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Resumen La Maravillosa Macedonia

erikapm57Resumen25 de Febrero de 2018

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Capítulo I. No Comeré.

Baltasar era un niño de 10 años que vivía con sus papás y su abuelo, en la ciudad de Santiago, en una gran casona. Le gustaban las aventuras y siempre resolvía misterios con su abuelo Felito.

A Baltasar no le gustaban las verduras ni las frutas, sólo quería comer dulces y confites. Ponía miles de excusas para no comer, como que le dolía la panza, que le dolía el colmillo, que la berenjena se movía, etc.

Su mamá ya no sabía qué cocinar para que su hijo comiera y siempre le decía que tenía que aprender a comer de todo, hasta que se cansó y le dijo que no comiera frutas ni verduras, pero que también se olvidara de los dulces.

Su abuelo le susurró que entendería que su mamá lo hacía por su bien y que las verduras y frutas eran deliciosas, que sólo tenían mala fama. Que algún día lo entendería. Pero el niño respondió que las frutas y las verduras eran guácatelas y que le ponían las orejas verdes, que jamás las comería.

Capitulo II. La Pileta de Piedra

Baltasar salio por la puerta trasera hacia la plaza el Gallo a comprar golosinas. Se dirigió al “Confite Jocoso” su lugar preferido que estaba al lado del Almacén Fresco, donde vendían verduras.

Pidió varios confites, pero con el dinero que llevaba sólo le alcanzó para una chocolatina y un chicle de menta. Baltasar se comió la chocolatina y masticó un rato el chicle, pero nuevamente sintió hambre y mucha sed, se acercó a la pileta de piedra que estaba en el centro de la plaza para beber un poco de agua y vio brillar algo en el fondo, se puso tan contento pensando que era una moneda de oro y que podría comprar todos los dulces del mundo, se estiró para sacarla y cayó a la pileta consiguiendo sacar la moneda del fondo, pero al tomarla el agua empezó a evacuarse como cuando se tira la cadena del escusado y junto con el agua desapareció también Baltasar.

Capitulo III. Una Jungla Misteriosa.

Baltasar cayó por un túnel luminoso, tan luminoso que encandiló sus ojos, estuvo un momento aturdido, escuchaba el ruido del agua y al abrir los ojos, mayor fue su sorpresa, era como que estaba en una enorme jungla, había una cascada rodeada de enormes plantas y un letrero de madera que decía con letras rústicas: “La Maravillosa Macedonia” con una flecha que apuntaba hacia la derecha. Aún en sus manos tenía la moneda.

Como en una película comenzó a recordar lo que había ocurrido, después se puso feliz porque estaba en otro mundo y nadie lo encontraría en ese lugar, no lo obligarían a comer lo que no quería.

Baltasar estaba tan emocionado que no se dio cuenta que se estaba adentrando en la jungla. Caminó tanto hasta que atardeció, sintió hambre y sed, vio un delicioso grupo de mandarinas. Tenía tanta hambre, que antes lo que no quería probar, ahora parecía irresistible, entonces tomó un gajito y se lo echó a la boca.

En ese momento escuchó un grito de dolor, se asustó tanto que escupió el gajo que tenía en la boca. Era una niña de rasgos orientales que se sobaba una cabeza llena de mandarinas en vez de cabellos. El niño sorprendido y atónico sólo miraba con ojos redondos por el impacto.

La niña se presentó, le dijo que se llamaba Marina Mandarina y le hacía un montón de preguntas, ¿Cómo se llamaba? ¿Cuántos años tenía? ¿Si iba a la escuela? Pero Baltasar permanecía mudo. La chica le preguntó ¿Por qué no le hablaba? Le dijo que era muy raro ¿Qué dónde tenía su cultivo cabelludo? Porque sólo veía pelusas en su cabeza y pensó que tal vez no lo habían regado lo suficiente.

Baltasar logró hablar, le dijo Hola y Adiós y salió corriendo en dirección contraria hasta que llegó a un árbol, donde al llegar la noche se quedó dormido.

Capítulo IV. Alcachofa y Zanahoria

Baltasar despertó pensando que todo había sido un sueño y se dispuso para ir al colegio, cuando sintió un chorro de agua fría y vio a un niño con cabello de zanahoria, ahí se dio cuenta que estaba perdido en un mundo extraño de donde quizás jamás saldría.

Marina Mandarina le presentó a sus amigos Zam Zanahoria y Adelfa Alcachofa, quienes lo saludaron muy amigablemente. Cuando Baltasar preguntó dónde estaba, los niños se dieron cuenta que era extranjero y le dijeron que estaba en La Maravillosa Macedonia. Él les contó que venía de la Plaza el Gallo de la ciudad de Santiago del país de Chile. Los niños rieron ya que ellos tenían un amigo que se llamaba Chad Chiles.

Luego lo invitaron a almorzar, Baltasar aceptó encantado porque tenía mucha hambre, se dirigieron hacia una llanura sin sombras. El niño estaba sorprendido al ver que llegaban muchas criaturas con cuerpo de personitas, pero en vez de cabello les había crecido fruta y verdura en sus cabezas. Baltasar tenía tanta hambre que imaginaba a todas estas frutas y verduras ya preparadas en un plato.

Estando en la llanura todos se cuadraron en la llanura, abrieron los brazos y se pusieron de cara al sol. Baltasar preguntó si querían broncearse y Marina respondió que estaban almorzando, ya que ésa era la mejor hora para hacer fotosíntesis, que ésa era la forma que ellos se alimentaban, porque necesitaban del sol para que crecieran sus cultivos.

Baltasar no podía creer que sólo se alimentaran de agua y sol. Les dijo que él comía comida, como las mandarinas que estaban en la cabeza de Marina. Al oír eso, a los habitantes de ese lugar les causó cierto recelo, pero Marina les dijo que estuvieran tranquilos, porque era un humano inofensivo que había llegado por accidente.

Marina, Zam y Adelfa, llevaron a Baltasar donde don Rafa a la Peluquería “Podar”. Baltasar iba asustado, pero Adelfa le dijo que no estuviera apenado porque en La Maravillosa Macedonia no había nada que temer, aunque ella desconocía los misterios de su tierra.

Capítulo V: El Peluquero

Rafael Tijera era el peluquero de La Maravillosa Macedonia, había llegado cuando era un niño, fundó la peluquería y podaba a las criaturas cuando tenían muy frondosa la cabellera. Llevaba los frutos y verduras a Santiago y los vendía en su almacén. Quienes los comían pensaban que eran de otro mundo y así era, pero sólo lo sabía don Rafa y los habitantes de La Maravillosa Macedonia. Sólo don Rafa sabía cómo entrar y salir de ese lugar.

Marina llamó a la peluquería diciendo que traía un niño famélico, el peluquero respondió que le echara agua y lo pusiera al sol, pero ella le dijo que era humano y que venía de Santiago. Don Rafa salió sintiéndose identificado con Baltasar, quien lo único que pudo decir fue: “hambre”. El peluquero los hizo pasar y dio de comer garbanzos con zapallo. Baltasar, engulló el plato y pidió más.

Luego le contó al peluquero quien era y de dónde venía y le dijo que se parecía mucho a su abuelo. En ese momento llegó un chico con una cabellera frondosa, era Aaron Arándano, que iba para que lo podaran. Don Rafa le presentó a Baltasar y éste antes de saludarlo hizo una inspección visual para ver si era inofensivo, ya que pertenecía a familia de detectives y luego estiró su mano y lo saludó cortésmente. Preguntó con tono inquisitivo de dónde era y cómo había llegado ahí.

Baltasar le contó lo que sucedió y les mostró la moneda dorada que encontró, fue interrumpido por don Rafa que dijo que era el Medallón Maestro.

Capítulo VI: El Medallón Maestro

Don Rafa había llegado a la Maravillosa Macedonia a la misma edad y por la misma razón que Baltasar: los dulces y la ambición de conseguir la moneda. Les dijo que la moneda dorada no era otra cosa que el medallón maestro y le pidió a Baltasar que se lo entregara para dejarlo en su lugar.

Este medallón sólo se aparecía a las personas que la Maravillosa Macedonia consideraba que debían entrar.

Baltasar devolvió el medallón que debía ser arrojado a la cascada Suko para que volviera aparecer en la tierra cuando fuera necesario y en ese momento se dio cuenta que tenía los mismos signos que la pileta de piedra.

Luego preguntó a don Rafa si podía llamar a su mamá por teléfono para que supiera que estaba bien. El peluquero le dijo que no se preocupara porque ahí el tiempo pasaba más rápido que en la tierra, que un mes ahí era sólo un par de horas en su casa, así que su madre no notaría su ausencia.

Los niños salieron de la peluquería para que don Rafa siguiera trabajando y se fueron especulando y charlado sobre el medallón, unos pensaban que era de una princesa, otro que era una medalla olímpica que perteneció a don Pelópidas Palta, el mejor atleta de la Maravillosa Macedonia hasta que comenzó a anochecer y no se habían dado cuenta de que un par de ojos maliciosos los espiaba.

Capítulo VII: Zucaralia

Roscón Orondo era el dueño del Confite Jocoso, estaba cansado de ser siempre el más rechonchito, pero le encantaba comer porquerías, así que si él no podía adelgazar, se las ingeniaría para que los demás engordaran y por eso se la pasaba creando las más exóticas golosinas de sabor y color atrayente que fueran la perdición de los niños.

Pero este cocinero, no conforme con lo que hacía, quería traspasar horizontes y necesitaba trabajadores para que lo ayudaran en su tarea, pero como no tenía amigos para contratar y porque de tener tampoco lo hubiera hecho, ya que sus recetas eran ultra archi secretas, no le quedó otra que engendrar a sus operarios y lo hizo dándole vida a las mismas golosinas con la siguiente fórmula: azúcar + bicarbonato +gelatina saltarina (inventada por él) + amarillo crepúsculo + azorrubina = corazón de golosina. Y así nacieron: Trudis Trufa, Melvin Malvarado y Cleto Chiclete, su primera

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