano de Cicerón, Ático, se refiere a él como “La columna de hierro”, como última base de la ya tambaleante estructura que era en aquel entonces la república. En el libro se menciona que Cicerón quien era ampliamente conocido por su vanidad, quedo encantado con aquella referencia.

El poder y la ley no son sinónimos. La verdad es que con frecuencia se encuentran en irreductible oposición. Hay la Ley de Dios, de la cual proceden todas las leyes equitativas de los hombres y a la cual deben éstos ajustarse si no quieren morir en la opresión, el caos y la desesperación. Divorciado de la Ley eterna e inmutable de Dios, establecida mucho antes de la fundición de los soles, el poder del hombre es perverso, no importa con qué nobles palabras sea empleado o los motivos aducidos cuando se imponga.

Los hombres de buena voluntad, atentos por tanto a la Ley dictada por Dios, se opondrán a los gobiernos regidos por los hombres y si desean sobrevivir como nación, destruirán al gobierno que intente administrar justicia según el capricho o el poder de jueces venales.

Cicerón

Infancia y juventud

La historia comienza en la juventud de Marco Tulio Cicerón II quien estaba enfermo de fiebre y quien al sentir un emplasto caliente y saber que lo que empleaba su médico era grasa de buitre, pregunto con fortaleza si Helvia su esposa lo autorizó y cuál era la cantidad empleada, que eran dos sestercios.No lo sabe dijo el médico. Marco Tulio sonrió al pensar en lo que diría. Ese dinero lo anotará en los gastos de la casa Hizo una notable mención de lo excelente que era tener en casa una esposa ahorrativa en esos tiempos. A su vez comento que tal cual se llevaban los gastos de la cocina, debía tenerse control sobre los médicos y las medicinas. Sin embargo la grasa no era propiedad de su doctor, si no se la había comprado a otro argumentando que Helvia hacía todo lo posible para no tener que lidiar con comerciantes. Su tos mejoro con la aplicación del ungüento.Durante el tiempo de la misma llego su padre haciéndole señalización del estado de salud en que se encontraba en cuanto llego la madrona informándoles de la inminencia del nacimiento de su hijo. Nació pues un 3 de enero del año 648 con el mismo nombre que su padre y abuelo, era varón.Es en este momento que la historia deja de centrarse en el padre y comienza a titularse o situarse en Marco Tulio Cicerón III es decir el nieto. Quien comenzó a emplear el nombre Marco Tulio Cicerón dejando únicamente al padre con el nombre de Tulio, provocando el enojo del abuelo al dudar si él se quedaría sin nombre. Era sin duda que Helvia su madre, era quien en la casa llevaba el bastón de mando. Tulio se encontraba orgulloso de su primogénito, deseaba besarle no obstante los romanos no debían besar a los niños, mucho menos a los varones, jugaba con él y buscaba que fuese un hombre de bien educándolo desde niño a ser un hombre. Nacería después el hermano de Marco Tulio quien por nombre llevaría Quinto Cicerón quien era totalmente diferente a su hermano en cuerpo y modales. Su abuelo era el más orgulloso de él, no obstante el menor de los hermanos sentía fascinación por su antecesor a quien imitaba y seguía a todas partes. Arquias sería el maestro de Marco, quien notaba como la educación de su padre había influido notablemente en el pequeño. Educándole pues con la compañía de Eunice quien era su esclava y quien fungiese como compañera de juegos de Marco. Durante su enseñanza fue instruido en la gnosis y la aptitud de todos los humanos de creer en Dios no importando el nombre que se le diera. Poco después habrían de volver a Roma, la que era ciudad de sus padres. En roma fueron educados cual ciudadanos, siendo parte de las altas escuelas, junto a los Cesares que no eran del agrado de Tulio. Sacando a relucir la joven etapa de quien fuese el gran abogado.

El abogado

Proexisti me dues, a conventu malignantium Alleluia; a multitudine operantium iniquitatem

Durante esta etapa de su vida, Marco Tulio habría de satisfacer lo que a su parecer era necesario para la creación de un artífice de distinción entre los animales y los humanos. La ley. A bien citaba:“

Un abogado no debe permitirse decir «si gano» -replicó-. ¿No te lo he dicho ya? En este caso no puedes apelar a ninguna ley de Roma, porque no hay tal ley. Se trata de un granjero modesto, un padre de familia, con esposa, dos hijos y tres esclavos que le ayudaban en las labores de su granja. Pero, al igual que todos nosotros, atraviesa malos tiempos y está arruinado.

”Con lo cual era enérgica su manifestación de no igualdad entre los derechos de los ricos y los pobres en cuanto a la impartición de justicia en Roma figuraba. Empieza a aparecer la figura del jurista de renombre, el que aboga por las leyes a la vez que es consultado por Julio César y patricios de renombre como el gran Lucio Sergio Catilina, quien tenía cierta brusquedad con él a causa de la esposa y de el testamento de esta en la cual el patricio buscaba divorciarse sin la necesidad de devolver la dote. Habría de recibir de Roscio su primer empuje hacia la vida política, de aquel actor de nombre se pasaría el entendido de que aquel notable abogado habría de entender que es precisamente en las manos de los que llevan a cabo la interpretación de las leyes, la obligación moral y tacita de su creación.

Habría de defender a Catón Servio frente a Sila, caso que le costaría o el honor de por vida enaltecido, o la muerte en caso de derrota. A bien hubo de ganar, logrando incluso se le perdonara la deuda por el delito de plagio.

El poder y la ley no son sinónimos. Cicerón

El patriota y el político

Est quidem vera lex recta ratio naturae congruens, diffusa in omnes, constans, sempiterna, quae vocet ad officium iubendo, vetando a fraude deterreat; quae tamen neque probos frustra iubet aut vetat nec improbos iubendo aut vetando movet, huic legi nec abrogari fas est neque derogari ex hac aliquid licet neque tota abrogari potest, nec vera aut per senatum aut per populum—CICERÓN

Sería durante este periodo, que Marco estudiaría en la escuela de Ptolomeo. Su voz recuperaría aquel vigor y habría de tomar lecciones de elocuencia y retórica del famoso sirio Demetrio. Se inclinó por la escuela de Epicuro y fue enseñado por Fedro y Zenón. Habría de contraer nupcias con Terencia, no obstante la petición de claudicar que le habría hecho su amigo/enemigo Julio César.

Ubi tu Gaius, ego Gaia. 1

Habría después de su matrimonio de incursionar como cuestor en la política, era conocido a parte por ser un dedicado hombre de familia y amable padre de una mujer, pasaría a ser edil curul, cargo mediante el cual desafiaría de inicio la institución de Roma.

«No pueden dormir más que cuando han causado algún mal, y pierden el sueño si no hacen a alguien pecar. Porque comen el pan de la iniquidad y beben la sangre de la violencia.»

Donde tú vayas, Gayo, iré yo, Gaya

l Héroe

“Facto quod saepe maiores asperis bellis facere, voveo dedoque me pro re publica! Quam deinde cui mandetis circumspicite; name talem honorem bonus nemo volet cum fortunae et maris et belli ab aliis acti ratio reddunda aut turpiter moriundum sit. Tantum modo in animis habetote non me ob scelus aut avaritiam caesum, sed volentem pro maxumis benificiis animam dono dedisse. Per vos, Quirites, et gloriam maiorum, tolerate advorsa et consulite rei publicae! Multa cura summo imperio inest, multi ingentes labores, quos nequiquam abnuitis et pacis opulentiam quaeritis, cum omnes provinciae, regna, maria, terraeque aspera aut fessa bellis sint.”De un discurso de Cayo CottaLa sabiduría se basa en el conocimiento; pero el conocimiento no es siempre sabiduría.

Decía Marco Tulio a su hija Tulia al entrar en la última etapa de su vida, y como no habría de serlo, si sus enemigos le habían puesto fecha de muerte para la primera semana de Jano.

2

No obstante los acontecimientos, recibiría carta de un amigo, y de Pompeyo, quien si bien formaba parte de la conspiración para su asesinato, temiendo su futuro y por respeto fue a su encuentro para avisarle de lo tramado. El peligro habría de pasar. Habría de nacer su hijo, quien llevaría el mismo nombre que su padre, poco antes de que ocupara el puesto de cónsul de Roma, el cargo más importante de la nación más importante del mundo. Durante su gobierno habría de buscar esa igualdad que tan arduamente busco en sus anteriores puestos, jamás olvidando su noble profesión de abogado, provocando la ira de muchos detractores, hasta su muerte a manos de Herenio por mandato de Antonio cortando su cabeza y sus manos poco antes de su partida a Macedonia, y con 43 años posteriores a su muerte, el inicio de la 2 Enero en el calendario Romano caída de su amada república, con el vislumbra miento de aquel que sería anunciado mediante la frase:

¡Salve, llena de Gracia! ¡El Señor es contigo! ¡Bendita Tú eres entre todas las mujeres!

SENTIMIENTOS

Sin lugar a dudas se trata de un libro de historia fantástica en cuanto a la concepción de la abogacía refiere. Como Marco Tulio Cicerón III dio lugar a grandes cambios en el actuar jurídico de su época oponiéndose a muchas de las acciones de la época y luchando en contra de ellas. Desafío a los que determinaban las leyes, mas no a estas, ya que las consideraba parte de la esencia fundamental del deber jurídico, primero como abogado y después como político, haciendo notar que es deber del jurista, del abogado, llegar a ocupar dichas escalafones en pro de un estado de derecho más utopista.

Dichos aconteceres pueden llegar a formar el juicio correcto de un hombre en el cual pueda de manera indubitable, buscar la perfección del derecho como Marco Tulio lo hizo. Resulta a su vez increíble notar, como en pro del beneficio, muchas personas buscaron afectar a Marco Tulio, quien si bien era un joven de clase media con aspiraciones que en aquel entonces solo estaban permitidas a los Patricios, buscaba esa igualdad, no de clases, si no de derecho en cuanto a las etapas del proceso refiere. Sin lugar a dudas uno de los mejores libros que he leído al notar, como una persona es capaz en pro de la equidad, igualdad y demás valores es capaz de pasar de la manera en que Marco Tulio paso, las afectaciones en las que se vio inmiscuido, contando, con la traición de los amigos, el estudio constante de casos antiquísimos como en el caso de Catón Servio donde citaba obras de Aristóteles que databan en aquella época de más de 400 años.Es porque con base en lo arriba mencionado, que la autora puede citar que dicho personaje, fue, es y será, el abogado más famoso y notable de todos los tiempos.

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LA COLUMNA DE HIERRO

CICERÓN Y EL ESPLENDOR DEL IMPERIO ROMANO

Traducción: ENRIQUE DE OBREGÓN

Título original: A pillar of iron Traducido por: ENRIQUE DE OBREGÓN de la 1ª edición de Doubleday & Company, Inc., Garden City, N. Y. Diseño de la cubierta: OPALWORKS Imagen de la cubierta: Mosaico de estilo alejandrino del siglo II a.C., Túnez. The Art Archive/Archeological Museum, Sousse, Túnez/Dagli Orti. Queda terminantemente prohibida, sin la autorización escrita de los titulares del «Copyright», bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo públicos. 1.ª edición: enero de 2004 2.ª edición: abril de 2004 © 1965 by REBACK AND REBACK © de la traducción: ENRIQUE DE OBREGÓN © 2004, MAEVA EDICIONES Benito Castro, 6 28028 MADRID maeva@maeva.es www.maeva.es ISBN: 84-96231-08-9 Depósito legal: M-13.003-2004 Fotomecánica: G-4, S. A. Impresión: Rógar, S. A. Impreso en España / Printed in Spain

La columna de hierro

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La Columna de Hierro Caldwell, Taylor. Editorial: Tema: Páginas: EAN: ISBN: Año: Formato: MAEVA Océano Novelas 840 9 788496231085 84-96231-08-9 2004 15,5X22,5

«El Poder y la ley no son sinónimos. La verdad es que con frecuencia se encuentran en irreductible oposición». Cicerón Escritor, político y orador, Marco Tulio Cicerón, pertenecía a una familia romana acomodada y fue uno de los hombres más brillantes de la época de Julio César, en el primer siglo antes de Cristo. Agudo analista del mundo que lo rodeaba, Cicerón fue también una persona adelantada a su tiempo cuya clarividencia le hizo ganarse tantos amigos como enemigos. Pero mas allá de la reconstrucción histórica fidedigna, La Columna de Hierro también es una apasionante novela donde se cruzan las intrigas palaciegas, las pasiones y los crímenes donde salen a relucir las cuestiones que más preocupaban a Cicerón: la religión, la política y la guerra. Una apasionante recreación del Imperio Romano en toda su riqueza y esplendor.

Taylor Caldwell

La columna de hierro

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La autora y su obra [En el libro impreso esta presentación de la autora aparece al final de la obra] La escritora Janet Miriam Taylor Holland Caldwell, mundialmente conocida como Taylor Caldwell, que es como firma sus obra, tiene en su haber más de veinte novelas; excepcionalmente ha utilizado en alguna de ellas el seudónimo de Max Reiner Aunque de nacionalidad norteamericana, nació en Inglaterra el 7 de septiembre de 1900, en Prestwich, Manchester, donde residían su padres, ambos escoceses. La autora fue a Estados Unidos a la edad de seis años, cuando su familia se trasladó allí para instalarse en la ciudad de Búfalo. En 1924 se graduó como Doctor of Letters en el D'Youville College de dicha ciudad. Entretanto había contraído matrimonio con William Fairfax Coms, del que, sin embargo, se divorció unos años después. Se volvió a casar en segundas nupcias con Marcus Rebeck, que se convertiría muy pronto en eficaz colaborador suyo; ayudaba a la autora en la búsqueda de documentación para sus obras y fue también el primer lector y crítico de sus libros. De este matrimonio nació una hija, Judith Ann. Cuando en 1938 se publicó la que se considera la primera novela de Taylor Caldwell, Dynasty of Death (Dinastía de la Muerte), la autora tenía ya terminadas otras doce obras. Casi desde niña comenzó a dar rienda suelta a su vocación de escritora, prosiguiendo ya mayor con la redacción de esas doce y otras muchas obras cuyos manuscritos no llegaron a su término. Se cuenta que una vez que el célebre escritor Mark Twain fue a visitar la ciudad de Búfalo, se adelantó una chica joven de entre la muchedumbre que acudió a darle la bienvenida al autor de Las aventuras de Tom Sawyer. La muchacha salió al paso del escritor y después de unas palabras de saludo, le dijo que ella también era escritora. Mark Twain le puso la mano sobre la cabeza, la miró y contestó seriamente: «Sí, sí, naturalmente». Para aquella chica, que no era otra que la futura Taylor Caldwell y que a sus doce años ya había escrito una novela, tenían que pasar todavía algunos años antes de que se publicara su primera obra, durante los cuales se dedicaba a estudiar y a trabajar en las oficinas de varias empresas sin dejar por ello nunca de escribir De las doce novelas que estuvo escribiendo durante su etapa juvenil, varias se editaron más tarde. Pronto le empezaron a llegar también los primeros galardones en reconocimiento de su labor literaria: en 1948 le fue otorgada la Medalla de Oro de la Liga de Escritoras Americanas, al cual siguieron el Gran Premio Literario, el Premio al Mérito de las «Hijas de la Revolución americana», así como el Premio del Instituto Internacional de Artes y Letras. A partir de 1938 escribió toda una serie de novelas, entre las cuales se cuentan: The Eagles Gather (1939), The Earth is the Lord's (1940), The Strong City (1941), The Arm and the Darkness (1942), The Turnbulls (1943), The Final Hour (1944), The Wide House (1945), The Side of Innocence (1946), There was a Time (1947), Melissa (1948), Let Love Come Last (1949), The Balance Wheel (1951), The Devil's Advocate (1952), Never Victorious, Never Defeated (1954), Tender Victory (1956), The Sound of Thunder (1957), The Listener (1960), The Man Who Listens (1961), A Prologue to Love (1961), Grandmother and The Priest (1963), A Pillar of Iron (La columna de hierro, 1965), No One Hears But Him (1966) y Dialogues with the Devil (1967). En una ocasión, durante una entrevista sobre su sistema de trabajo, manifestó que no procuraba nunca apartarse del concepto que ella tenía de la novela en general, y que consistía esencialmente en una interpretación moderna de lo que pensaba el escritor francés Stendhal de cómo hay que escribir: «Para lograr una buena novela basta poner un espejo a lo largo de un camino».

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Índice

Prefacio PRIMERA PARTE Infancia y juventud Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 Capítulo 6 Capítulo 7 SEGUNDA PARTE El abogado Capítulo 8 Capítulo 9 Capítulo 10 Capítulo 11 Capítulo 12 Capítulo 13 Capítulo 14

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Capítulo 15 Capítulo 16 Capítulo 17 Capítulo 18 Capítulo 19 Capítulo 20 Capítulo 21 Capítulo 22 Capítulo 23 Capítulo 15 Capítulo 16 Capítulo 17 Capítulo 18

Capítulo 19 Capítulo 20 Capítulo 21 Capítulo 22 Capítulo 23 Capítulo 24 Capítulo 25 Capítulo 26 Capítulo 27 Capítulo 28 Capítulo 29 Capítulo 30 Capítulo 31

TERCERA PARTE El patriota y el político Capítulo 32 Capítulo 33 Capítulo 34 Capítulo 35 Capítulo 36 Capítulo 37 Capítulo 38 Capítulo 39 Capítulo 40 Capítulo 41 Capítulo 42 Capítulo 43 Capítulo 44 Capítulo 45

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CUARTA PARTE El héroe

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Capítulo 46 Capítulo 47 Capítulo 48 Capítulo 49 Capítulo 50 Capítulo 51 Capítulo 52 Capítulo 53 Capítulo 54 Capítulo 55 Capítulo 56

Capítulo 57 Capítulo 58 Capítulo 59 Capítulo 60 Capítulo 61 Capítulo 62 Capítulo 63 Capítulo 64 Capítulo 65 Capítulo 66 Capítulo 67

Nota de la autora La autora y su obra [en la edición digital se ha adelantado antes del inicio de la obra]

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Dedicado a la memoria del presidente John F. Kennedy y a los senadores Barry Goldwater y Thomas Dodd

El poder y la ley no son sinónimos. La verdad es que con frecuencia se encuentran en irreductible oposición. Hay la Ley de Dios, de la cual proceden todas las leyes equitativas de los hombres y a la cual deben éstos ajustarse si no quieren morir en la opresión, el caos y la desesperación. Divorciado de la Ley eterna e inmutable de Dios, establecida mucho antes de la fundición de los soles, el poder del hombre es perverso, no importa con qué nobles palabras sea empleado o los motivos aducidos cuando se imponga. Los hombres de buena voluntad, atentos por tanto a la Ley dictada por Dios, se opondrán a los gobiernos regidos por los hombres y si desean sobrevivir como nación, destruirán al gobierno que intente administrar justicia según el capricho o el poder de jueces venales. CICERÓN

Tú, pues, ciñe tus lomos, yérguete y diles todo cuanto yo te mandare. No te quiebres ante ellos, no sea que yo a su vista te quebrante a ti. Desde hoy te hago como ciudad fortificada, como férrea columna y muro de bronce, para la tierra toda, para los reyes de Judá y sus grandes, para los sacerdotes y para todo su pueblo. Ellos te combatirán, pero no te podrán, porque yo estaré contigo para protegerte, palabra de Yavé. JER. 1: 17-19

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Prefacio

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Cualquier parecido entre la República de Roma y la de Estados Unidos de América es puramente histórico, así como la similitud de la antigua Roma con el mundo moderno. Aquel gran romano, Marco Tulio Cicerón, fue un personaje polifacético: poeta, orador, amante, patriota, politico, esposo y padre; amigo, autor, abogado, hermano e hijo, moralista y filósofo. Sobre cada una de estas facetas de su personalidad se podría escribir un libro. Sus cartas a su editor y más caro amigo, Ático, conforman muchos de los libros de la Biblioteca del Vaticano, así como de otras grandes bibliotecas del mundo. Sólo su vida de político podría llenar una biblioteca y ha sido llamado el Más Grande Abogado. Sus propios libros son voluminosos y tocan temas referentes a la ley, la ancianidad, el deber, el consuelo, la moral, etc. Sólo su vida familiar ya merecería una novela. Aunque era un romano escéptico, era también muy devoto, un místico y un filósofo, que finalmente fue nombrado miembro del Consejo de Augures de Roma y fue tenido en gran estima por el sabio Colegio de Pontífices. Su actuación como cónsul de Roma (un cargo parecido al de presidente de Estados Unidos) ya daría lugar a un grueso volumen sin necesidad de referirse a su cargo de senador. Sus casos judiciales son famosos. Sus Orationes constituyen muchos volúmenes. Durante dos mil años los patriotas han citado sus libros con referencia a los deberes del hombre para con Dios y la patria, especialmente el De Republica. La correspondencia que intercambió con el historiador Salustio podría llenar varios tomos (Biblioteca del Vaticano y otras famosas bibliotecas). Al final de este libro se incluye una bibliografía. Sus cartas a Julio César revelan su naturaleza afable y conciliadora; su buen humor y a veces su irascibilidad y lo bien que conocía el extraño, sutil, festivo y poderoso temperamento de aquél, por no citar sus extravíos. Aunque eran de naturaleza tan diferente, como los «géminis» 1 , según dijo Julio César una vez, éste raramente logró engañarle, ¡a pesar de que lo intentó! «Sólo confío en ti en Roma», le confesó Julio en una ocasión. Ambos se estimaron a su manera, con precaución, cautela, carcajadas, rabia y devoción. Su relación es un tema fascinante. El más caro y devoto amigo de Cicerón fue su editor Ático, y su correspondencia, que abarca miles de cartas a lo largo de toda su vida, es conmovedora, reveladora, tierna, desesperanzadora y engorrosa. Ático escribía con frecuencia que Cicerón no sería apreciado en su época, «pero edades aún por nacer serán las receptoras de tu sabiduría y todo lo que has dicho y escrito será una advertencia para naciones aún desconocidas». Sus numerosas visiones sobre el terrible futuro (el que ahora afrontamos en el mundo moderno) las describe en sus cartas a Ático. Estaba muy interesado en la teología y filosofía judaicas, conociendo muy bien a los profetas y las profecías sobre el Mesías que había de venir, siendo además adorador del Dios desconocido. Anheló ver la Encarnación profetizada por el rey David, Isaías y otros grandes profetas de Israel, y su visión del fin del mundo, que figura en los capítulos primero y segundo de Joel (versión del rey Jaime) y Sofonías (versión de Douay-Challoner), es mencionada en una de sus cartas a Ático (Biblioteca del Vaticano) y, por cierto, describe al mundo en un holocausto nuclear. Su última carta, escrita poco antes de su muerte, es de lo más movida y relata a Ático su sueño de la visión de la Mano de Dios. Cicerón se sintió particularmente impresionado por el hecho de que en todas las religiones, incluyendo la hindú, la griega, la egipcia y la israelita, existe la profecía de un Mesías y de la encarnación de Dios como hombre. Se sintió tan fascinado y esperanzado que en muchas de sus cartas especula sobre el Advenimiento y deseó, sobre todas las cosas, vivir todavía cuando eso ocurriera. Su amigo judío (cuyo

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C

Alusión al tercer signo y constelación del Zodíaco, correspondiente al periodo del 21 de mayo-22 de junio y que debe su nombre a dos estrellas principales: Cástor y Pólux, que a su vez tomaron el nombre de dos héroes griegos gemelos.

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